—¿Ya se fue tu novio, April?—preguntó de pronto alguien a mi lado.
Caitlin me miraba con una sonrisa burlona a poca distancia de mí, al parecer me había seguido desde la sala de la casa y nos había estado espiando a James y a mí.
—No es mi novio— dije yo en un tono que pareció todo, menos de reproche.
— Claro —exclamó ella como si no me lo creyera.
No esperó a que dijera nada más y entró en la casa sin mirar hacía atrás.
Miré por última vez el oscuro exterior, ya no se veía ni rastro de James por ninguna parte, así que decidí entrar. Cerré la puerta a mis espaldas suavemente, y luego sin poder evitarlo, un suspiro se escapó de mi interior. Me reí de mí misma en voz baja, aspiré hondo con los ojos cerrados y permanecí así durante unos segundos hasta que…
—¿Ya se ha ido James?— preguntó de pronto alguien.
Abrí los ojos y sorprendida vi a mi mamá frente a mí, ¿acaso había visto aquella reacción mía?
— Sí, ya se ha ido —contesté algo nerviosa al pensar que talvez me había visto.
—¿Qué te pasa? — preguntó la mujer con curiosidad.
—Nada — respondí al instante.
— Es que te portas como… olvídalo — exclamó dejando de lado el asunto — . James es muy bueno chico, me alegra que sean amigos.
— Sí, a mi también- dije yo con una leve sonrisa—. Bueno, creo que me iré a dormir, mañana tengo clases.
—Buenas noches — dijo mi mamá mientras me seguía con la mirada hasta las escaleras.
— Buenas noches— exclamé yo ya subiendo por estas.
Subí hasta mi habitación y encendí la luz, mi cama estaba desacomodada, pero no me molesté en arreglarla, me acosté de un salto sobre ella y estiré ambos brazos para desperezarme. Una de mis manos tocó algo sólido y plano, era el álbum que James y yo habíamos estado observando, o más bien el que yo le había estado describiendo. Lo abrí por la primera página que estuvo entre mis dedos y lo miré. Era una pagina completamente dedicada a mí y Julie; observé atentamente aquellas imágenes. Extrañaba mucho a mi amiga… De pronto me puse en pie, y sin pensarlo dos veces fui hasta el teléfono que estaba sobre mi mesa de noche. Marqué rápidamente aquel número que ya me sabía perfectamente de memoria ¿Cuántas veces no marqué anteriormente a su casa?, cualquier cosa era lo suficientemente interesante e importante para marcar a la casa de mi amiga. Aquella amiga que siempre había sabido y conocido mis tristezas y alegrías, era de las pocas personas que me conocían mejor en la tierra.
-¿Diga?- exclamó una voz femenina al otro lado de la línea, pero no era la de mi amiga.
-Hola, señora Fellon, ¿se encuentra Julie?- pregunté yo ansiosa por hablar con mi amiga.
-No, lo siento. No se encuentra en este momento, salió con unas amigas… pero si quieres le puedes dejar mensaje para cuando llegue- dijo ella amablemente.
-No, no se preocupe, solo dígale que llamé- dije yo decepcionada.
-Claro yo le digo… ¿Cuál es tu nombre?
Aquella pregunta hizo que un hueco se formara en mi pecho, ¿a caso ya me había convertido en una desconocida? ¿A caso era que ya no recordaban a aquella muchacha que durante tanto tiempo había sido amiga de Julie?
-April Wilson- respondí con voz dolida.
-¡Ah claro!, yo le digo- dijo ella por último y sin más colgó el teléfono.
Miré el aparato que aún sostenía en mi mano derecha, la alegría que por un momento me había embargado se había esfumado con la rapidez que un rayo parte un árbol, sin mencionar la desalmada forma que este lo hace. Coloqué el teléfono de nuevo en su sitio y me quedé sentada ahí en silencio. Era claro que todo había cambiado, aquella ya no era mi vida, aunque aún tratara de aferrarme a ella con todas mis fuerzas, yo ya no pertenecía a ella… Pero era momento de soltarla y dejarla ir de una vez.
— Yo también tengo nuevos amigos — me dije a mi misma con decisión —. Bueno… solo a James — corregí con tono de tristeza.
Recordé también a Christie, pero a ella la acababa de conocer, y además no estaba segura de que me cayera bien.
Me desvestí en silencio y me puse mi pijama, apagué las luces y me metí en la cama. Miré el pálido techo que sobresalía en la oscuridad de la habitación, no tenía por qué estar triste, no estaba sola, y era el mismo James quien me lo había hecho saber días atrás, después de la decepción de Justin. Él estaba conmigo.
A la mañana siguiente desperté más animada.
Un débil rayo de luz entraba por la venta de mi habitación, era como una pequeña esperanza entre la oscuridad queriendo salir a relucir. Abrí las cortinas de golpe y este rayo aumentó de tamaño en cuanto lo hice, sonreí a aquella nueva mañana y me lancé a darme un baño.
— Buenos días — dijo mi mamá el verme entrar en la cocina.
— Buenos días.
—Oye, te vez muy bien — comentó ella observándome atentamente.
— Me siento bien, gracias — exclamé yo sonriendo.
— Lo que pasa es que quiere lucir bonita para su novio James — dijo Caitlin en tono burlón.
— Cierra la boca, Caitlin — exclamé yo a mi molesta hermana.
— Caitlin, deja de molestar a tu hermana… y April, apresúrate si no quieres llegar tarde a la escuela — dijo mi mamá dirigiéndose a mí.
— Claro, ya me voy — contesté yo mirando a mi hermana con enojo.
No era tanto el comentario de esta, si no la forma en que lo decía, siempre con la intención de molestarme, y siempre lo lograba.
Tomé la bolsa que siempre dejaba sobre el sillón y fui hasta la puerta, en el camino pude apreciar que mi mamá la reprendía en silencio, como si no quisiera que yo las escuchara, pero no fue algo a lo que le tomara mucha importancia. Seguí de frente y salí a la fría mañana de aquel día martes.
Recorrí el mismo camino que siempre cuando iba a la escuela, ya me era bastante familiar, y se podía decir que ya casi me aprendía la ubicación de las grietas del suelo, cada bordo disparejo que me pudiera hacer tropezar y cada árbol del parque que siempre atravesaba como atajo para llegar a la escuela.