Miradas del corazón

Capítulo 17 - El accidente

Después de un par de horas transcurridas en la cafetería del centro, nos dirigimos nuevamente hacía nuestras casas, cruzando como siempre por el parque Moore, pero sin detenernos, puesto que el clima empeoraba conforme pasaban las horas y ya estaba helando fuera.

-He llegado- dije yo en cuanto estuve fuera de mi casa.

-Una vez más es momento de separarnos - exclamó James en tono dramático-. Voy a extrañarte.

-Yo a ti- respondí acercándome a él, tomé sus manos y James me besó tiernamente.

Lo miré por un momento, como tratando de convencerme de que nada de aquello era un sueño, era más bien una hermosa e increíble realidad. Solté sus manos al cabo de unos minutos de pacífico silencio y suspiré sin poder evitarlo.


-Creo que es momento de que me vaya- dijo él con algo de pesadumbre.

-Sí, yo también tengo que entrar. Mi mamá debe estar esperándome- comenté yo mirando instintivamente hacía la casa que estaba a mis espaldas-. Adiós.

-Hasta pronto- corrigió él.

-Hasta pronto- dije yo sonriendo.

El muchacho dio unos cuantos pasos hacía atrás mientras desdoblaba su bastón, y luego se echó a andar por la acera.

Después de que este se hubo perdido de vista, decidí que era momento de entrar a mi casa, y me dirigí hacia ahí aún con una sonrisa en mis labios, muestra de la hermosa tarde que había pasado al lado de James aquel día.

-¿Cómo estuvo tu día?- dijo de pronto una voz que me sobresaltó.

Voltee hacia mi izquierda tan rápido que mi cuello se hizo un poco de daño; ahí se encontraba mi mamá, sentada cómodamente en uno de los sillones de la sala.

-Bien- respondí acercándome lentamente hasta el sillón que estaba frente a ella y sentándome con cautela.

-No recuerdo haber oído que me dijeras que ibas a quedarte hasta tarde fuera- comentó ella arqueando las cejas.

La miré detenidamente, pero no parecía estar molesta.

-Sí, lo siento. Lo que pasa es que James me invitó a tomar algo saliendo de clases. Para celebrar el inicio de vacaciones.

-James…- repitió ella frunciendo un poco el ceño-. April ¿no te parece que últimamente tu mundo solo gira alrededor de ese muchacho?

La miré unos instantes sin comprender, no estaba segura si aquello había sido una pregunta, de modo que no sabía si responder a ella o solo mirarla y esperar a que continuara con aquello.

-¿Qué quieres decir?- pregunté al fin, dándome cuenta de que no volvía a decir nada.

-Que pasas mucho tiempo con él, que hablas mucho de él…

-¿Será por que es mi novio?- exclamé yo arqueando las cejas ante aquel comentario.

-Lo sé, hija- dijo ella soltando un suspiro mezclado con un poco de desesperación-. Lo que quiero decir es que tienen muy poco de estar saliendo y siento que tú…

-¿Lo amo?- pregunté yo tratando de adivinar o por lo menos acercarme a lo que sería el fin de aquella oración-. ¿Y si es así?, por que creo que sí lo amo.

-¿No crees que te estas precipitando mucho?

-No- repuse yo al instante-. Los sentimientos no son algo que se manden, mamá. Son algo que nace simplemente, y no se precipitan.

-Es que yo…- empezó ella agachando la mirada como si se examinara sus zapatos-. Solo temía por ti. No quiero que salgas herida.

Sonreí ante ese nuevo comentario, pero no por burla ni mucho menos, si no de agradecimiento. Mi mamá siempre había sido una mujer que veía por su familia, que estaba al pendiente de nuestra felicidad y aquel momento era simplemente eso, se preocupaba por mí.

-Mamá…- dije yo yendo hasta su lado y sentándome junto a ella-, James es diferente. Es muy distinto a todos los demás chicos, me respeta, me quiere. Deberías escuchar como me habla... con tanto amor…

-Bien- exclamó ella mirándome con una sonrisa-. Te creo… bueno, iré a preparar la cena.

-Te ayudo- me puse en pie y la seguí hasta la cocina.


Las cosas parecieron ir más tranquilas, y del asunto no se volvió a hablar. Al parecer mi mamá ahora comprendía que James era diferente, y me parecía raro saber que a pesar de los días que hacía pasado a su lado no se hubiera dado cuanta de aquello. Yo nunca me había enamorado de alguien más como en aquel momento me pasaba con él.

Los siguientes dos días transcurridos a aquella conversación que mantuve con mi mamá siguieron como hasta el momento. Yo vivía mi vida plenamente, al lado de James como un elemento esencial, como si fuera el oxigeno que mis pulmones necesitaban para poder trabajar; pero, ¿qué pasaría si él me llegara a faltar? Esa fue la pregunta que mi mente formuló una mañana de diciembre bastante cercana a las navidades, cuando una noticia me despertó de golpe, o más bien fue un presentimiento. Me encontré tumbada en mi cama sin poder conciliar el sueño nuevamente, el sol fuera ya había salido, aunque no del todo. Miré a mí alrededor como si pensara encontrar algo en la solitaria habitación que se empezaba a llenar de un débil resplandor de luz proveniente del exterior. Había algo en el ambiente que me resultaba incomodo, era como estar esperando a que algo ocurriera en cualquier momento.

Decidida en que no iba a poder dormir de nuevo me incorporé en la cama y fui hacía el lavabo del cuarto de baño, me miré en el espejo un momento, me veía pálida, casi como si estuviera pasando por una terrible gripe, pero no era así, observé mis manos y noté que temblaban ligeramente. Apartando la vista del espejo me propuse bajar a desayunar, el olor del omelet recién hecho venía desde la cocina y se colaba por la puerta entre abierta de mi habitación, y aunque tampoco sentía tener muchas ganas de comer algo, aún así baje.

Abajo en la cocina ya estaban mis papás y Caitlin a la mesa, pero ninguno probaba bocado del plato que tenía enfrente, en cuanto entré en la habitación todos voltearon a verme. 
 

-¿Qué pasa?- pregunté yo al sentir aquellos tres pares de ojos pegados en mí.

-April… será mejor que tomes asiento- dijo mi papá con la voz pausada de quien pretende mantener la calma.




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