Miradas del corazón

Capítulo 18 - Una navidad con los Bennet

 

Salí al pasillo que a la vez servía como sala de espera del pequeño hospital del condado de Moore; me senté en una de las muchas sillas que había ahí, y sin nada que hacer me dediqué a mirar a mi alrededor en un intento de no aburrirme demasiado. Dentro, en la habitación en la que se encontraban James y su padre no se escuchaba nada, era como si la habitación se encontrara sola, pero a la vez era una buena señal, era indicio de que estaban hablando pacíficamente, y esperaba yo que estuvieran resolviendo sus diferencias.
 


Los minutos pasaron lento, y claramente vi desde una ventana como el sol empezó a alzarse hasta el punto más alto del cielo, pero tan débil que sus rayos de sol apenas calentaban. Al cabo de casi una hora, la puerta de la habitación de James volvió a abrirse y su papá salió por esta. Miró a lo largo del pasillo como si buscara algo, posó su vista en mí y sonrió más abiertamente que cuando había entrado en la habitación.

-Gracias- dijo casi en un susurro cuando se topó conmigo.

-No hay de qué - contesté yo a la viva imagen de un James con algunos años más. 
 

Por que ahora que lo miraba bien y más de cerca podía ver el gran parecido que tenía con su hijo, tenían el mismo color de piel, cabello y ojos, pero los de Edmond Bennet, el padre de James, parecían cansinos y estaban surcados de arrugar.

Me acerqué a la puerta de la habitación, que él mantenía abierta para mí, y luego se alejó sin más que decir. Lo observé brevemente alejarse por el pasillo hacia la puerta, entonces me volví hacía el interior de la habitación que estaba más iluminada, cerré la puerta con el más cuidadoso de los movimientos, pero James en cuanto escuchó el "clic" de la puerta al cerrarse movió la cabeza hacía el punto en donde yo me encontraba.

-Hola de nuevo- dije yo dándome a conocer.

-Hola- contestó él esbozando una amplia sonrisa que me dio casi todas las respuestas a las preguntas que estaba por hacer.

-¿Cómo estas?

-Bien- contestó él sin dejar de sonreír-. Y creo que todo esto te lo debo. Gracias, April.

-No hay de qué - dije yo mientras me sentaba de nuevo en la silla junto a su cama-. Lo hago por que te quiero- continué mientras tomaba su mano.

-Te amo- dijo él llevándose mi mano hacía sus labios y besándola tiernamente.


Pasé gran parte del día al lado de James, sin despegarme ni un momento de él. James me contó sobre la charla que había tenido con su padre, este había prometido dejar de beber y que no volvería a descuidar a su familia; el muchacho se veía muy feliz, y su felicidad hacía que yo también me sintiera contenta.

Fuera, la tarde empezaba a caer ahora más rápidamente, algo que parecía sucederme cada vez que estaba al lado de aquel chico de cabello castaño.


-¿No ha venido Christie?- pregunté yo recordando que la chica no se había aparecido por el hospital en todo el día.

-No- dijo James en tono serio-, debe sentirse indispuesta.

-¿Por qué?

-Tal vez a pescado un resfriado- repuso él rápidamente.

-Bueno… sí, talvez- dije yo pensándolo bien-. Afuera hace muchísimo frío.
 

A eso de las seis de la tarde, cuando el cielo ya estaba casi oscuro por completo, la puerta se volvió a abrir, y la mamá de James hizo aparición. Se veía mucho más descansada, y la preocupación había desaparecido de su rostro. Nos miró con una sonrisa en cuanto se asomó por la puerta entre abierta y luego entró con paso lento y silencioso.

-Hola- saludó con una sonrisa.

-Hola- dijimos James y yo a la vez.

-¿Cómo ha ido todo por aquí?- preguntó la mujer mirando alrededor.

-De maravilla- soltó mi novio al instante con una radiante sonrisa.

-Me alegra. April, ¿por qué no vas a descansar?- sugirió ahora la señora Bennet.

-No es necesario, no me siento cansada- dije yo.

-Darán a James de alta en un par de horas más, si eso es lo que te preocupa.

-Bueno…

-Es cierto, April. Deberías ir a descansar un poco- exclamó James-. Has estado todo el día aquí, no quiero ser el culpable de que acabes en el hospital ahora tú.

-Bien, bien…- dije yo tomándoles la palabra-. Pero eso no quiere decir que no vaya a visitarte después para ver como sigues.

-Eso me parece perfecto- declaró el muchacho con una amplia sonrisa.
 

Me puse en pie y di un beso en la mejilla a James, me despedí de la mamá de mi novio y salí de la habitación hacia el pasillo del hospital, casi en el momento justo en el que un médico se disponía a entrar en la habitación de James.

El frío ya se hacía sentir en los pasillos de aquel hospital, que aunque pequeño se sentía como un congelador. Salí al aún más frío exterior, el cielo ya estaba por oscurecerse por completo, y algunas estrellas empezaban a salir, brillantes y majestuosas con todo su resplandor.

Suspiré hondo, sintiendo un gran alivio en mi interior al saber que James estaba bien. Por un momento sentí como mi mundo se veía abajo con el llegar de aquella noticia, pero hoy de nuevo se alzaba frente a mí como una gran torre fuerte e indestructible.

Comencé a caminar por la acera hacia la calle que me llevaba al centro de la ciudad, en donde después cruzaría el parque para ir a mi casa. Estaba a punto de cruzar la calle para dirigirme al parque Moore, cuando algo me detuvo. A escasa distancia se encontraba la casa de Christie, y sin pensarlo dos veces fui hacía allá.

Golpee mis nudillos contra la puerta y esperé un momento, a esto respondieron algunos pasos al otro lado de la puerta, y en cuestión de segundos una mujer de cabello oscuro y liso estaba frente a mí. Su expresión era tímida, pero amable y en sus ojos se reflejaba un cansancio prematuro propio de una mujer mucho mayor.

-Hola, ¿te puedo ayudar en algo?- preguntó ella con una débil aunque significativa sonrisa.

-Hola- saludé yo sonriéndole también-. ¿Se encuentra Christie?

-Christie…- repitió ella un poco anonadada, mientras echaba una mirada hacía el interior de su casa-. Sí, este… ¿me permites un momento?




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