Miradas del corazón

Capítulo 19 - La noticia

Después de una rica cena en casa de los Bennet y pasar una hora sentados a la sala escuchando las pláticas de nuestros padres - pues mi mamá se reusó de una manera muy sutil que volviera a subir a la habitación de James-, volvimos a nuestra casa pasadas las doce de la noche, cuando Caitlin no pudo más y se quedó profundamente dormida sobre en uno de los sillones de la casa de mi novio.

Era la mejor navidad que había pasado en mi vida, la verdad es que no recordaba alguna otra fecha o momento en el que me lo hubiera pasado tan bien.
 

-¿Qué es eso?- preguntó mi hermana con voz somnolienta dentro del coche, una vez que nos dirigíamos a casa.

-Me lo ha regalado James- contesté yo observando el libro que llevaba fuertemente tomado entre mis manos.

-¿Un libro? ¿no le dijiste que a ti no te gusta leer?- exclamó ella mirando la portada de este casi sin poder creerlo.

-Pues… no es tarde para empezar a hacerlo- dije yo con gesto optimista-, además es un libro muy bonito.
 

La niña siguió observándome como si no me conociera, con ese gesto propio de ella cuando desconfiaba plenamente de una persona, pero eso solo consiguió arrancar una sonrisa de mi rostro al ver la expresión de su cara. Todo en ese momento me parecía hermoso, gracioso, mágico…

Llegamos a casa minutos más tarde, bajamos del auto en silencio y nos enfilamos hacia la puerta de entrada de la casa que teníamos frente a nosotros. Bostecé ampliamente una vez que estuve dentro, de pronto me daba cuenta de que tenía muchísimo sueño, miré las escaleras por un momento, y después me dirigí a mi mamá que seguía en el vestíbulo a mi lado.

-Me iré a dormir- exclamé yo conteniendo otro bostezo.

-Bien- dijo ella mientras iba a mi lado hacía la sala que estaba a mano izquierda en el vestíbulo-. Oye, April…- me llamó antes de que me alejara más de ella.

-¿Sí?- pregunté yo dándome la vuelta y mirándola con ojos un poco llorosos por el cansancio.

-Este… ¿qué hicieron James y tu en su habitación?- preguntó con voz casi inaudible.

-¿Qué?... ¡Ah!, me dio mi regalo y luego le leí un poco del libro que me regaló- contesté yo mostrándole el libro que aún llevaba en la mano.

-Aah…- fue todo lo que dijo.

-¿Por qué la pregunta?

- Por nada, era solo curiosidad- dijo ella con una débil sonrisa que mostraba algo de pena y cansancio.

-Bien, entonces me iré a dormir.

Le di la espalda nuevamente y fui hasta las escaleras, que de pronto me parecían más largas e inclinadas. Entré en mi habitación encendiendo las luces de esta, caminé hasta el escritorio y coloqué cuidadosamente el libro que James me había regalado, lo observé por un momento mientras sonreía y un nuevo y largo bostezo me recordó el sueño que tenía. Así que me arrastré prácticamente hasta la cama y me quedé dormida completamente vestida.
 

- Cerró los ojos, puedo decir que al igual que yo, acercó sus labios lentamente a los míos, rozándolos por un momento, podía sentir su tranquila respiración, mi corazón latía a mil por hora, al igual que el suyo…

De nuevo leía aquel libro que James había comprado para mí, ambos estábamos cómodamente recostados en uno de los sillones de la sala de mi casa. El muchacho había pasado un brazo por debajo de mi cabeza y escuchaba con atención cada palabra que yo leía. Era la primera vez que un libro captaba mi atención, o más bien era la primera vez que tenía en mi poder un libro que no fuera de historia y ciencias. Pero talvez se debía más bien a que todo era mejor cuando estaba al lado de aquel muchacho de cabello oscuro y ojos brillantes que acariciaba mi cabello distraídamente mientras yo pasaba las paginas conforme iba leyendo la historia.
 

Ella me besó, con sus dulces labios tocaba mis labios, fue un beso tan tierno, un pequeño beso que hizo que todo mi cuerpo sintiera algo girar por él; la sensación de tener sus labios en los míos fue como tener algo inalcanzable, amor, algo que no podía describir con una palabra- me detuve un momento y analicé atentamente lo que acababa de leer-. Es tan hermoso… la forma en que describe ese beso.

-Así es el amor, ¿no?- dijo él con una sonrisa en los labios.

-¿Tú lo sientes así?- pregunté yo mirándolo con atención.

-Lo que siento por ti es algo que no podría terminar de describir ni en un millón de años- respondió él, y yo sentí claramente como mi piel se erizó como hacía siempre que James me hablaba de aquella forma-. Es un sentimiento que dice llamarse amor, pero creo que ya ha sobrepasado ese término de una manera descomunal. Es algo más infinito que los granos de arena en el mar…

-Me encanta cuando hablas de esa manera, James- dije yo posando mi cabeza contra su pecho y escuchando atentamente los latidos de su corazón-. Vas a mal imponerme, y después no me conformaré con un te amo.

-Un te amo se queda corto- dijo él.

-Pero sellado con un beso es mejor- propuse yo levantando la mirada hasta él.

-Me parece justo- repuso el muchacho en un susurro.

Colocó su mano sobre mi mejilla suavemente y se acercó hasta que nuestros labios se unieron en un beso.

¿Era posible que una persona pudiera sentir tanto amor por otra? Ahora sabía que era posible, y era por que yo misma estaba experimentando ese amor en carne propia. Ese hormigueo en mi cuerpo, los fuertes latidos de mi corazón, y esa inmensa felicidad no podían tratarse de una grave enfermedad, a menos que esta apareciera solo al pensar, besar, tocar y ver a James.

Nuestros labios se separaron y yo me quedé observando el rostro de aquel muchacho que siempre hacía latir mi corazón con desesperación. A veces pensaba que todo aquello era un sueño, el más hermoso sueño que en mi vida había tenido, y en algunas ocasiones temía que al despertar todo se fuera. Abracé a James contra mí fuertemente, mientras me recostaba nuevamente en su pecho y escuchaba su corazón.
 

-James- exclamé de pronto casi sin proponérmelo.




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