Miradas del corazón

Capítulo 24 - La verdad de Christie

La tarde pasó frente a mis ojos, pintando el cielo de un tono rojizo conforme el tiempo iba pasando; y yo seguía ahí, con la vista fija en aquel solitario atardecer, sintiendo la helada brisa sobre mi rostro.

¿Qué sentía en aquel momento? Si alguien me lo hubiera preguntado como una vez lo hizo James, mi respuesta sería: ajena a aquel mundo colorido, desprovista de todo sentido, y llena a la vez de profunda tristeza y desesperación. Sentía una extraña sensación muy dentro de mí, un vacío en donde antes se había encontrado mi corazón. Como si me hubiera sido arrancado desde su raíz y me hubieran abandonado sin más.

El cielo se fue tornando lentamente de rojizo a un violeta para después pasar a un negro casi azabache en el que pocas estrellas se alzaban en él. Eché una ojeada al parque, que seguía tan solo como en un principio, me puse en pie muy silenciosamente y emprendí mi camino una vez más. Atravesé el parque por completo y seguí andando por la acera, hasta que al fin visualicé mi destino, crucé la calle y fui hasta la puerta pasando por el jardín delantero.

-¿April?- mi mamá bajaba rápidamente las escaleras e iba casi corriendo hasta mí.

-Sí- contesté yo con voz apagada.

-¿En dónde has estado?- inquirió ella un tanto enfadada. Pero su semblante de suavizó en cuanto vio mejor mi rostro.

-Fuera…

-Lo sé, pero ¿con quién?- preguntó guiándome hasta la sala, parecía estar tratando a un enfermo.

-Sola- respondí.

-Estaba preocupada por ti- explicó ella hablando casi en un susurro.

-No tienes por qué hacerlo…

-Pero lo hago- exclamó de pronto sin dejarme terminar de hablar. Me miró fijamente con cara de profunda preocupación, hizo una pausa en la que pareció darse ánimos para hablar y se volvió a dirigir a mí de nuevo-. No te dejes vencer tan fácilmente. Sé lo mucho que amas a ese muchacho, April… pero no permitas que esto te afecte de ese modo.


Mi corazón se encogió con aquellas palabras, un nudo se formó en mi garganta y mi respiración se aceleró un poco; levanté la vista hasta su rostro, se veía triste, en sus ojos lo podía ver, sufría por mí. Se hizo un silencio a nuestro alrededor, bajé la mirada intentando ocultar algunas lágrimas que se derramaban de mis ojos, pero sabía que no la podría engañar. Su mano se posó sobre la mía y sentí su apoyo traspasar su piel hasta llegar a la mía.

-No sé si decirlo, pero hoy me encontré con la madre de James fuera del hospital…

Levanté la mirada en cuanto mi cerebro captó dos palabras claves de aquello: James y hospital.

-James está bien. Bueno, en lo que cabe- comentó mi mamá encogiéndose de hombros-. Su mamá me ha dicho que ha estado muy triste estos últimos días, ni siquiera el que haya pasado a formar parte de quienes ya esperan donador lo ha animado.

-¿Ya está en la lista?- salté al instante mientras me secaba unas lagrimas que se habían quedado en mis mejillas.

-Sí, hoy mismo. Y he pensado que tal vez con esta noticia las cosas mejoren entre ustedes- repuso ella-. Solo dale tiempo, April.

Medité aquello un momento, la noticia de pronto había cambiado un poco mi estado de ánimo, el solo saber que James ya estaba en la famosa lista de espera de un donador me ponía feliz por él. Pero, aquello que mi mamá acababa de decir sobre que las cosas podrían mejorar por aquel acontecimiento, no lo había pensado así, pero al analizar aquello detenidamente me hacía pensar que había posibilidad.

-¿Crees que pueda pasar?- pregunté yo sintiendo la esperanza fluir por mis venas hacía todo mi cuerpo.

-Estoy casi segura- repuso ella esbozando una sonrisa.

Era como si una pequeña y tenue luz se hubiera encendido al fondo de mi oscuro abismo, una luz que indicaba que había señal de poder salir de aquel hoyo negro que me rodeaba. Mi humor mejoró mucho aquel día, aún no hablaba mucho, pero pasaba más rato en compañía de otras personas, pero inmersa en mis pensamientos, en posibilidades y sugerencias que yo misma me hacía a cada momento.

-¿Ya no vas a comer eso?- preguntó la voz de mi mamá de pronto.

-¿Qué…? ¡Ah!, no- dije yo sobresaltándome un poco.

Retiró el plato que tenía en frente y lo llevó hasta el fregadero que estaba junto a la estufa.

-¿Te encuentras bien?- Caitlin me miraba extrañada con el seño fruncido, un gesto muy parecido al que mi papá mantenía también.

-Sí- respondí yo parpadeando un par de veces-. Es solo que tengo mucho sueño. Iré a dormir… buenas noches.

Se escuchó un "Buenas noches", coreado por las tres personas que se habían quedado en la cocina, a lo que yo me dirigí directo a mi habitación, pero no iba a dormir como había mencionado, simplemente me recosté completamente vestida sobre mi cama y miré hacía el techo, pensando nuevamente.

-No puedo seguir haciendo esto, mi mamá tiene razón- me dije de pronto yo misma. Mi propia voz parecía dispuesta de convencerme-. Tengo que tratar de seguir…

No podía engañarme a mi misma, el hecho que de pronto decidiera salir de mi oscuro abismo no quería decir que renunciara a James. Lo amaba, yo sabía perfectamente que lo amaba y que no podría sentir aquello por alguien más.

Me tumbé sobre mi costado izquierdo y miré por la ventana, desde ahí se apreciar una parte de la luna y algunas estrellas que adornaban aquella noche el inmenso cielo nocturno, suspiré hondo y cerré los ojos, el rostro de James estaba ahí, mostrando una hermosa sonrisa dirigida solo a mí. De mis labios salió una leve sonrisa y poco a poco sentí como me hundía en un profundo sueño.

A la mañana siguiente me levanté un poco más animada, me vestí en silencio y bajé a comer un poco antes de irme a la escuela. Ya no rodee el parque como había hecho la mañana anterior, lo atravesé tratando de mostrarme más positiva, pensando en que pronto aquello terminaría y todo mejoraría.

Llegué a la preparatoria Moore segundos antes de que la campana sonara y me di prisa para dirigirme hacia mi primera clase de aquel día: Literatura. En cuanto entré en el aula comprendí lo que ahí me deparaba, y no estaba equivocada. James ya estaba sentado en su banco cuanto llegué al salón, di unos pasos hasta mi habitual banco, el que estaba frente al de él, pero algo me detuvo de pronto.




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