La fecha estaba puesta: 20 de marzo, justo un día antes de la entrada de la primera. La señora Bennet decía que se podía tratar de una buena señal, James a su vez insistía en que era solo una gran casualidad, y yo por mi parte no descartaba ninguno de las teorías, ambas eran válidas, pero lo importante era que ya estaba dicho, la operación se llevaría a cabo en una semana.
Los Bennet me contaron los detalles de la revisión de James, querían mantenerme al tanto de todo lo que pasaba. Entre uno de aquellos detalles estaba el que para la operación mandarían traer a los mejores médicos especialistas, y por supuesto las posibilidades… sesenta porciento de probabilidades de que James pudiera ver.
-¿Y qué más te dijo?- pregunté yo al día siguiente durante el almuerzo.
-Eso es todo- dijo él tras contarme por quinta vez lo ocurrido la tarde anterior.
-¡Por favor, James!- exclamé yo animando a que hablara más, a que recordara algo, el mínimo detalle que se le hubiera escapado por decirme.
-Es verdad, eso es todo. Veinte de marzo, médicos especialistas, sesenta porciento…- empezó él enumerando con los dedos-. No, no se me olvida nada. ¿A caso crees que no te lo diría?
-Está bien, te creo.
James tomó mi mano, la cuál estaba posada sobre la mesa y se la llevó a los labios dándole un tierno beso. Acaricié su mejilla y me acercaba lentamente hacia él cuando alguien llegó a la mesa.
-¿Creyeron que no nos enteraríamos?- dijo alguien con voz acosadora.
-¿Sobre que?- pregunté yo al ver tres rostros conocidos.
Camil, Norah y Michael nos miraban fijamente con una sonrisa de complicidad en sus rostros.
-Pensé que éramos amigos- dijo Michael con fingida tristeza-. Eso me quita el hambre.
-Bien, entonces no te comerás esto- exclamó Norah quitando una rebanada de pizza de la charola del muchacho.
Todos reímos ante la expresión de este, pero segundos más tarde todos se dirigieron nuevamente a nosotros.
-James, ya nos enteramos de la operación- dijo Camil rompiendo el breve silencio que se había formado.
-Ah, eso.
-Sí, eso… ¿a caso no pensaban contárnoslo?
-Sí, claro. Solo queríamos hacerlo cuando estuviéramos seguros- dijo él disculpándose.
-Bien. ¿Y cuando es?- preguntó Norah adelantándose a sus dos amigos.
-La próxima semana.
-¿Y por que no te miras emocionado?- preguntó Michael.
-Es que no quiero…
-Hacerme ilusiones con algo que tal vez no pase- terminé yo con gesto de fastidio-. James…- exclamé en voz baja mientras tomaba su mano entre las mías- es un sesenta porciento. Vas a ver que todo va a salir bien.
-¿Y si no? ¿Qué pasará?
-No importa lo que pase, yo estaré contigo.
Me acerqué a él y besé sus labios, no me importó las miradas de Camil, Norah y Michael, ni siquiera la mirada del resto de los alumnos que se encontraban también en la cafetería. Lo más importante para mí era James, y que él supiera que estaba con él, y que pasara lo que pasara eso nunca cambiaría.
Los días fueron pasando, uno a uno, y conforme estos transcurrían, me sentía cada vez más nerviosa. A veces durante las tardes sentados en las banca del parque, al ver a James tan tranquilo, me preguntaba si él también lo estaría, pero siempre estaba ahí, tan sereno y despreocupado, tan tranquilo como aquel pueblo, el pueblo que cambio mi vida, el que tenía planeado para mí una gran enseñanza.
Aquella mañana desperté sintiendo una extraña sensación al saber lo que deparaba en tan solo unas horas. Sentía el corazón latir fuertemente en mi pecho, y una extraña corriente recorría mi cuerpo de pies a cabeza.
Caminé hasta la ventana y vi el cielo. No había ni una sola nube allí arriba, todo parecía perfecto, el verdor de los árboles, el rocío en cada una de las hojas de estos…
-April… ¡Ah!, te has levantado temprano- dijo mi mamá asomándose a mi habitación.
-Es hoy- exclamé yo con voz ronca.
-Lo sé-reconoció ella asintiendo mientras sonreía para darme ánimos-.Vamos, cámbiate para que pueda llevarte a casa de los Bennet.
Dicho esto salió de mi habitación cerrando la puerta suavemente, me di vuelta una vez más hacia la ventana, suspiré hondo y decidí que no había por que hacer esperar más a lo que sin duda llegaría.
Me vestí y bajé para comer un poco antes de irme, pero no pude, sentía que si comía un solo bocado todo saldría antes de lo esperado y tal vez en un momento equivocado. Al ver esto, mi mamá decidió que sería mejor llevarme a casa de James a que siguiera solo viendo mi desayuno con cara de asco.
-¿Te encuentras bien?- preguntó estacionando el auto fuera de la casa de mi novio.
-Eso creo- respondí dando un largo suspiro.
-Bien, dile a James que lo veré dentro de un rato- dijo ella sonriendo.
-Está bien- exclamé yo.
Bajé del auto torpemente y miré la casa que tenía frente a mí. Recuerdo perfectamente que me pregunté a mí misma si sería demasiado temprano, pero la verdad es que ya no podía estar un momento más en mi casa torturándome con mis propios pensamientos.
-¡Deséale suerte de mi parte!- exclamó de pronto alguien tras de mí.
Mi mamá aún me miraba desde dentro del auto con esa típica sonrisa que pretendía darme ánimos. Traté de devolver la sonrisa, pero el resultado fue algo más bien como una mueca de dolor.
Escuché el auto arrancar y entonces me volví de nuevo hacía la casa de James. Dentro se veía todo muy tranquilo. Caminé lentamente hasta la puerta y llamé tres veces; pasados un par de segundos abrió la madre de James, la mujer se veía cansada, como si no hubiera podido dormir durante toda la noche.
-Hola, April- saludó con voz somnolienta-. Llegas antes.
-Sí, yo no podía estar más tiempo en casa…
-¿April?
James acababa de llegar hasta el vestíbulo, se veía tan calmado como siempre.