Mírame

Prólogo.

En medio de una espesa lluvia un chico corría dentro de un bosque, traía consigo una camiseta blanca manchada de sangre en un costado de su abdomen y un gran trozo de tela haciendo presión a la herida, con unos shorts de camuflaje hasta las rodillas y unas zapatillas deportivas negras.

Se escuchaban muchos pasos de personas corriendo a unos veinte metros del chico, al igual que varios ladridos desde la misma distancia.

El joven que era, al parecer, perseguido logró llegar hasta un río con fuertes corrientes ocasionadas por la fuerte lluvia, entró al agua sin pensarlo dos veces.

Mientras los perseguidores se acercaban cada vez más, con linternas iluminando su camino.

El chico sorprendentemente cruzaba rápidamente, a pesar de su herida en el abdomen.

Posiblemente hacía mucho ejercicio y cardio, siguió hasta llegar al otro lado muy cansado.

Los perseguidores llegaron justo cuando salió el del otro lado, alumbrandolo con las linternas dando visión del chico, con cabello muy desordenado y negro, junto a una mirada escalofriante hacia ellos.

Se largó de allí, corriendo y aprovechando el río quien logró retener a los perseguidores por mucho tiempo.

La luna se posaba sobre el cielo, brillando intensamente como solo ella lo hace.

Y caminando de bajo de ella estaba el joven herido, a paso lento y cansado, con la vista casi perdida y una mano en su costado mientras hacía una mueca de dolor.

Entre todos los árboles divisó una cabaña algo vieja, y a simple vista desavitada.

Al llegar hasta las puertas rústicas de la cabaña intenta abrirla sin mucha fuerza, sin tener éxito, desesperado comienza a golpearla, intentando que abrirla.

Pero se detiene al escuchar pasos acercarse a la puerta desde el otro lado, se escucha un pestillo deslizarse dando señal de que abrían la puerta.

El chico tranga duro por la situación, no podría enfrentar a nadie en su estado deplorable, conteniendo la respiración se prepara para intentar huir o atacar.

Y de un jalón la puerta se abre mostrando a una mujer algo mayor apuntando con una escopeta recortada mientras que detrás de ella está una jovencita con un bate.

El chico comenzó a sudar frío por la situación pero al mirar detenidamente bien a las dos mujeres intenta hablar.

–N... Necesito ayuda... –. Mencionó quitando la mano de su costando, mostrando una tela blanca manchada de sangre.

La mujer de la escopeta se relaja un poco pero no deja de apuntarle.

–¿Por qué confiar en alguien moribundo?–. Dijo mientras mostraba una mirada dura y fría.

–Por favor... –. La mujer chasquea la lengua viendo al chico joven, lastimado, cansado y mojado.

–Entra–. La mujer pronunció con resignación, dejando pasar al chico sin dejar de apuntarle, quien al entrar calló desmayado sobre el suelo de madera.

–Genial, ahora se desmaya...–.

 

¿Has vivido una vida llena de muerte? 

No, lo sé; es duro, sofocante; te lleva a la locura y te come por dentro. Mí vida se basa en eso, el sentido de justicia no está en mí, por eso caí tan bajo, por eso me llaman asesino y por eso... Me he convertido en un monstruo, no quería esto... Pero no me importa, tengo algo que proteger y cuidar; no caeré, así que... Mírame. 



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En el texto hay: asesinos, romance, sangre y muerte

Editado: 03.08.2020

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