¡mírame, Jhen!

Capítulo 17

-¿Jhen?

Ante su mirada desconcertada aproveche y con las pocas fuerzas me pare y cerré la puerta dejándolo encerrado. El gritó y empezó a golpear la puerta. Con esfuerzo puse la tabla para evitar que salga y me caí al suelo cuando golpeó muy fuerte.

-¡Jhen!-gritó golpeando-¡Jhen! ¿Qué carajos? ¡Jhen! ¡Qué estás haciendo!

-Lo siento Damien pero...

-Jhen-jadeó-¿Qué vas a hacer?

-Yo...voy a solucionar esto.

-¿Qué? ¿Jhen? ¿D-de que hablas?-su voz rota me estremeció, solo una vez la uso de esa manera y fue hace años. Cuando le dije que me iba a ir para siempre-¿Jhen? Cariño...

-No puedo dejar que Annabelle pase por esto.

Las alarmas parecieron sonar en su cabeza por que empezó a golpear de nuevo.

-¡Jhen! ¡Dime que no vas a hacer una locura!

-Lo siento...

-Jhen-susurro en voz baja-Déjame salir y podre ayudarte.

-No, yo hice esto. Ahora debo remediarlo.

-¡Jhen espera!-gritó no pudiendo salir-¡Jhen! ¡Joder!

-Lo siento-susurre sabiendo que él lo oiría.

Y de verdad lo hacía, yo había causado esto. Yo debía solucionarlo.

-Damien...seguro que me odiaras por esto pero tengo que hacerlo, no quiero que nada malo te pase. T-te amo. S-siempre lo hice, incluso cuando dije que te odiaba, era una mentira porque solo pensaba en lo lindo que eras y en lo detestable que era no poder besarte.

-Jhen...

-Lo siento-susurre alejándome.

-¡Jhen! ¡Jhen! ¡Joder sácame de aquí! ¡Por favor Jhen, no cometas una locura!

Me costó montón no regresar y consolarlo pero no podía hacerlo. Debía seguir con el plan. Por suerte no deje que mi corazón se ablandara porque minutos después Pséftis llego.

-Vaya, veo que lo has conseguido-se río-¿Qué tal te va el encierro Damien? Seguro estas calientito ahí.

-Basta-gruñí-has la parte de tu trato.

-Como gustes. Aquí tienes, una rosa blanca.

-Gracias dije tomándola-ella se empezó a acercar a la casa y cuando estaba por abrir la puerta la llame haciendo que se volteara.

-¿Qué?

Le di una sonrisa mientras me encogía de hombros.

-Tengo una pregunta para ti. ¿Cuándo tiempo creíste que tardaría en recordar tu traición? ¿Creíste que siempre la olvidaría?-me reí-no no lo hice, tu misma lo dijiste una vez, soy especial y adivina...eso se aplica aquí.

-¿Jhen? ¿De que estas hablando?

-¿Sabes por qué te puse Pséftis?-ella negó-Porque eso significa mentirosa. Me mentiste, tú causaste esto. Solo querías utilizarme pero no te funciono ¿verdad? Al despertar no te recordé y te bloquee de mis recuerdos. Y como mi mente era fuerte no podía verte, ahora que se debilitó lo pude hacer.

-Jhen ¿Qué haces?-pregunto al ver mi mano en puño brillando con luz-Te arrepentirás.

-Naha, no lo creó-me reí para luego dar pasos largos hacia ella-te veré en el infierno Pséftis.

No le di tiempo de nada, ante sus propios entrenamientos no pudo hacer nada. La alumna venció a la maestra dándole en el centro con plena luz espiritual. Ella me había convertido en un experimento de demonio y humano.

La creadora, murió bajo su creación.

No sentí pena, no sentí nada cuando toque su pecho y ella soltó un grito de dolor. Mi mano quemo su amuleto que colgaba en su collar, y con su luz destruyo su fuente de vida. Cuando caí al suelo por haber saltado sobre ella, sus cenizas cayeron atrás mío.

Mis rodillas se rasparon y empezaron sangrar pero solo me quede ahí. Solo alce la cabeza cuando la sentí llegar.

-Es hora de empezar el show-pronuncie las palabras de manera entrecortada por el dolor que solo hacía de aumentar.

-Jhen estás muy débil.

-Gracias por preocuparte por mi abuela. Solo que ahora es un poco tarde ¿no crees?

El rostro de la anciana mostro asombro para luego darme unos ojos cristalinos. Le di una sonrisa triste. Me pare del suelo como pude y cojeando fui hacia el lago para poner la rosa en el piso y el espejo contra un árbol.

-Lo siento Jhen-soltó a mi lado-Perdóname por haberte dado la espalda.

-No importa-murmure apretando los dientes con fuerza al sentir una punzada en mi pecho.

-Claro que importa, si solo yo te hubiera apoyado y escuchado...todo esto no habría pasado. Tu seguro hubieras tenido una vida normal, te hubieras casado con Damien, hubieras tenido hijos y los hubieras nombrado como lo deseabas. Hubieras sido feliz.

-No importa abuela. A pesar de todo lo que paso, nunca te vi como una culpable. Querías lo mejor para mí.

-Él era y es un gran muchacho. Hubiera sido un gran marido y padre-sus ojos se humedecieron-Lo siento, Jhen.

-Te perdono abuela, aunque nunca te eche la culpa. Tú conciencia puede también descansar en paz. Deja de rondar este mundo, ya no perteneces a él. Has conseguido lo que hace años anhelabas, mi perdón. Y lo tienes, tienes que irte.

-Lo sé. Solo déjame quedarme hasta que todo esté solucionado.




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