Mis 4 hombres y yo

CAPÍTULO 23

Ana:
Me llevaron a la habitación y me colocaron en la cama suavemente.
Después todos se colocaron alrededor de la cama y me miraron fijamente con lujuria.
Queremos que sepas, mas bien que entiendas, que eres solamente nuestra, y de nadie más, desde ahora nosotros mandamos en tu vida, solo en una parte de ella; si es que lo aceptas.—Habló Lucas, a quien jamás había visto de esa manera tan posesiva.
—Así es ana, es tu momento también de lucirte, y de terminar de crear esta pasión que existe mutuamente, no solo de ti y de mi, si no ahora de los demás también,(los 4 hermanos).—Dijo frank.
—Y claro que tu puedes decirnos si estás de acuerdo o si no lo estás, también puedes exigir que paremos, de acuerdo preciosa?.—Demandó ahora edward, a quien no le dirigí la mirada porque seguía avergonzada de la estupidez que había echo, aunque por esa estupidez, me encuentro aquí a punto de cumplir una de mis más grandes fantasías.
—Y que dices ana?, estas de acuerdo?.—Parló bruno, quien había estado callado durante toda la "conversación".
—Esta bien, siempre había querido experimentar algo así, entonces...acepto.—Respondí sin rodeos.
—Empieza edward, porque es su pareja.
—Dijo Lucas.
—Mi mujer, querrás decir, pero si, es para que te vayas acostumbrando a la situación, y ya poco a poco mis hermanos también irán contribuyendo.
Edward me desnuda como si fuera una niña pequeña, lo hace delicadamente y de una forma lenta.
Hasta que quedó completamente expuesta ante los hermanos, y la regla es, ninguno puede tocarse hasta que por lo menos uno haya terminado su trabajo.
Me toma de las caderas para acercarme más a el, roza sus dedos contra mis pezones y la otra mano la pasa por mi vagina, como si la estuviera limpiando.
Su tacto es tan suave que quiero venirme ya, pero me contengo puesto que apenas esta empezando.
Abro la boca y el introduce sus dedos en ella, los chupo para luego dirigirlos hasta mi cavidad.
Los introduce lentamente mientras me mira atento, para no perderse ninguna de mis reacciones.
—Te gusta ana?, aunque no me contestes yo se que te encanta, eres tan sexy, me fascinas.—Dice Edward yo asiento y el comienza a mover sus dedos de una manera rápida, mientras que el sonido de mis fluidos inunda la habitación.
—Mierda edward!.—Logró pronunciar ya que a causa de sus movimientos tan rápidos en mi clitoris no me permite casi hablar.
—Eso nena, gime para mi, grita mi nombre, gritalo.
—Oh dios.—Gime Lucas.
—Esto es tan pecaminoso, pero... exitante.—Habló Frank.
—Te vez tan exquisita, tan abierta, y expuesta.—Dijo Edward.
Después de tanto estoy lista para venirme, y edward lo recibe abriendo la boca, para después deslizar su lengua por toda mi cavidad y meterla y sacarla.
Grito a causa de la imagen que está enfrente de mi, y los demás se acercan para masturbarse encima de mi y venirse en mis tetas, abdomen y cara.
—Ohh si, que preciosa te ves.—Dijo bruno mientras aceleraba sus movimientos.
—Necesito llenarte esa linda carita, nena.—Habló Lucas.
—Te gusta?, te gusta como te damos placer los cuatro y nos masturbamos encima tuyo?.—Preguntó ahora frank, quien se había visto muy serio y ahora tan candente.
Asentí y me prepare para meterme dos de sus deliciosas pollas a la boca, mientras que los observaba con lujuria.
Edward seguía probandome y bruno se concentro en mis pechos, que mordía, lambia y succionaba como si fuera un caramelo.
A continuación todos se ponen frente a mí y me ordenan que me arrodille, lo hago y chupo mientras algunos se vienen en mi boca.
—Amarrenla.—Ordena bruno.
Me amarran de pies a cabeza.
—Que prefieren, boca o ojos?.
—Yo opino que ninguna, porque los necesitamos que vea lo que le vamos a hacer, y que nos folle la boca—Dijo frank.
—No sabia que tenias ese vocabulario, señor educado.—Habló edward.
—Guarda silencio, que nadie te pidió tu opinión.—Ahora hablo bruno.
—Ya!, no me tapen ninguna de las dos, solo a ustedes se les ocurre pelearse en pleno acto sexual. —Grite.
—Tranquila nena, ya te vamos a follar, se paciente.—Habló Lucas mientras acariciaba mi cabello.
Y por fin lo decidieron, no me iban a amarrar absolutamente nada, hasta me desataron las manos y los pies, pero eso si, me colocaron esposas alrededor de las manos.
—Coloquenle la venda en la boca, esto será para que aprenda que no tiene que gritar.—Dijo Lucas.
Y así fue.
Me colocaron un poco inclinada cerca de la cama, y a continuación azotaron mi trasero con lo que parecía ser... un "latigo".
—Te lo mereces por ser tan habladora, por no respetar, ni si quiera a mi que soy tu casi esposo, por eso te azote tan fuerte y te llenare tanto de mi que aprenderás de quien eres, entendiste ana?.—Demandó Edward.
No conteste... y vino el segundo azotando.
—Linda, te hablé, entendiste o te lo aclaro?.—Preguntó y tarde en contestar.
—Si!, si entendí.
—Si que?.
—Si entendí, mi señor.
—Perfecto.
A continuación sentí como Edward me la metió bruscamente y de una manera rápida, sin control, haciéndome gemir y gritar de placer.
Mientras lo hacía también me nalgueaba, y eso aumentaba el placer por alguna razón, y aunque no lo había experimentado, me gustaba, aunque aun no me acostumbraba al dolor.




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