Mis 5 Chicos (m5c #1)

Parte 24

Ese mismo día, en la mañana. Tras descansar unas pocas horas de sueño. Salí a correr para comenzar mi día con energía — o eso decía la chica del comercial de ejercicio —. La verdad, lo hacía para liberar estrés. Mi cuerpo estaba demasiado tenso y yo no me estaba tranquila en un lugar sin empezar a divagar. 

 

Salí a eso de las cinco de la madrugada, para regresar a las seis, comer, bañarme e irme a trabajar. 

 

Corrí como unas cinco cuadras, y para ser mi primera vez en esto, mis piernas me dolían y picaban como si millones de hormigas caminarán sobre mí. Era realmente cómodo, y en algún momento, me caería.

 

En cuanto supe que no podría más, me detuve y comencé a caminar lento, mientras recuperaba mi respiración. Observaba todo a mi alrededor. Esta parte de la ciudad es casi parecida a dónde vivía, casas grandes, jardines extravagantes. Pero, sobre todo, personas normales. 

 

Estaban los que salían con sus perros, a caminar, a esperar el transporte. O simplemente a regar sus jardines. 

 

Me detuve a saludar a la sra Mary y su pequeño cachorro, Dig. Era una señora regordeta, y con años más que mi madre. Era mayor pero no demasiado. Blanca con una sonrisa encantadora. Vivía junto a nosotros, al lado izquierdo. 

 

— Buenos días. — saludé, mientras quitaba mis auriculares. 

 

— Buen día, cielo. — respondió amablemente. — ¿Cómo es vivir con ellos? — pregunto muy para nada discreta.

 

— Bien, me adapté fácil. Son tranquilos.

 

— ¿Si? Es raro, ya que, siempre gritaban. 

 

— ¿Cómo? — sonreí estupefacta.

 

— Si, siempre estaban peleando, gritando rompiendo cosas. O salía uno a gritar al jardín dando un puertazo y se iba. No es que sea chismosa. Pero aquí todo se escucha. — finalizó. 

 

No es que sea chismosa. 

 

¿Qué no lo era? De todos los vecinos, ella era la primera en decirme esto. O realmente era chismosa, o los vecinos no se animaban a decir cosas que no eran de su incumbencia. 

 

— No entiendo nada. — dije, y miré la puerta de casa. 

 

Realmente esto era extraño, ellos siempre estaban bien. Todo estaba bien con ellos. Era eso o también me ocultaban algo. Cosa que me niego a creer. 

 

— Si, a simple vista se ven buenos y tranquilos y realmente lo son, pero a la forma superficial. Pero, dentro de su casa, en sus problemas son gritos y peleas. Es extraño. Pero, desde que tú llegaste nada sucede. — finalizo, cerrando el grifo. Y caminando a su porche con dig tras de ella.

 

— Pero, yo.. 

 

— No hay mucho que explicar, linda. — me cortó. — Anda, de seguro tienes que trabajar. — dijo y entro a su casa.

 

Dejándome sola en media calle. Y con más preguntas en mi cabeza. 

 

Caminé a paso lento, mientras iba perdida en mis pensamientos. Subí las escaleras del porche. Iba a colocar la llave en la cerradura pero giré y miré la calle de vuelta. 

 

Todo realmente parecía tranquilo y pacífico aquí. 

 

¿Me estarían mintiendo? 

 

Me obligué a lanzar todos esos pensamientos al fondo de mi cabeza, imposible ellos no me podrían mentir. 

 

Metí la llave en el picaporte de casa, y entre. 

 

Tras cerrar la puerta, coloque una sonrisa en mi rostro. Caminé hasta la sala y todos giraron a verme. 

 

— ¡Buenos días! — dijieron todos al insomnio. 

 

— Bueno días. — repetí caminando a la cocina. 

 

Ya adentro de la misma, tomé un vaso de agua y me lo tomé. Luego de acabarlo coloque el vaso en la fregadora y me encaminé a la mesa tras ver un objeto que, claramente no deje aquí. 

 

Mi celular. 

 

— ¿Qué hace aquí? — pregunté, luego de tomarlo.

 

Nadie respondió. Ethan veía al televisor, James cocinaba y Ray estaba en su celular. Y Thomas, él estaba en lo suyo. 

 

— Estaba sonando mucho, era Rick. — respondió Ray tras unos segundos. 

 

Oh, era mi jefe. 

 

— ¿Pasó algo? — añadí luego de asentir. 

 

— Si, quería saber si ibas hoy. Le dije que no estabas en casa, y dijo que estaba bien si no trabajabas. — pauso y dejó de ver su celular. — ¿Cómo te fue? — añadió luego de echarme una ojeada. 

 

Me tense tras esa mirada. Aún recordaba las palabras de anoche. Él se veía tranquilo, y yo estaba toda tensa y nerviosa. 

 

Trataría de estar como él, pacífica. Cosa que, claramente no sería posible.

 

— Bien, aunque sé que, luego de que me siente o me acueste en un lugar. Mis músculos pasarán factura de hoy. — respondí. 

 

— Razón uno, para no hacer ejercicio. — grito James desde la cocina. 

 

— Si claro, pero tú no necesitas hacer nada para estar bien. — grité y se asomó por la ventana de la misma. 

 

— Al igual que tú, siempre vas bien con la que sea. — me guiñó un ojos, y le saqué la lengua. 

 

Él era extraño, pero era mi amigo. Sus comentarios eran a veces sarcásticos o, incluso con doble sentido. 

 

— ¿Qué se hace hoy? — añadió Ethan, luego de colocar el televisor el mismo canal de música en dónde cantaban los chinos. 

 

— Oh no, no, no. — repetí tras ver el televisor. Me acerqué lo apagué. — Yo no escucho eso. Lo siento.

 

— A nadie aquí en realidad, pero es lo que se escucha en las mañanas. — chisto Ethan y lo encendió de nuevo. 

 

— A. 

 

— ¿A? — pregunto. 

 

— Si ser idiota fuese una materia tendrías A. — respondí. 

 

— Ouuu — chilló James. — Oficialmente una chica te dejo sin palabras. 

 

Sonreí triunfante, y subí las escaleras para darme un ducha. 



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En el texto hay: realidad, suspence, romance +18

Editado: 04.06.2021

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