Hoy tendríamos una cena con mi madre y Nicole. Estaríamos todos excepto, Thomas y Jeff, que salieron desde temprano y aún no regresaban. Quedamos en algo normal. Pero, aún así todos insistieron en que fuese formal.
Había preparado la cena junto a los chicos. Bueno, ayude a Ethan y a Ray a cocinar.
Luego de dejar todo listo. La mesa, la comida, la sala. Subí a arreglarme.
Ya estaba duchada, solo faltaba vestirme.
Me coloqué mi falda de cuerina negra y mis botas negras, y por supuesto, camisa negra. Dejé mi cabello suelto, y me enfoque en mi rostro. Dirigí mi vista a la puerta que se abría dejándome ver a un Ray bien vestido.
Al parecer, nos habíamos combinado mentalmente. Iba con una camisa negra y pantalón del mismo color, y sus rulos sueltos.
— Algún día tendrás que tocar. — dije viéndolo desde el espejo.
— ¿Para qué si igual sabes que soy yo? — soltó de forma automática. — ¿Esperabas a alguien más?
Puse los ojos en blanco.
— Si, a mi madre. — respondí.
— Te ves bien. — soltó tras echarme una ojeada.
Colocó su dedo pulgar en su labio inferior y lo succionó.
Oh no.
— Detente. — giré y lo miré frente a frente. — Alto ahí toro, hoy no. — lo señalé
— Vale — levantó sus dos manos al aire. — . ¿Besito? — puso boca chiquita.
— No — sonreí y él me miró mal. — . Te espero abajo. — Pase por su lado, y palmee su hombro.
Salí al pasillo y él venía detrás de mí.
— Eres mala. — soltó mientras empezábamos a bajar las escaleras.
— Y tú infantil. — le saque la lengua. Y baje más rápido que él.
En cuanto llegué abajo, Ethan seguía con la misma ropa echado en el sofá. Puse cara de horror.
— ¡Qué haces! — grité. — Mi madre está por llegar.
— aún tengo tiempo. — respondió lejano.
— No lo tienes. — chillé mientras me cruzaba de brazos.
— ¿Por qué gritas? — añadió Ray llegando al lugar.
— ¡Tu amigo no está listo y mi madre está por llegar! — chillé de nuevo.
— Ethan, le va a dar algo, anda a cambiarte. — dijo en tono burlón.
— Uy si, el novio al rescate. — ironizó.
Giré mi vista y cuello hacia Ray al estilo excorsista. Él le daba una mala mirada a ethan.
— ¡Se lo dijiste! — añadí.
— Yo.. — no sabía que decir.
— Soy su mejor amigo, tenía que saberlo. — añadió Ethan. Cómo si eso fuese un gran argumento.
—Lo dijiste. — repetí y me fui a la cocina. Dejándolos solos.
— Linda.. — trato de buscarme pero no sé lo permití.
No estaba del todo molesta, solo decepcionada que solo eran dos semanas y ya alguien lo sabía. Bueno, dos, yo le dije a Nicole.
Eres mala.
Entre a la cocina y coloqué seguro para que no entrará. Quería ver cómo actuaba bajo presión, bajo el saber que estaba molesta.
Sentí que trato de abrir la puerta pero no pudo, colocó su cabeza en la puerta.
— Linda..lo siento... ábreme .
Él estaba mal, y yo estaba medio enojada, No pudo guardar el secreto. Si no podía guardar algo mínimo ¿Cómo podría guardar cosas grandes?
Tú tampoco
Pero, es distinto.
¿Si?, ¿en qué?
No hay diferencia.
— Sé lo dijiste. Te dije que nadie tenía que saberlo. — respondí, también pegada a la puerta.
— Lo siento, sólo él sabe. Nadie más.
— ¿Cómo sé qué no mientes? — añadí en tono bajo.
Agradecí que no estaba viéndome. Porque, si lo hacía, sería peor.
— ¿Desconfías de mí? — pregunto tras unos segundos.
El timbre sonó y ninguno se movió a abrir, bajo James y abrió.
— Dime. ¿No confías? — repitió.
Estábamos tan centrados en nuestra conversación que no notamos que mi madre había llegado. Esperábamos la respuesta del otro. Más sin embargo, ninguno decía nada
— ¿Por qué Ray le habla a la puerta? — escuché que mi madre decía.
Y con eso bastó para abrirla. Abrí la puerta, y Ray casi se viene encima de mí. Pero se recompuso rápidamente.
Él busco mi mirada y se la concedí. Solo asenti. Y esperaba que eso bastará para decirle que sí. Si confiaba en él. Y que, tendríamos que hablar.
— Hola, mamá. — la saludé pasando por un lado del mismo.
—Hola, linda. — respondió. — ¿Cómo estás? — dudó.
— Bien.. — giré mi vista a Ray que tenía la mirada perdida. — Todo bien. ¿Cómo está...todo por allá?
— Él está algo mal. No está siempre en casa. Cuando está me ignora a toda costa, y se la pasa en tu habitación.
— No sé que piensa, dejo de llamarme hace unos días. Pero no pienso hablar con él.
— Algún día tendrás que enfrentarlo. — me riño
— Lo sé. ¿Y Nicole? — miré sobre su hombro y no estaba.
— Dijo que ya nos alcanzaba. — respondió, mientras se acercaba a dejar su bolso en la mesa. — Te ves bien.
— Lo mismo digo, pequeña. — añadió James. — ¡Bien es poco, estás ardiente! — vocifero.
Traté de sonreír, pero no salió tan natural. Giré mi vista hacía Ray. Y lo encontré mirando fijamente a James. Sintió mi mirada y me hecho una ojeada rápida y me quitó la mirada de inmediato.
— Dayana. — saludo a mi madre. Y siguió de largo planta arriba.
— Voy a por un pastel, ahora vuelvo. — se despidió James.