Hoy había venido a trabajar, al igual que toda la semana, y faltaba poco para terminar mi turno. Habían venido unas quince personas en todo el día. Podría decir que es un día movido.
Ahora mismo estaba sola, mirando mi celular. Había llegado otro mensaje, el tercero de la semana. Estaba empezando a preocuparme. ¿Me estaban vigilando?.
Número desconocido.
Tic, toc.
Falta poco.
No bajes la guardia.
C.B
Estaba demasiado nerviosa, y sola. No le había comentado a nadie esto. No sabía si hacerlo o ocultarlo. ¿Quien era CB? ¿Y que sabía esa persona de mí?
La puerta del local se abrió y la campanilla sonó, causando un gran susto en mí. Mire hacía arriba era Ray, suspiré aliviada mientras regresaba a mi respiración normal. Seguro mi cara era de horror
— ¿Todo bien por aquí? — saludo llegando a la barra. — Estás pálida, ¿todo bien? — de un momento a otro estaba a mi lado, tras de la barra.
— Si, todo bien. — asenti, mientras guardaba mi celular. Y me levantaba a ver flor por flor, para no tener que explicar nada.
Salí rápidamente de la barra y me coloqué en el otro extremo.
— No huyas. — agrego llegando a mi lado. — Estás rara. Desde hace unos días.
— Puf, claro que no. — chillé haciendo un gesto con mi mano. — Estoy bien.
Tomó mi cara para obligarlo a verle. A veces podía llegar a gustarme que hiciera eso, pero ahora, lo hace en cada situación.
— Uhm. — me miró a los ojos. — Te tengo una sorpresa, es solo si quieres, pero podemos hacerlo.
Dudé unos instantes cuál podría ser su sorpresa. Pero no llegué a nada.
— Dime. — sonreí.
— Te puedo llevar con tu abuelo, si quieres. — habló. Tras unos segundos
La propuesta era tentadora y la verdad si quería verlo. Más sin embargo, hay un problema: Mi trabajo.
— Si, claro. — Acepté. — Pero, aún no acabo mi turno.
— Podemos esperar. — trazo un camino con sus dedos sobre mis hombros.
Me removí en mi lugar inquieta, y sonreí.
— ¿Puedes por favor dejar de hacer eso un lugar público? — me quejé hasta donde pude me estaba quedando sin habla.
— Nadie nos ve. — beso me cuello. — Así que no es un lugar público. — volvió a besarme.
— Ray.. — suspiré. — Estoy en horas de trabajo. — Hablé como pude.
Volvió a besar mi cuello sin importar lo que dije. Y trazo un camino con besos está mi clavícula la besó y poco después beso mis labios.
Sabía que lo que estábamos haciendo no estaba bien, alguien podría vernos o peor. Pero aún así, no lo detuve. Tomó la coleta de cabello en un puño y jalo de mí, para tener más exceso a mi boca. Y con la otra mano, empezó a acariciar mi pierna.
Volví a removerme y está vez lo alejé, antes de que llegará más allá y yo no supiese que hacer.
— Detente. — lo separé, lamí mis labios recuperé mi respiración viendo al piso. — Nos podrían ver.
— Oh vamos. — se quejo.
— En serio, todo va de maravilla aquí, y no pienso perder mi empleo porque tú no te controles. — Lo empuje con mi dedo. Y me separé de él y me adentré tras la barra.
— Volviste a ganar. — se rindió. — ¿A qué hora acabas? — agrego, colocando todo su peso en la barra.
Miré mi celular para ver la hora, y lo menos que hice fue eso. Había otro mensaje. Traté de no demostrar nada, pero me tense.
— Creo que.. amm — vacilé nerviosa. — Ya acabé.
— ¿Segura? — dudó y asenti sin mirarle. — Sam..
— Ya acabé. — lo miré y guarde el teléfono. Recogí mis cosas y le dejé una nota a Rick. Caminé fuera de la barra para salir y me jaló del brazo y quedé frente a él.
— Que pasa. — ordenó. Y se cruzó de brazos.
— Nada, estoy bien. — sonreí y lo tome de la mano. — Vamos. — lo jale hacía la puerta.
Tic, toc.
¿Te animas a saber la verdad?
Falta poco.
C.B
* * *
Estábamos en el estacionamiento del local de abuelo. No sabía si bajar ir, o huir. Mis manos sudaban, estaba nerviosa. Frote mis manos como unas seis veces
— Todo está bien. — Ray llamo mi atención. — Si quieres no pasamos.
— No..digo yo si quiero. — Titubee. —Esta bien, vamos. — me relaje.
— ¿Segura? — preguntó y asenti.
Iba a tomar la manilla de la camioneta pero no lo hice. Recordé algo que estaba en mi mente por mucho.
— Oye.. — inicié nerviosa. — Hace unos días hablé con la sra Mary.
— ¿Si? — detuvo todos sus movimientos para verme.
— Si, me dijo que ustedes peleaban mucho. Y gritaban — no termine la frase porque me interrumpió.
— No le creas, nada de lo que diga es cierto. — zanjo de una manera automática.
— Al principio no le creí, pero, después de lo que dijo Thomas dudé.— continúe segura.
— No le creas. — repitió.
— ¿En serio por eso están en mi vida?, ¿por un plan? — seguí hablando, tenía que hacer esa pregunta. — Dime la verdad. Porque esa teoría no me la creo. — lo miré y esquivó mi mirada.
Tomé su brazo pero no giro su cara, miraba fijamente el volante. Removí un poco su brazo y nada.
— Yo..no.. no puedo. — dudó y soltó.
— ¿Qué no puedes? — repetí.
— No puedo decírtelo. — termino. El tacto en su brazo aflojó y poco a poco quite mi mano.
Asentía varías veces, aunque él no me viera.