Mis 5 Chicos (m5c #1)

Parte 28

¿Por qué había actuado así?

 

Reí para mis adentros, mientras revisaba  el cuaderno de cuentas. Negué con la cabeza recordando cómo me había puesto está mañana. 

 

Nerviosa, asustada, sólo porque un chico beso mi mano y mi novio iba al lugar. Parecía una colegiala qué tenía que preocuparse de que su novio universitario no fuese rompiendo caras por doquier; ¿Bonito eh?

 

Volví a sonreír. Traté de concentrarme, más sin embargo, la campana de entrada sonó y levanté mi vista. 

 

Él susodicho.

 

— ¿A qué viene esa sonrisa? — Él también sonreía. 

 

— Nada. Estaba recordando lo de está mañana. — respondí volviendo a ver el libro.

 

— Ya, sonreías como colegiala por el John Frinch. 

 

Y ya estaba enojado. No tenía que levantar la mirada para saberlo. Respondí entre dientes mientras gruñía.

 

— No, si no por como me puse al verte. — respondí señalandolo con el lápiz. 

 

Y técnicamente eso hacia. Y, básicamente, sigo siendo una colegiala con un novio universitario. Yo aún no termino el instituto, y tampoco creo que lo haga. El volver es algo que lo veo muy lejos, aunque también, solo debo terminar el curso para iniciar la universidad. Pero, como ya dije, no creo hacerlo. Volver sería concentrarme demasiado en mis notas las cuales bajaron, cosa que no haré. Sería volver a estar en un lugar con personas que no soporto, y, además, ir a un lugar que dice por todos lados "La hija del empresario está aquí" 

 

Meneo mi cabeza sacando esos pensamientos. No tiene sentido pensarlo siquiera.

 

— ¿Qué? — hablo y dejé de pensar para verle.

 

— Nada, pensaba en el instituto. — ¿Y su universidad? Nunca lo había visto estudiar, a ninguno, de hecho. 

 

— Ah, ¿tienes que iniciar? — añadió cerca de la barra.

 

— Si, en unas semanas. Mas sin embargo, no pienso hacerlo. — Volví a centrar la vista en el libro.

 

— Detente el rollo— bramó. —. ¿Cómo qué no piensas hacerlo? No vas a dejar los estudios. — decremino realmente serio.

 

Ahogué un risa que salió como un grito ahogado y lo miré estupefacta.

 

— A ver, papá — me removí en mi silla como acto dramático —. No pienso volver porque uno: No pienso estar en un lugar el cuál es pago por Michael. Y, dos, y más importante, no pienso juntarme con esa gente, sería volver a ver a Amber sus zorras plásticas y...tener qué recordar cosas feas. — coloque el lápiz en el libro y lo cerré fuertemente y sonreí. 

 

Cosas feas: El beso de Louis, y todo ahí tiene que ver con Louis.

 

— Ya, la capto — se despegó de la barra y comenzó a explicar —, primero no puedes privarte de cosas que serán necesarias para tu vida  porque Michael las custodie, ya entiendo que no quieres nada él pero no puedes hacer nada. Eres su hija y por más que sea no dejará de cuidarte y pagarte las cosas. Sólo por esta vez, usa en tu beneficio que la escuela esté paga, ¿con lo qué ganas aquí podrías pagartela? No. 

 

Había empezado a darme un monólogo cuál diplomático y me había dejado sin habla. Cuándo pude trate de hablar pero no me lo permitió.Y así continúo

 

—: Lo mismo con las tarjetas de crédito, las tienes y no las usas. Podrás no tener conexión con él, pero mientras las uses y él tenga que pagarlas sentirá que tiene contacto contigo aunque no sea directo. Estás tratando de empezar tu vida, y eso está bien, aún así, no es el momento que lo hagas no has terminado tus estudios para creerte dueña de calle. —  termino y lo miré mal. 

 

— Gran monólogo lo admito, pero no voy a discutir contigo sobre esto. No voy a volver con esa gente. El punto que él pague la escuela no lo es tanto, claro que no me la pagaré yo. Más sin duda alguna, no veré a esa gente otra vez. 

 

— ¿Qué te hizo esa gente? Jesús. — exclamó y volquete mis ojos.

 

— Amber, joderme la vida desde que llegué. Los demás, nada. Solo me caen mal, es algo así cómo no les hable nunca pero siempre murmuraban por allí. 

 

— ¿Amber? Y esa quien es. — su cara cada vez pasaba de confundido y extraño.

 

— Amber es también la hija de un empresario, todo era dinero, ropa, fiestas, tiras la casa por la ventana. Me hizo la vida imposible desde qué llegué, vete tú a saber por qué.  

 

— Ah, vale. Lo que aún no me cierra es, tan temperamental que eres sé me es extraño que no le hayas echo nada. — prácticamente se ríe en mi cara.

 

— Si, bueno. Antes era..,no lo sé, muy..., pacífica. — realmente no sé cómo explicar lo que yo era antes. Lo que tengo en claro es que esa ya no soy yo.

 

— Pacífica, claro — se ríe en mi cara —. Ya me imagino que pasará se le ves. 

 

— Exacto. — completo. — Por cierto, tienes que dejar de interrumpir mis turnos de trabajo. 

 

No era la primera vez que venía aquí y me desconcentraba. Normalmente, y hasta ahora, nadie a venido. Y lo agradezco. Igual esto no está bien.

 

— Eso no es cierto. Son las tres — mira su reloj de muñeca —. Ya tu turno acabó. 

 

Negué con la cabeza sin entenderlo. Miré mi celular y lo tome, no lo había visto en todo el día. No tenía mensajes, solo llamadas de mi madre. 

 

No había hablado con ella desde la cena, menuda sobr...hija. Realmente ya ni me reconozco. 

 

— ¿Comiste? — habló y me saco de mis pensamientos. Negué guardando todo en su lugar. — Joder, ese tipo te va a explotar.

 

— No digas eso, no he comido porque no quise, ya está. — le miré mal saliendo de la barra. — ¿Tu sí? Comamos con los chicos. Ya ni les veo el pelo.

 

— De acuerdo. — asintió. Tomó mi mano y salimos de la florería. Me giré para cerrar con llave y un sobre en el suelo llamo mi atención. 



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En el texto hay: realidad, suspence, romance +18

Editado: 04.06.2021

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