El cuervo canta como un ruiseñor,
Nadie lo oye mientras expresa su voz.
Entre cantos y llantos se da cuenta que está destrozado,
Su pecho vibra con un eco quebrado.
El pasado lo desplumó, lo dejo sin abrigo.
Ahora es una gallina con sueños de cuervo herido.
Aun así, canta, en un intento perdido,
De reunir las plumas que el tiempo le ha quitado.
Sabe que el ayer lo seguirá como sombra fría,
Pero aún lo enfrenta, cada noche, cada día.
El cielo lo ignora, el viento lo engaña,
Pero su canto insiste, aunque le sangre el alma.
La noche como testigo ve su propio reflejo,
Y calla, solidaria con su viejo espejo.
El deseo de volar, aunque no pueda,
Lo consume lento como fiebre que no cede
Y así vive el cuervo, sin cielo ni rama,
En una lucha constante, que amarga, pero no acaba.