Camino, tropiezo, me vuelvo a parar,
el suelo no cambia, la meta no está.
Tres pasos al frente, cinco hacia atrás,
mi sombra se burla, no quiere avanzar.
Las horas me pesan, los días se van,
mi esfuerzo se esfuma en aire y sal.
Grito en silencio, nadie escuchará,
soy eco de intentos que el viento se lleva al pasar.
Mi cabeza se burla, no quiere ayudar,
mis ideas pelean, no saben pensar.
Mi cuerpo me tiembla, me quiere dejar,
y yo estoy sentada... sin saber empezar.
Las metas me miran con forma de espejos,
reflejan lo lejos que estoy de mis sueños.
Trabajo y me rompo, me trago el dolor,
pero el mundo responde con más desamor.
Mis manos ya tiemblan de tanto intentar,
me abrazo en la noche sin poder descansar.
Las risas ajenas perforan mi piel,
y en cada fracaso me siento menos fiel.
Pero aun con toda la oscuridad,
algo me alienta a continuar.
Estoy sangrando de forma interna,
pero aún así siento que debo avanzar.
No sé cuándo, no sé cómo ni dónde,
pero en algún momento… lo voy a lograr.
Aunque el cansancio me empuje al abismo,
yo seguiré, sin rendirme a mí mismo.