Mis días con Kate

Capítulo 02

Pasó un año desde entonces y un millar de cosas. Cambiamos de año escolar, a Tom lo transfirieron a otro instituto, una nueva alumna llegó a hacerle la guerra a Clarisa y la profesora de literatura fue despedida. En torno a su despido hubo miles de historias como suele suceder siempre. Unos decían que renunció, otros que insultó al director e incluso hubo quien susurró que tomaba drogas. Ninguno de esos rumores era cierto. La verdad fue que varios alumnos del primer curso les habían platicado a sus padres sobre las horas libres de literatura. Los padres se quejaron con el director y ante tantos testimonios parecidos no tuvo más opción que despedirla y buscar un sustituto. Para el alivio del ochenta por ciento del alumnado de McAllister, no se encontraba un sustituto, por lo que la hora de literatura siguió siendo libre por un buen tiempo.

Aquel nuevo año escolar venía cargado de sorpresas; agradables, desagradables e impactantes. Aunque sé que nadie tuvo aquel año tan difícil como Kate.

Todo empezó la cuarta semana de inicio de año. La nueva estudiante se llamaba Lisa, era alta y delgada, bastante bonita, llevaba siempre la manicure hecha, se maquillaba con tonos suaves y estaba dispuesta a desbancar a Clarisa. Aquel año Lisa amargó más vidas de las que planeaba.

En efecto: desbancó a Clarisa, ese año tuvimos nueva representante de belleza. Cristian se enamoró de Lisa y ella se aprovechó de él. Todo el mundo lo sabía pero nadie se atrevía a decírselo. Incluso yo intenté decírselo una vez, pero me gané un insulto. Lo bueno de aquella discusión fue que obtuve un abrazo y una consolación por parte de Kate.

En tres meses Lisa convirtió a Clarisa en una alumna más, a Cristian en un perro faldero y a Kate la confinó a la soledad hostil de un instituto. Le quitó a su mejor amiga. Alina se sintió atraída por el encanto de la popularidad que Kate no podía ofrecerle. Cualquiera pensaría, ¿por qué fue su amiga en primer lugar? Yo también me lo pregunté, pero luego de hacer las preguntas y las observaciones correctas, descubrí el por qué.

Clarisa era popular, era la más linda del salón, era divertida, extrovertida y olía a chocolate, pero no le agradaba Alina. Compartía con ella su Seventeen porque Alina no le dejaba más opción, pero en los recesos se alejaba de ella, por eso Alina se hizo amiga de Kate. Fue una tarde en el barrio donde viven, se encontraron en una bodega, hablaron sobre el instituto y se agradaron; pero Alina no había perdido las esperanzas de ser popular y aquel año Lisa fue su escalera hacia su sueño adolescente.

No se había desligado de Kate, tenían tres años de amistad, pero se alejó lo suficiente como para entristecer a alguien que no contaba con nadie más. Así fue como la vi en varias ocasiones sola en los recesos, sentada en un banquito, con una empanada caliente en las manos, la mirada perdida en el suelo y la tristeza dibujada en su rostro.

No me gustaba verla así y me culpo por no haberla acompañado tantas veces como debí. Pero tenía dieciséis años, era un niño y me divertía jugar al póker con Emilio, Cristian y Jack. Inclusive, y no me justifico, en ocasiones no me dejaban ir con ella.

— ¡Hey Julian! echémonos una partida de fútbol.

—¡Hey Julian! Una mano de póker. ¿Qué dices?

A veces creo que yo tuve la culpa. Si les hubiera dicho a mis amigos que estaba enamorado de Kate no me habrían puesto tanto problema y puede que hasta me hubieran ayudado a conquistarla. Pero no se los dije. No se lo dije a nadie. Lo escondí en lo más profundo de mi corazón y dejé a Kate confinada a horas de soledad.

A veces me gustaba pensar que esa soledad contribuyó a sus historias. Pero no era más que un pretexto para calmar mi culpa.




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