Mis Días Contigo

Capítulo 8

Abro los ojos después de llevar un buen rato intentando dormir pero no hay caso, una vez que me despierto es difícil conciliar el sueño. Ni bien me siento me doy cuenta que la sábana no está a la vista, algo que siempre pasa cuando el calor es insoportable por las noches. Ni hablar de los mosquitos, son de lo peor y en cualquier momento del día están para chuparte la sangre. Solo que ni los sentí, aunque en realidad no me desperté en toda la noche.

Ayer ni bien terminé de tomar mate, dejé a Luciana acompañada de su novio mientras Abel seguía barnizando algunos muebles. Verlo con esa ropa que le queda muy chico, hablo con él y quedamos en ir al pueblo por buscar algo que se adapte a su cuerpo. No debe ser de lo más cómodo cuando estás pendiente de que no se rompa en un descuido.

¡Me salté la cena! Si llega a saber la nutricionista del club me manda a la mierda.

Busco a tientas las muletas y me pongo de pie. Menos mal que estoy sola y que es temprano para que Abel pueda verme en ropa interior, ya sería bastante vergonzoso cuando no llevo ni veinticuatro horas acá. Ahora no sé como salir de mi habitación para buscar la valija, y con cuidado abro la puerta para dar el primer paso y me llevo por delante algo que hace demasiado ruido en medio del silencio. Escucho unos pasos acelerados cada vez más cerca y entro a la habitación. ¿Quién tuvo la idea de poner la valija delante de la puerta? Con dejarlo a un lado estaba perfecto, ¡No estoy ciega como para no verlo!

- ¿Valentina?- escucho la voz gruesa de Abel y puedo jurar que se me eriza la piel- ¿Estás bien?- entreabro la puerta cuando veo su sombra.

- Perdón por despertarte, pero la valija se podría haber dejado en un lugar retirado de la puerta...

- No creí que te despertaras temprano.- suspiro y abro la puerta para luego asomar la cabeza. Lo primero que veo de él es su pecho, no tiene remera puesta y el vello es bastante notorio por su piel blanca- La chica rubia anoche hizo la cena y vino a buscarte.- levanto la vista y sus ojos están en mí. No se ve que despertara ahora- ¿Dormiste bien?- me pregunta y frunce el ceño.

- Sí, solo que estaba muy cansada y pensé en descansar un rato.- le contesto mientras lo veo levantar la valija- Terminé durmiendo y acá me tenés, un buen rato sin poder dormir y con la intención de buscar eso para vestirme.- señalo la misma y me lo entrega- Gracias por preguntar.

- Estoy para servirte.- me da esa media sonrisa de ayer y bajo la mirada para que no vea mi cara ruborizada. ¿Cuándo había sido la última vez que un hombre me tenía como una pendeja en su primera vez?- Justo estaba por desayunar, ¿Tomás mate?- su pregunta me hace recordar que mi juego de mate está en la valija.

- Te pido que calientes agua.- empujo la valija para adentro de la habitación y levanto la mirada- Ahora me pongo ropa y voy para allá.- él asiente y se gira para retirarse- ¡Abel!- se gira de nuevo a mí- En las bolsas hay paquetes de yerbas y azúcar para prepararte el mate...

- No tengo.- me interrumpe y abro los ojos- Eso no quiere decir que no tome, solo que no tengo.- se encoge de hombros restándole importancia a la expresión dudosa de mi rostro- No tuve las agallas de pedirle a tu prima, cuando me preguntó si necesitaba algo solo le pedí unos saquitos de té.

- Si te gusta el mate dulce, podés acompañarme.- me sonríe y asiente.

Cierro la puerta y cuando apoyo la espalda, es cuando me doy cuenta que mi corazón late acelerado. No entiendo como mi cuerpo reacciona así solo con verlo, nunca me sentí de esta manera pero voy a ignorarlo. Ya aprendí la lección de no tropezar con la misma piedra, solo confío en pocas personas. Estaré este par de semanas y todo volverá a la normalidad.

Sacudo la cabeza como si con eso sacara los pensamientos de mi mente y acomodo la valija arriba de la cama. Tendría que dejar algo de ropa para la próxima que quiera venir, eso si llegara a suceder.

Ya con la ropa puesta y el matero colgado al hombro salgo de la habitación, lo que me sorprende es que esté oscuro cuando se supone que hay luz. Lo bueno es que Abel corrió las cortinas y abrió la puerta para tener luz natural.

- ¿No hay luz?- le pregunto cuando estoy frente a la mesa y me apoyo en una muleta mientras la otra la dejo al lado de la heladera mientras niega con la cabeza- ¿Dulce o amargo?

- Cualquiera, no tengo preferencias por ninguno.- le sonrío antes de preparar el mate- Y podemos comprar a la tarde.- levanto la vista confundida. Supongo que se refiere a la iluminación de la casa o lo que había dicho ayer antes de encerrarme en mi cuarto- Adelanto un poco y salimos. Ya no aguanto mucho con la ropa ajustada y el calor no ayuda en nada.- asiento y comienzo con la primera ronda de mate.

Al preguntarme de nuevo sobre "el problema" de mi pierna, le dije accidente laboral. Terminamos hablando sobre nosotros, no le digo nada de lo que hago y es por miedo a que sea machista para que salga con los comentarios tan típicos. Aunque recuerdo que ayer lo miró raro al novio de Sabrina, no preguntó nada y lo dejó pasar. A mí sí me deja muy sorprendida que sea docente, y le termino preguntando que hace acá cuando las escuelas necesitan maestros. ¿Para qué dejar la vida de ciudad? Acá hay pocos y aprendíamos lo que nos podían enseñar.

Cuando se nos termina el agua, Abel se pone de pie y me sonríe antes de desaparecer de mi vista. Me puteo por quedarme viéndolo como una pelotuda, no sé que tiene que me hace sentir como una adolescente cuando le gusta a un chico... Sin dudas tengo que ignorar esto. No pienso caer de nuevo, ya bastante sufrí en esta vida. Más complicado es llevar una relación a distancia, eso fue lo que me llevó a descubrir que mi ex me metía los cuernos.

Escucho voces y me pongo en alerta. Me pongo de pie, ya después me puedo arrepentir de no usar las muletas. Quedo a medio camino al ver entrar a mi amiga, que mira mis piernas con el ceño fruncido... O al menos donde tengo la bota. Niega con la cabeza mientras levanta la mirada y mira mal.



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En el texto hay: amorimposible, futbolista, regreso

Editado: 22.10.2023

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