Ya está bajando el sol cuando le digo a mi amiga que quiero irme a casa. Al convivir mucho con Abel, no creí en la necesidad de pedirle el número de su celular y mi amiga no me dejó sola en todo el día. Como supuso que quería irme temprano a casa, vinieron hasta acá en dos autos. ¡Vaya sorpresa la mía al enterarme de que ella también maneja! No por nada se enojó conmigo porque fui al cementerio sola, ¿no?
Subimos al Falcon de mamá, que para sorpresa mía, el chico de mi amiga ya lo arregló... Resultó ser muy eficiente.
- ¡Me gané el cielo con tu novio!- le digo cuando pone en marcha el auto- Resultó ser un diamante en bruto tu chico...
- Querrás decir que con Ariel me gané el cielo.- la miro de reojo y ella sonríe- Te va a parecer demasiado cliché, pero es hermano de una amiga que me hice en Buenos Aires estudiando el magisterio.
- No puedo creer que tu historia de amor sea de lo más cursi.- nos reímos las dos y llego a ver de lejos mi casa- ¿Lo conociste y fue amor a primera vista? Es lo único que falta para creerte, en serio.
- En realidad fui yo quien estaba arrastrándole el ala.- no puedo evitar reírme al escucharla- Se lo dije a ella de mi interés por su hermano y solo me dijo que haríamos una linda pareja...
- Y conociéndote, lo tomaste muy enserio.- ella asiente muy seria y sigo riéndome- Lo lograste, eso es bueno.
- No era la única que estaba muerta por Ariel y no pensaba quedarme de brazos cruzados.- esa sonrisa tan de engreída como la recuerdo en nuestras tardes en la plaza aparece en sus labios- Pero tenés que decirme como se siente vivir en otro país.
Es que no me animo hablar cuando está Abel presente y todavía no confío, aunque no me lo pueda sacar de la mente. Creo que es la primera vez que compartimos un rato a solas, solo que pudimos hacerlo en estas horas que estuvimos en las canchas pero apenas tuve tiempo para estar sola. Incluso me lo preguntaron durante el almuerzo y solo comenté que me está yendo bien, nada más que eso.
- Desde que encontré la carta de papá, puedo decir que voy a vivir en Alemania con culpa.- cierro los ojos y respiro profundo un par de veces para no ponerme a llorar- No era la única que sufría la ausencia de mamá. Lo dejé solo, no pensé en que él lo pasaba peor que yo. ¡Fue su compañera de vida y no estuve con él! Solo me encerré en mi trabajo y en el fútbol, me olvidé de mi propio padre.
Apoyo mi cabeza en la ventanilla y veo los pastizales cortos. Luciano había quedado en cuidar el campo y lo hizo, no quisiera saber como hizo para mantener tantos metros de campos ni mucho menos para no lo usurparan.
Sonrío al ver que la lámpara que da el fondo de mi casa ilumina en lo que el sol deja de hacerlo. Agarro el celular que lo tengo ente mis piernas y lo desbloqueo, es que la imagen de mi casa en medio de la nada se ve espectacular desde lejos. Capturo la imagen en lo que escucho la risa de mi amiga cuando sonrío al ver como quedó. Le hago zoom para ver la casa, que gracias a Dios se ve mejor de lo que había encontrado por dentro. Pero hay algo más que me llama la atención y se ve que alguien está parado en la puerta.
A medida que nos acercamos mas a casa, llego a identificar a un hombre que tiene puesto un pantalón jeans claros con dos tajos en la zona de sus rodillas, remera blanca lisa larga como me gusta a mí, un par de zapatillas blancas una gorra plana negra. Por la ropa nueva, no tengo dudas de que es Abel.
Quedo con la boca abierta al ver que no queda nada de ese hombre que vi por primera vez. Parece un pendejo estrenando ropa nueva. La chica a mi lado silba haciéndome sobresaltar en el asiento. ¿Tan concentrada en él estaba? Menos mal que Luciana se concentra en manejar y no presta atención lo que pasa a su alrededor.
- Diría que le robó la ropa a Ariel de no ser que es un palo andante y Abel es de cuerpo grande.- la miro frunciendo el ceño, y es que no lo vi vestido con ropa decente- ¿Esa es la ropa que te dio la chica de la tienda?
- Supongo que sí.- contesto mientras estaciona cerca de la entrada y busco las muletas- Es la primera vez que lo veo con ropa nueva.
A pesar de ser mucha, no se animaba a usarlas para no mancharlas de pintura o con el barniz. Lo que no dejó de usar fue esa ropa que tenía puesta ese día que nos conocimos. Le queda mucho mejor que esa ropa ajustada e incómoda que lo vi en estos últimos días. Pero me gustaría verlo seguido con este estilo.
Por primera vez me permito admirar al hombre que remodela mi casa. Me hago camino hacia él y no puedo evitar sonreír cuando estoy a unos pocos pasos. No por mucho quedo flasheada por ese hombre, me emociona mas tener electricidad y no pasar noches rodeados de velas.
- ¡Tenemos luz!- exclama y señala la cocina con esa sonrisa suya que te tienen como una pelotuda- Ya me estaba acostumbrando a la poca iluminaria de la noche...
- Casi que ni me la creo de que haya vuelto la electricidad.- escucho que dice Sabrina detrás de mí- Ahora puedo acompañarte con la certeza de que el cuco no va a venir por mí.- me río por lo último que dijo.
- No me jodas con todo este asunto del cuco, eso es para los pendejitos que se portan mal.- giro la cabeza para mirarla y ella se ve muy seria- ¡Por díos Lucha! Ya sos bastante mayorcita para seguir creyendo en eso.
- Pensé que con los años ibas a agarrarle la mano, pero el sarcasmo no va con vos.- se ríe y pongo los ojos en blanco. Y yo creyéndome las boludeces que dice.
- Incluso nos dejaron unas lámparas de emergencia como para no consumir velas en caso que se corte la luz.- entra a la casa y seguimos sus pasos.
Cuando dijo que dejaron lámparas de emergencia, creí que se refería a esos tubos largos que se dejan enchufados. Al final no es de ese, sino una lámpara común que funciona como luz de emergencia. La verdad es que me parece espectacular, es algo al que no estoy acostumbrada cuando vivo en un país de primer mundo.