No necesito un psicólogo, pero definitivamente puedo estar volviéndome algo loca. Hoy vi un pajarito agonizando en la calle, y me dejó pensando en la eutanasia y en la necesidad del que está viviendo saludable pero triste al ver sufrir a un ser querido y no poder detenerle ese dolor agonizante. Ya lo sé, un pensamiento bastante complejo, un tema un poco controversial. La eutanasia entendida como la acción u omisión que acelera la muerte de un paciente desahuciado con la intención de evitar sufrimientos. El concepto está asociado a la muerte sin sufrimiento físico del ser humano, pero por algun juego de mi mente lo asocié a ese pobre pájaro.
El pájaro estaba sufriendo, y yo podía sacarle el dolor matándolo o podía tratar de arreglarle la patita y la alita, pero que hice cómo ser humano, lo dejé donde estaba, porque no sabía qué hacer, entonces hice lo que creí más fácil lo dejé en manos de Dios.
Ahora bien, se me juntaron dos conceptos en la cabeza, Dios y Eutanasia, viéndolo de un punto de vista muy mío, por ende muy raro me dije a mi misma: “Dios nos ama, pero nos manda a la tierra, donde sufrimos, y el nos deja sufrir por que supuestamente así aprendemos, y luego tenemos la Eutanasia en manos del ser humano y solo legal en pocos lugares la cual nos acortaría la vida y nos alejaría el sufrimiento en caso de elegirla”.
Teniendo en cuenta esas dos cosas, es que me pongo en modo totalmente On, y me digo a mi misma que a pesar de mi enojo momentáneo con Dios, me quedo con é, con sus decisiones por sobre las de la humanidad, y no podría elegir una salida que algunos llaman fácil cómo la eutanasia incluso si estuviera en mis últimos momentos agonizando.
Y entiendo después de un mes y medio agonizante y de 29 años viviendo que la vida es lo que es, pero vale la pena, aunque tus últimos momentos cómo paso con mi abuela sean una mierda porque estás postrado en una cama dependiendo de alguien más y no de vos mismo para cuidarte. Y es así cuando empiezo a darme cuenta de todo lo que mi abuela no hizo en la vida, de todo lo que dio por sus hijos y por sus nietos, y de todo el afecto que le brindamos cómo familia, y es ahí cuando vuelvo a recuperarme un poquito más, la herida empieza a cicatrizar, recupero un poco de mi confianza perdida, y me doy cuenta que no la puedo decepcionar después de todo lo que hizo por mí, por nuestra familia, pero por sobre todo no me puedo decepcionar a mí misma, porque no quiero cometer los mismos errores, quiero aprender de ellos, cómo ella me dijo alguna vez.
Conclusión Nº 6: “Inclusive en los peores y más oscuros momentos, hay una pequeña luz que se enciende para volver a orientarnos, en mi caso esa luz es mi nuevo ángel, recordándome no darme por vencida"