Mis dioses queridos

1

Era un día tranquilo en la hermosa ciudad de Arenal, Coxquihui, Veracruz. Las personas paseaban tranquilamente por la plazuela mientras los niños jugaban inocentemente, las parejas caminaban andando de la mano o haciendo alguna propuesta de amor y/o matrimonio, pero nadie pensaba que dos personas harían un escándalo.

— ¡¿Piensas dejarme por esa arrastrada?! —Exclamó con evidente furia una chica de cabello ondulado castaño, de ojos café claro y tez morena clara.

—Por favor, no hagas dramas aquí, Sara —suplicaba un joven de cabello castaño y puntas teñidas en azul, tez morena y ojos color almendra.

—Tláloc, deja de mentirme, te vi con ella muy acaramelado —ironizó las últimas dos palabras Sara.

Tláloc y Sara eran una pareja muy peculiar. Él es un joven muy dulce y de sentimientos puros, incapaz de dañar a otros y corazón que daría al amor de su vida. Por otro lado, Sara es una muchacha que "obtiene lo que quiere", de familia humilde y familiares caprichosos, obstinada y confunde todo con facilidad.

Esa tarde, Sara iba con dos amigas de forma pacífica, pero todo se fue al garete cuando ella malentendió la escena que implicaba a su novio. Tláloc ayudaba a su hermana Coatlicue con dudas en sus estudios.

Él no podía negarle las sonrisas tiernas cuando la veía, la adoraba por su ternura e ingenuidad.

—Tláloc, ¿me explicas esto por favor? —le miró dulcemente la muchacha, obteniendo una sonrisa de su hermano.

Llena de furia por ver las sonrisas entre Tláloc y Coatlicue, Sara se separó de sus amigas para reclamarle a su novio su "trato especial" con la chica.

Así volvemos al inicio, Tláloc intentando hablar con su alterada novia que malentendió la escena. Sara estaba realmente obstinada en creerse la mentira de que su novio se iría con otra sin saber que era su hermana pequeña.

Totalmente estresado de que ella no hacía caso a su explicación, la dejó hablando sola y se fue a casa para consolar, también explicar, la penosa situación de Sara.

—Coa, no te preocupes, es una simple pelea de novios —murmuró el moreno a su hermana, idéntica a él pero con mechones teñidos con secciones verdes y unas grecas en su mejilla derecha.

—Tla, ella no te quiere, es interés de no tener pareja y ser vanidosa con sus amigas —escondió el rostro en el pecho de su hermano, ocultando las ganas de llorar.

Tláloc se sintió mal por Coatlicue, era la que más le preocupaba. Aún sabiendo que ella no es ingenua, le hablaba con las palabras del corazón, como si se tratara de una madre.

El joven suspiró y fue a preparar la comida, dejando sorprendida a la diosa que se hacía pasar por su hermana menor porque nunca se atrevía a cocinar, ni siquiera el entrar para cortar las verduras.

—Realmente me estás haciendo dudar, Tláloc —una sonrisa se escapó de la mujer, sacando una del mencionado por la ironía.

—Ni lo digas —ambos rieron, notando algo y sabían que no debían tardar.



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En el texto hay: diosesaztecas, turismo

Editado: 27.07.2019

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