El azabache negó, entendiendo la disculpa de Coatlicue; ya hizo mucho devolviendo esa parte de bosque a su forma original.
—No puedo devolver a las especies, nunca las vi y traería mucho caos eso —dijo triste y apenada la joven.
Ehécatl movió su cabeza diciendo "no" sin hablar, realmente estaba conmovido por las acciones realizadas a manos de ella.
Decidió que volverían a casa, pero algo les detuvo: las mismas personas que hirieron clandestinamente ese bosque regresaban. Con el teléfono celular en mano, llamó a los policías y llegaron cuando los tenían amenazados con armas de fuego.
Pasó una semana más y fueron a la reunión de dioses, pasando Coatlicue al cuidado de Coyolxauhqui tras dar las noticias del lugar.
—Te haré más fuerte, querida —comentó algo engreída la diosa luna, causando un poco de enojó en Tláloc y Ehécatl.
—Más te vale cuidarla, luna luneta —dijo burlón el dios lluvia, provocando la ira de Coyol y retener la risa en Huitzil, el azabache y la castaña.
—Escúchame, nube llorona —puntualizó la luna —, si te atreves a amenazarme, ni dudaré estrellarte y no será en el cielo —amenazó.
Los tres dioses restantes miraban cual película esa discusión, hasta que Coatlicue puso fin diciendo que no debían preocuparse y estaría bien.
Al finalizar el gran drama y reunión, las dos chicas partieron juntas hacia su destino, una manteniendo su sonrisa burlona y la otra con su serenidad que la distingue.
Cuando llegaron al pueblo de Coyolxauhqui, Coatlicue notó que ella vivía de lujos y no de forma modesta, según el acuerdo inicial.
—Tierrita, esto es porque me contrataron de modelo, me hacen vivir de lujos —aclaró inmediatamente, antes del regaño.
—Entiendo, pero debiste donar el dinero —reclamó suavemente la castaña.
—No me lo permitieron, pero lo dono clandestinamente —dictó con un guiño la peli blanca.
La castaña suspiró y rindió, sabía que a Coyol le entraría por un oído y saldría por el otro. Decidió analizar la vida y entorno de ésta, notando muchas cosas curiosas.
— ¿Por qué tu nombre humano es tan raro? —Cuestionó con esa duda en la voz.
—Nosotros no decidimos los nombres, sino ellos.
—Pero... ¿Patricia? —se sorprendió ante tal nombre Coatlicue.
—Fue mejor que Penélope, me hubieran sacado muchos chistes —dijo ante el chiste indirecto del nombre, conteniendo la risa.
—Por esa risita que te guardas, mejor no pregunto.
Pasaron el día tranquilo hasta la llegada de la noche, donde se escuchaban sonidos raros desde una habitación. Caminó lenta y silenciosamente, cuando llegó se sorprendió al ver a Coyolxauhqui...
— ¡¿En serio tienes que ser escandalosa para comer?! —Reclamó la castaña cuando vio a su compañera haciendo mucho ruido comiendo enchiladas.
—Lo siento, pero estaban picosas unas —se disculpó al haber ingerido el bocado y logró hablar —. No te recomiendo probarlas, sientes que te reventarán por dentro y sufrirá el baño.
Ante tal comentario, Coatlicue dio una sonora carcajada. Le resultaba realmente increíble e imposible que Coyol, haciendo la "dieta de una sola noche" diga tales palabras.
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Editado: 27.07.2019