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A UN MES - TOMASA CHEVEZ CARRASCO

Y se cumplió un mes. Rápido. Desde el día en que se fue algo ocupó su lugar, me acompaña a todas horas y en todas partes; por ratos se debilita pero no desaparece; se manifiesta como un golpe brutal en momentos ilógicos; es un dolor que de tan fuerte se hace físico oprimiendo el pecho. Las imágenes de aquellos, sus últimos días de agonía, insisten en aparecer como una película en las madrugadas, cuando deambulo mirando al cielo oscuro en busca de una respuesta que no llega.

¿Por qué los sentimientos están sobre la lógica? Dicen que está en un lugar mejor, que disfruta de la eternidad junto a Dios y realmente lo creo; sin embargo sigo anhelando el abrazo y cercanía que me daba fortaleza. Aseguran que no lloramos por los que se fueron, sino por nosotros; estoy de acuerdo. Quizá más adelante deje de sentirme perdida en el camino.

Hace días fui a empacar su ropa; hoy duermo con una de sus batas.

Si pudiera escucharme le diría que he recibido bendiciones de los ángeles a mi alrededor: amigas, amigos y familiares me ofrecen consuelo desde la sinceridad de su corazón; hay quien, si pudiera, se echaría a cuestas una parte de mi carga; sin embargo el dolor es personal y durará lo que tenga que durar.

Le pediría que no se preocupara por mis 3 hijos ya que permanecemos unidos y seremos más fuertes cada día. Estamos esperando que la crisis por la pandemia disminuya para mudarnos. Dios nos abrirá las puertas e iniciaremos una nueva vida lejos, juntos, siempre juntos.

Le rogaría que me visite en un sueño para verla una vez más.

Le contaría que en su cama de hospital se veía tan vulnerable y tan suavecita, que casi volvió a ser una niña.

Que deseo recorrer todos los pasos que dio y hablar con todas las personas que habló, solo por tener un poco de ella. Que siempre la busco en el supermercado en los rostros de algunas señoras; busco la forma de su espalda o de sus brazos pero nadie se parece a ella.

Que leí lo que escribió una noche antes de que la llevara al hospital y que parecía una despedida. Que lo que dejó a sus nietas ya fue entregado.

Que escucho a un pastor y sus palabras parecen dirigidas a mí. Él también perdió a su papá por el virus y asegura lo mismo que yo. “A mi mamá le faltaban más de 20 años de vida, porque su madre aún vive y su abuela llegó a los 100”. Él asegura que en el libro de la vida está marcado el tiempo de cada persona y debemos aceptarlo. Sus palabras me consuelan un rato pero luego me invade el coraje hacia quienes decidieron esto.

El virus fue lanzado a propósito para exterminar a mucha gente. Y aunque mis palabras suenen absurdas lo diré: todas las personas que murieron y seguirán muriendo de COVID-19 fueron y serán ASESINADAS. Mi madre no murió de muerte natural, fue un asesinato.

En fin.

Hoy, 19 de agosto del 2020 se cumple un mes de que se fue Tomasita, mi madre. Podrán pasar meses y años y la seguiré recordando.

 

Adriloch



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En el texto hay: misterio, amor, drama -romance

Editado: 28.04.2024

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