Ni siquiera sé por qué.
Pero te quise y aun te quiero.
Ilógico, irónico y absurdo.
Y es que en ese corto tiempo.
Me perdí en ti.
En tus ojos, tu piel y tus mil encantos.
Quizá entregarse así es una forma errónea de amar.
Cuidar y proteger, tocar y besar con el alma.
Fue tanto que te alejaste asustado. O tal vez en realidad añorabas otros brazos.
Te marchaste sin decir adiós.
Sin pretextos, sin excusas ni mentiras.
Y yo, queriéndote tanto,
te dejé ir porque tantos golpes me enseñaron a no retener;
a nunca más mendigar una caricia.
Unos lo llaman amor propio,
otros, lecciones aprendidas.
Sin embargo aún te quiero y sueño cada día.
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