Mis Historias De Facebook

PEDAZOS DE ALMA

Él no la engañó, no dijo que era apuesto, rico o musculoso. Sí, quizá envió sus mejores fotografías, esas seleccionadas entre cientos desechadas.

Ella encontró sus escritos por casualidad una noche en que, decepcionada del amor, bebía una copa de vino buscando consuelo en internet.

Las historias eran fascinantes, no porque narraran hechos increíbles; la mayoría parecían sacadas de la vida cotidiana de personas promedio. Era la forma en que las contaba; esas palabras, comparaciones e ideas que la hicieron vibrar. Asentía entre frases pues parecía que hablaban de ella.

Leyó todo, tal vez le llevó tres semanas, un mes, qué se yo. Fue imposible no enamorarse ya que cada escritor deja pedazos de alma en sus letras.

Lo contactó y él respondió. Le manifestó admiración por sus escritos y él agradeció.
Al principio se saludaban y hablaban del clima. Más adelante platicaban sobre los pormenores cotidianos. Con el tiempo revelaron sus heridas, cicatrices, miedos, deseos y anhelos.
Pasó lo que siempre pasa; se hicieron adictos a la emoción que da saber que le importas a alguien; a leer mensajes de buenos días; a desvelarse, despertar embriagados de sensaciones y a sonreír de la nada.

No sé cuánto tiempo transcurrió, si fue mucho o fue poco pero cada célula les exigía dar el siguiente paso que era verse en persona.

Él la buscó con la mirada. Había manejado seis horas y por fin estaba entre toda esa gente.

—Casi al final —había dicho ella en una ocasión, cuando él preguntó la ubicación de su tienda de juguetes en el mercado rodante de fin de semana.

La reconoció de inmediato; observó sus delicados movimientos, la sonrisa de niña y esas pecas traviesas. Hay personas a quienes las fotografías no hacen justicia.

Se paró frente a ella ruborizado. Unos pocos escritores solo son elocuentes con libreta y lápiz.

Fueron un par de minutos. Las fotografías son planas porque solo cuentan con dos dimensiones pero en el mundo real son cuatro hasta donde recuerdo.

Ante ella apareció un rostro común, de esos que nadie voltea a ver. No le gustó su cabello, cortado casi a rape; mucho menos la piel oscurecida por el sol y el cuello corto.

—Soy yo —dijo él con voz aguda.
— ¡Ah! —contestó ella decepcionada—. Estoy algo ocupada.
Él se disculpó y manejó las seis horas sin parar.

Se acabaron los mensajes, la emoción y el enamoramiento.
A ella no le gustó su físico, a él no le gustó su alma.

 

Adriloch

31 de Diciembre del 2023



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En el texto hay: misterio, amor, drama -romance

Editado: 28.04.2024

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