Mami, estoy contenta de saber que vendrás aunque aún me parece irreal que alguien con tu fuerza y grandeza no esté más en este mundo. Esta es una ocasión de regocijo por lo que evitaré plasmar el caudal implacable de sentimientos y acontecimientos que surgieron el día que la vida nos aplastó, aquel 19 de julio del 2020.
Usaré la mesa rectangular y le pondré un mantel blanco, en el centro estará el cuadro con la foto donde estabas cercana a tus veinte con el traje colorido de tehuana que resaltaba tu piel blanca, mejillas rosadas y largo cabello rubio. Nunca te lo dije pero esa foto evoca en mí la canción ‘La llorona’ y puedo verte como una hermosa joven con su huipil de flores, su enagua amarilla y sus huaraches oscuros caminando con ligereza al mercado, pronta a hacer los mandados de nana Lipa porque la comida debe estar caliente para cuando tata Tino y tu papa Andrés lleguen.
A tus extremos pondré las fotos de los dos hombres que te enseñaron que el amor y el dolor son parte inherente de una curva infinita pues los amaste sin límite y el perderlos hizo sangrar hasta a tu alma: tu papá y tu hijo.
Pondré también a tu nana Lipa y una imagen de Santo Domingo Ingenio, Oaxaca, la tierra que nos vio nacer. Los acompañarán una cruz, tu virgen de Guadalupe, vasos de agua, veladoras de colores, mandarinas, naranjas, manzanas y calaveritas de dulce. Optaré por usar comidas del pueblo: panes bollo, marquesote, capricho y bolita; memelas, totopos, queso y crema; camarones y pescados secos, tamales de mole negro, caña de azúcar pues fue lo que se sembró allá antes de los cambios económicos del país.
A pesar que de que no eran de tu gusto pero honrando tus virtudes de generosidad y compasión no podrían faltar la Coca Cola, el cigarro y la cerveza. Podría llenar la mesa de objetos y comidas de tu predilección pero escogeré algo que me gustaba verte disfrutar: los aritos de cebolla y los libros que te regalaba; escogí ‘Lo que el viento se llevó’, ‘La casa de los espíritus’ y ‘El médico’, esperando vuelvan a deleitarte.
Por supuesto faltan las flores, crisantemos, tulipanes, nubes, cempasúchil y margaritas; descuida, no se me olvida que jamás debo poner buganvilias pues cuando lo intentaste tu papá se te apareció en sueños para decir que las odiaba y más tarde averiguaste la razón.
¡Bienvenida mamá, disfruta todo! Gracias y ojalá alguna vez puedas volver a mis sueños como aquel 26 de noviembre del 2020, a pocos meses de tu partida, cuando llegaste rodeada de luz, vestida de blanco, joven, sonriente y me trasmitiste toda la felicidad y plenitud que disfrutas ahora como una promesa de que la muerte es el inicio de la vida.
En memoria de Tomasa Chévez Carrasco (7de marzo de 1950-19 de julio de 2020) y de todas las víctimas de Covid-19.
Adriloch