Que hasta la persona más buena ha hecho daño en algún momento: a un semejante, a un animal o al planeta; a propósito o bajo los engaños del ego que siempre busca tener la razón.
Que hay tiempo para reír y tiempo para llorar.
Que una buena siembra no garantiza una buena cosecha.
Que trabajo y esfuerzo son una constante de vida contra un suspiro de relax y diversión.
Que sobran dedos de una mano para contar a las personas a quienes importas y es normal.
Que el egoísmo del ser humano tiene al mundo de cabeza.
Que el dolor es personal y si se le colocan encima curitas disfrazadas de personas, objetos o distracciones, tarde o temprano resurgirá como un río al que se le desvió el cauce.
Que al final de la vida todos los corazones tienen cicatrices, golpes y arañazos.
Que no hay que forzarse a perdonar. El perdón llega sólo y cuando lo experimentas sientes que flotas de alivio.
Que con algunas excepciones, el amor más puro es el de padres/hijos y abuelos/nietos.
Que el poder y el dinero pueden desestabilizar a cualquiera.
Que las relaciones humanas son difíciles.
Que los verdaderos amigos se convierten en familia.
Que no regar la planta, no mantener el auto o llegar tarde al trabajo, tendrán consecuencias. Por lo tanto, si el amor no se alimenta y procura, es imposible que no haya repercusiones. Nada se va en automático en la vida. Hasta la hierba mala requiere lluvia, tierra y sol.
Que por mucho que alguien se desgaste jamás logrará el cambio en la conducta de otro ser humano porque existe el libre albedrío.
Que una simple sonrisa, palabra o gesto amable puede cambiar el ánimo de quien lo recibe porque llega directo al alma.
Que parece magia pero cuando das, recibes.
Que quien hace daño a otro se lo hace a sí al mismo tiempo.
Que quizá no seas tú quien devuelva todo el bien que te hizo esa persona, pero alguien más lo hará con un plus. Ahora cambia la palabra *bien* por la palabra *mal*. Aplica igual para ambos casos.
Que el orgullo es un gran defecto.
Que pensar en positivo es bastante difícil y se logra sólo después de mucho entrenamiento, pero aun así hay que hacerlo. Lo mismo aplica para los apegos.
Que antes de sentir culpa hay que entender que las acciones de los demás tienen que ver con ellos, no contigo.
Que soltar y dejar ir es muy complicado pero es lo más sano.
Que la vida no es una línea recta, tiene subidas, bajadas, curvas, atajos e interrupciones.
Y con todo esto, hay que sacar tiempo para sonreír y ser feliz.
Adriloch