Extracto de mi relato: "Una enseñanza de vida" .
Cuando se es joven resulta difícil creer en lo que no se ve y se suele estar distraído con el mundo material. Con los años aprendí que todos tenemos un ángel guardián que nos ayuda y protege de peligros. Por supuesto no se nos presenta tal cual sino utiliza personas para lograrlo.
Una noche subí a la terraza del hospital cerca de las 11 pm. Mi estado de ánimo había caído y no pude evitar llorar en silencio. Estaba completamente sola y las lágrimas rodaban mientras observaba las luces de la enorme ciudad. Era joven y pocas veces me derrumbaba de esa manera. Se acercó una mujer que reconocí como enfermera del 4º piso y me abrazó. No me dijo que la situación mejoraría pero aseguró que aunque parecía difícil había cosas buenas; me enumeró una pequeña lista de las que por lo menos ella veía pues no me conocía tanto. Sin darme cuenta, cambió el tema y platicamos de otras cuestiones más agradables; fue como una inyección de vitaminas. Hoy no recuerdo su nombre, era llenita, de ojos claros y tendría unos 38 años. Con seguridad si alguna vez en la vida nos encontráramos no nos reconoceríamos pues ya pasaron demasiados años. Ella fue enviada por mi ángel guardián y actuó como uno, me dio apoyo cuando lo necesitaba y estoy segura que ni siquiera supo que hizo ese papel. Desde entonces estoy alerta y hoy los reconozco pues se han presentado demasiados.
Adriloch
13 de Octubre 2018