Mis Jefes intergalácticos +18

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Arlet avisa a sus jefes, estos llegan rápido hacia la sala de juntas al llegar los tres entran, Arlet suda un poco al observar como estos par de gemelos se quedan mirando muy serio.

—Ustedes —dijo Eros.

—Son unos tontos —terminó de decir Éber.

El otro par de gemelos se ríen se levanta, abrazan a sus amigos —Me alegro mucho que hayan llegado bien.

Los cuatro se ríen, toman asiento —Y bien… no piensa presentar a su secretaria.

Eros y Éber miran a sus amigos —Es nuestra mujer —gruño Éber.

Los gemelos Smith se ríen —Acuérdense que tenemos mujer —dijo Paul.

Arlet no pasó desapercibido la mueca que hicieron sus dos hombres y el otro hombre llamado Paulo, al parecer esa relación no va muy bien.

La reunión dio inicio, comenzaron a hablar sobre algunos proyectos y así la hora fue pasando hasta que llegó medio día. Paul mira la hora —Chicos porque no comemos algo.

Los tres confirman, salen afuera y Arlet recoge todo lo que hay en la oficina al salir notó que cuatro pares de ojos la miran —¿Pasa algo?

—Te estamos esperando pequeña —dijo Éber tomando las cosas de la mano de ella y poniéndola en en una gaveta, busca el bolso de ella se lo pone en su hombro —, vamos.

—Pe…

—No hay pero preciosa —dijo Eros tomando su mano.

Arlet se deja llevar, quince minutos llegan a un restaurante los cinco entran pero Paul se detiene —Nuestra mujer está de camino la esperaré aquí —una gran sonrisa aparece en sus labios.

Arlet mira al Sr. Paulo no tiene una cara muy contenta que digamos.

—Por qué no me dijiste —expresó Paulo enojado.

Paul alza una ceja —Disculpa, es nuestra mujer.

—Ella no e…

—PAULO —gruñe Paul —, aquí no.

Paulo gruñe a su hermano, Éber pone detrás de él a su mujer, Eros se pone en medio de sus amigos —Chicos —pone una mano en el pecho de ellos —, comportarse.

—Los esperare en la mesa —dijo Paulo, Arlet mira como él terminó de entrar al restaurante.

— Vamos pequeña, después te digo —Arlet confirma a su pareja.

Los tres terminan entrando al restaurante toman asiento, Paulo mira como sus amigos tratan a su pequeña mujer como ella les regala sonrisas y dice gracias por ayudarla a sentarse. ¿Por qué él y su hermano no pueden ser así? ¿Por qué tiene que ser esa mujer?, aprieta sus manos.

—Hola Eros, Éber.

Arlet nota como sus hombres se ponen tensos, ella mira a la mujer que acaban de llegar, es más o menos de su tamaño más grande que ella es muy hermosa.

—Hola —se limitan a decir los gemelos Lawless.

La mujer azul toma asiento al lado de Paulo y  Paul, sin embargo Paulo ni siquiera le dirigió una palabra a la otra mujer.

Paul sonríe apenado —Lo siento, Arlet ella es Elizabeth nuestra mujer, cariño ella es la pareja de los chicos.

—Oh, ya veo… mucho gusto —dijo Elizabeth de mala gana.

Arlet alza la ceja y sonríe —Igualmente.

Elizabeth queda de piedra al ver el brillo de maldad en los ojos de la humana su cuerpo tiembla un poco, deshace ese sentimiento de miedo.

Todos piden de comer, cuando la comida llegó todos comen en silencio un silencio muy incómodo, esa incomodidad se incrementa al escuchar lo que dijo Paul.

—¿La comida es de tu agrado?, ¿los bebés se están portando bien?

Paulo pone los cubiertos en el plato —Iré al baño.

—Te acompaño —dijo Eros.

Arlet ignora a la mujer y atiende a su pareja —Ven.

Éber sonríe y se acerca a su mujer, su sonrisa se hace más grande al ver como ella lo cuida nota como su amigo mira con añoranza esa acción.

En el baño.

Paulo estrelló su puño en la pared con enojo.

—Hey tranquilo —Eros abraza a su amigo.

—No la soporto, cada día mi tonto hermano cae ante ella —la frustración de Paulo crece día a día —, quiero irme pero no puedo dejarlo solo…

Eros suspira —Tranquilo ya veremos que hacer… tal vez el karma se encargue de ella.

Paulo no dice nada, ojalá y eso pase.

El almuerzo concluyó cada quien tomó su camino, los chicos fueron a la empresa a terminar su día. Arlet no puede sacar a Paulo de la mente ese ojos tan negros como el abismo están muy apagados.

El día laboral llegó a su fin todos los empleados salieron de sus puestos, Arlet se levanta de su silla y entra a las oficinas de sus jefe anunciando que ya es hora de partir, ella los saca a rastras impidiendo que sigan trabajando.

Ella los conoce muy bien esos dos son adictos al trabajo, al llegar a casa cada quien toma un rico baño y cena a gusto, Éber se queja que su mujer no lo mima con comida, Arlet se ríe de él prometiéndole que le hará un pastel el fin de semana.

Esa misma noche Arlet hace una gran lista de de alimentos que hay que comprar, quiere hacerle un gran banquete a sus suegros.

—Pequeña ven, queremos decirte algo.




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