Mis Jefes intergalácticos +18

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Arlet se sienta en la cama, no había podido dormir nada por los nervios ni siquiera sabe qué decirles a los gobernante de su idea no tiene absolutamente nada.

Todo fue tan rápido se da cuenta que aún le quedan tres horas para salir, sale de la cama y va directo al baño. Al salir va directo a su closet buscando una ropa para ponerse.

Busca en su closet hasta que encontró un vestido gris que se acentúa a sus cuerpo, le encanta como le queda no es relevados es agradable para la ocasión, busca una chaqueta del mismo color luego unas sandalias con tacón rojos. Se sienta frente al espejo y se da una pequeña maquillada pintando sus labios de un rico color rojo pasión.

En el pelo se hace un moño suelto dejando varios mechones ondulados en la frente, se levanta y se observa en el espejo.

—Estas hermosa.

Voltea y sonríe hacia ese hombre tan hermoso, camina hacia él, pone sus manos en el gran pecho, acomoda la corbata —Y tu estas muy guapo.

Éber sonríe de lado —Siempre lo e sido.

Arlet le da con nada de fuerza en el pecho —Presuntuoso.

Éber le roba un beso —En serio estás hermosa, me encanta como te viste.

Arlet lo abraza —Gracias, si supieras que me tomo mucho amarme a mi misma al igual que encontrar como vestirme… pero gracias a mi doctora pude aprender a quererme.

—Ya veo…Me alegro mucho saber que has podido apreciar y ver lo buena que eres… esa doctora hizo maravilla.

Arlet sonríe —La Doctora Carmen le debo mucho.

—¿Ella no es también la doctora de Luna? —preguntó Éber.

—Si, Luna necesita ayuda sus padres le destruyeron el autoestima.

—Woo es… horrible.

—Aquí no es el único lugar donde se sufre cariño, en todos lados hay maldad.

—Tiene razón —Éber se acuerda a qué vino —, tenemos que irnos en una hora y media es la reunión, queremos llevarte a desayunar 

—Pues vamos, ya he terminado estoy lista.

Los dos bajan rápido, antes Arlet tomó su cartera y hecho lo necesario, Eros la halaga por lo hermosa que está.

Al salir de la casa Arlet se acuerda que ella y Éber no pueden comer cualquier cosa, así que si uno de los dos tenía un antojo era lo mejor, la suerte que Éber quería comer panqueques al llegar al lugar tomaron asiento a los 15 minutos su pedido llegó y disfrutaron de ellos.

La hora de la reunión está por llegar, los tres se encuentran de camino hacia el Palacio Real, Arlet no puede dejar de mover su pie en claro signo de nervios.

Abre sus ojos en grande al ver el Palacio Real es demasiado grande,  un inmenso jardín, con diversas flores, plantas y árboles todo muy bien cuidado, al bajar del coche una fila de sirvientes le dan la bienvenida a sus dos príncipes a medida que va entrando al castillo queda en shock al ver tal lugar. 

Los colores suaves le dan armonía, el pasillo está decorado con encantadores flores, suaves cuadros con paisajes de atardecer, llanuras todo de la naturaleza, al llegar a un tipo de sala unos sillones a color que hay toman asiento.

Pero rápidamente son llamados dentro, Arlet se detiene un poco, sus chicos voltean y la mira se acercan un poco a ella Eros preocupado pregunta —¿Pasa algo cariño?

Arlet lo mira —Tengo miedo… no tenga nada, ningún material, ningún folleto nada —balbucea con miedo.

Los gemelos la abrazan con compresión —Lo harás bien —alienta Éber.

—Verás que todo saldrá bien, nuestros primos son fáciles de llevar aunque no lo creas —asegura Eros —, son como niños.

—¿Así como ustedes? —Arlet alegó en broma.

— Hey no lo somos —asegura Éber.

—Um lo dice el que hace berrinche si no tiene su dosis de pastel —murmura Eros.

—Ohh con el pastel no te metas es sagrado… además tú también eres adicto.

Arlet se ríe por la pelea infantil de sus chicos —Gracias… ahora entremos.

Ambos chicos toman una mano de su pareja, Arlet jadea al ver los dos hombres frente a ella entrecierra los ojos siente que lo a había visto en alguna parte.

—¡Buenos días majestades!  —Arlet y sus hombres hacen una reverencia.

—¡Saludos! Por favor tomen asiento.

Arlet queda de piedra al escuchar esa voz mira en dirección hacia esa personas —Tu…

— Ha pasado mucho tiempo.

Un escalofrío pasa por Arlet esa voz nunca podrá olvidarla —S..i 

—¿Se conocen? —pregunta Eros tomando la mano de su mujer.

—La verdad —titubeó Arlet —, él era el chico que les conté, cuando estábamos en la nave … con quien choque en el comedor —lo miró a ambos —, aunque no tenían la misma apariencias.

Los dos Emperadores sonríen ambos se paran y van directo hacia su cuñada, cada uno toma la mano de ella y besa su mano —¡Mucho gusto Srta. Arlet ! Me llamo Aiker Lawless.

—Eres muy hermosa, me llamo Aimar Lawless.

—Somos los Emperadores de los Gherm.

—Eh… —rápido hace una reverencia —¡mucho gusto! 

Unos brazos hacen que se separe de los Emperadores, dos gruñidos hacen que salte — MIA

Los gemelos Aiker y Aimar suben la mano en son de paz, ambos se ríen —Nunca esperó que fueran tan celosos —añadió con diversión Aimar.

—El día que se enamoren van a entender —Siseo Éber besando a su mujer.

—Eso lo dudamos —expresaron ambos Emperadores.

—Eso pensábamos nosotros y vemos aquí —continuó Eros.

Arlet está un poco mareada, pero aún así se acurrucarse en los brazos de su hombre hasta que se da cuenta dónde está y rápido sale de uno de sus lugares favoritos, sus mejillas se encienden por la vergüenza.

—Ella es muy interesante —murmuró el mayor gobernante, Aiker tomó asiento —, por favor —indicó que tomaran.

Éber y Eros ayudan a su pequeña mujer a tomar asiento, estos se sientan al lado de ella.

—Bien demos inicio —indicó Aimar —, el príncipes Alex vino ayer y nos habló de tu idea…¿porque quieres hacerlo?

—Por que todo ser merece una oportunidad para avanzar, tanto aquí como en la tierra es necesario la mano de obra en muchos ámbitos.




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