En el silencio de la noche eterna,
donde los susurros se ahogan en el viento,
camino sin rumbo, perdido en la bruma,
buscando un sentido que se me escapa lento.
Mis pasos resuenan en la nada,
ecos de una vida que no encuentro.
Soy un viajero sin mapa, sin morada,
un alma errante en constante desconcierto.
El vacío me abraza con su frío,
un abismo que consume mi ser.
Me miro al espejo y no me reconozco,
una sombra de lo que solía ser.
¿Dónde está el lugar al que pertenezco?
¿Dónde se esconde mi hogar verdadero?
El mundo gira, y yo, en mi desierto,
siento que nunca hallaré mi sendero.
Cada día es una lucha sin sentido,
una batalla contra la indiferencia.
Mis sueños se disuelven en el olvido,
y mi corazón late en la ausencia.