Érase una vez una joven a la que vivía en un castillo con su tía , la reina Kiara a la que a veces le causaba problemas con sus maestros ya que siempre se escapaba de clases, de hecho en estos momentos la reina la busca.
-Majestad lamento la molestia pero es la quinta vez en la semana que su sobrina escapa y hoy es martes.
-Lo siento mucho señorita, de verdad ya no se que hacer con esa niña, ha estado muy rebelde- dijo la reina caminando de un lado a otro pensando donde podría estar su escurridiza sobrina.
-Lo entiendo majestad pero después de todo acaba de cumplir 18 años y no debe ser fácil para ella no poder salir del castillo - dijo la maestra mirando por la ventana.
-Creo que se donde puede estar, tómese el día libre; le aseguro que mañana estará en clase aunque tenga que pegarla en la silla.
La reina salió de la biblioteca, se dirigió a la parte secreta del castillo, algunas partes del castillo estaban ocultas solo unos cuantos empleados sabían de su existencia, para entrar se tenía que pasar por la cocina y entrar a un doble muro, mientras la reina entraba a la cocina todos se pusieron muy nerviosos algunos casi dejando que de hacer lo que estaban haciendo, lo que fue muy sospechoso a lo que se detuvo a medio camino, los miro.
- Acaso alguien ha visto a una niña de cabello café oscuro, se llama Evangeline, ¿de casualidad no la han visto?- todos intentaron evadir la mirada pero al final uno de los empleados de la cocina terminó confesando.
- Está en el jardín- todos la miraron con un poco de enojo, no por ellos sino por la joven.
- Gracias, y la próxima vez que ella tenga clases y quiera irse, avísenme antes de que vaya a algún lado- y con eso jalo una de las especias secas que colgaban del techo, al instante un muro se abrió a lo que la reina entró, en la cocina se escuchó un suspiro en conjunto, como si temieran por la reacción.
-La chica es extraña, nadie sabe cuales son sus intereses.
-Solo es distraída pero nadie sabe qué hará ni siquiera, la reina.
Parecía casi imposible que hubiera un castillo dentro del castillo, otro muro se abrió enfrente de un pasillo que daba una vista a un jardín enorme con un árbol gigante en medio y entre las flores vio a una joven de cabello café y ondulado, estaba acostada leyendo el libro que claramente ya había leído más de tres veces, estaba tan tranquila como si nada, ni nadie pudiera molestar su paz, la reina estaba a punto de gritar pero una voz la detuvo.
- Yo no haría eso si fuera tú- dijo un cuervo que estaba al lado de ella apoyado en el borde de la ventana.
- ¿Qué quieres que haga con esa niña Alden?, insiste en desaparecer de donde se supone que debe de estar como planea ser reina si no quiere estudiar.
- Sigo sin entender, ¿la preparas para que ocupe tu trono o para el que le corresponde?.
- Es una irresponsable, ¿sabes cuántos maestros ha hecho renunciar?
- Estás evitando el tema, ¿no te parece que su actitud sea porque ha estado 18 años encerrada en un castillo del que solo la mitad de los empleados saben de su existencia?, vamos Kiara la chica es casi un fantasma, casi un mito. He oído rumores sobre el alma de una joven que está encerrada en el castillo.
- Sabes la razón por la que lo hago.
- Claro se lo prometiste a su madre, pero no creo que Clara hubiera querido ver a su hija encerrada en una jaula de oro.
- Clara no está, estoy yo y haré lo que tenga que hacer para cumplir lo que me pidió, con mayor razón la cuidaré más este año cumplió 18 años y tu sabes lo que significa- siguió avanzando su camino para ir al jardín pero Alden volvió a atravesarse en su camino.
- Si, lo se pero tu sabes que es verdad lo que digo, no seas tan dura con ella, tienes razón es una irresponsable, pero debes tener paciencia con ella, si le gritas lo único que harás será alejarla y que te oculte cosas.
- Tu ganas, vete antes de que me arrepienta y ordené al cocinero te haga la cena de esta noche -Alden negó con la cabeza y se fue volando, mientras tanto en el floreado piso aún se encontraba Evangeline leyendo, pareciera que se sumergía en ese libro, que cuando leía era como si en su mundo no existiera nada más.
- Vaya, Vaya ¿a quién me encuentro aquí?- dijo con voz calmada pero fue suficiente para que la joven se asustara.
- Tía, creí que estarías en una reunión hasta la tarde- le contestó sentándose en el césped y cerrando el libro.
- Claro que lo estaba, y lo hubiera hecho si tan solo tu maestra no me hubiera mandado a decir con una paloma, que ya se canso de buscarte por todo el castillo- dijo colocándose las manos en la cintura esperando una explicación.
- Lo siento, pero esos maestros me aburren y no quiero estar más en este castillo, quiero salir, todos estos años me has dejado hacer lo que quiera para no dejarme salir.
-Por supuesto que no.
-Por supuesto que sí, he leído cada libro de la biblioteca, incluso he releído a muchos, me dejaste pintar todas las paredes de mi habitación, a hacer alfarería, velas, aprendí a hornear algunos postres, pastel, gelatina, galletas, aprendí a jugar ajedrez, dardos, me has hecho aprender todo tipo de bailes aunque no vaya a los bailes, he trepado todos los árboles de aquí, pero al final todo parece una excusa para mantenerme distraída y evitar que salga, ¿cuándo voy a empezar mi vida?.