Mis tres amores By Marcos

Capítulo 5: La chica

Aquel instante fue eterno. 
El bullicio frenético de la calle se desvaneció en un susurro apenas perceptible cuando mis ojos se posaron en ella. El mundo entero se desvaneció y el tiempo se detuvo solo para que yo pudiera observarla. Mi corazón latía con una intensidad desconocida, como si quisiera salir de mi pecho y correr hacia ella. Observaba fascinado cada movimiento suyo, cada paso, cada gesto, parecía una danza celestial diseñada exclusivamente para mí. Ella caminaba con gracia, como si estuviera bailando al ritmo de una melodía solo perceptible para sus oídos. 
Quería cruzar la calle y acercarme a ella, pero algo en mi interior me decía que aquel momento era demasiado perfecto para ser interrumpido y me quedé inmóvil, temiendo que el más mínimo parpadeo pudiera hacerla desaparecer. 
Me sentía como un tonto, pero también como el hombre más afortunado del mundo por haberla visto.
Sentí un cosquilleo en el estómago y un calor inexplicable recorrió todo mi cuerpo. Era como si hubiera encontrado algo que ni siquiera sabía que estaba buscando. 
Cruzamos miradas por un instante, pero fue suficiente para que mi cabeza se llenara de preguntas sin respuesta.
Ella cambió la vista y siguió caminando como si nada, como si no hubiera arrasado con todo a su paso.
Y aunque estuviéramos separados por una simple calle, sabía que tarde o temprano, nuestros caminos se cruzarían de nuevo.
Una voz conocida me devolvió a la realidad.
-Socio, llevo toda la mañana esperándote.
Eduardito me cogió desprevenido y di un brinco en el muro. 
-Pipo ¿Viste un fantasma o qué?
Me dijo preocupado. 
-Nada, boberías mías. ¿Se mantiene lo del domingo?
-Sii claro, vamos para allá por la mañana para coger una cancha en la sombra. Si nos demoramos es por gusto.
-Dale está bien. Voy a tirarme un rato que estoy fundido mi hermano. Oye, déjame hacerte una pregunta. Tú sabes quién es Roli el del edificio ¿No?
-¿El chamaquito de la Secundaria? 
-Sí ese mismo, el trigueñito.
-Sí claro ¿Qué pasó con él?
-Nada pipo nada ¿Tú sabes si él tiene novia?
-¿Novia? ¿Roli? No creo Marcos, él es medio sonso. Pero tú sabes quién debe saber, Sergio, el que vive al lado del parque. Ellos están en la misma escuela.
-Coño versad que sí, ese chamaquito es chévere. Le voy a preguntar a él.
-¿Y para qué tú quieres saber eso mijo? 
-Nada asere, cosas mías. Dale nos vemos el domingo.
Llegué a la casa y para mi sorpresa no había nadie a la vista. Mi abuela me había dejado el almuerzo en la meseta así que comí y me tiré en el sofá. Estaban dando Drácula en el televisor y a pesar de que yo no era muy fan de la ciencia y ficción esa película tenía su cosa. 
Esa escena cuando el vampiro se encuentra a Mina en plena calle, me revivió lo que acababa de pasar, el mismo sentimiento y la misma certeza de haber encontrado la pieza perdida de un rompecabezas. 
Así me dormí en el sofá y estuve por los menos dos horas soñando con mi propia versión de Mina.
-Marcos, Marcos. 
La voz de mi abuela se me metió en la cabeza como la alarma de un despertador.
-¿Qué pasa vieja?
-Oye, es tardísimo, ve a la bodega anda. 
-Ya voy mima, ya voy.
Me lavé un poco la cara y agarré la libreta. Cuando voy saliendo de la casa miré en dirección a la bodega y allí estaba ella. Caminando con la vista clavada en el piso como la primera vez que la vi.
Entré en la casa como una bala y mi abuela que estaba en el portal me dijo:
-Niño, ¿Qué pasó? ¿Estaba cerrada la bodega?
-No mima espérate, no he ido.
-Oye Marcos acaba de ir viejo que va a cerrar.
-Espérate vieja.
Le dije medio escondido detrás de la reja. La muchacha estaba cada vez más cerca de la puerta de mi casa, inevitablemente iba a pasar justo en frente de mí.
Fui para el lado de mi abuela que estaba en el sillón del portal.
-Vieja por ahí viene la madre de tus bisnietos.
-¿Qué tú hablas Marcos?
-Mira mira, es ella. 
Y le señalé a la muchacha que en ese justo momento cruzó por delante de los dos sin ni siquiera percibir todo la tormenta que había a su alrededor.
Cuál es mi sorpresa cuando veo que mi abuela se levantó y la llamó.
-Abuela, vieja ¿Qué tú haces?
-Pss. Pss. Niña.
La llamó desde el portal. La muchacha frenó en seco y le hizo un gesto con la mano preguntándole si era con ella.
-Sí, sí, a ti misma.
Le dijo mi abuela cómo si la conociera de toda la vida. 
-Dígame. 
Preguntó ella y mi abuela ni corta ni perezosa le dijo: 
-Es que aquí mi nieto dice que tú vas a ser novia de él.
Todo aquello pasó en una milésima de segundo. Mi abuela me señalaba y yo me sentía en el medio de un estadio lleno de gente con miles de ojos encima. La muchacha me miró de arriba a abajo con total indiferencia. 
-Pues muy fresco su nieto porque él no me conoce de ningún lado. Hasta luego.
La ví virar la espalda y continuar su camino, aquello fue como un jarro de agua congelada. 
-Coño vieja tú siempre estás en lo mismo. No se te puede decir nada.
-Pero ¿Qué pasó? Yo pensé que tú la conocías.
-No mima yo no sé quién es.
-Oye pero ella tenía razón, que clase de fresco tú eres. Y yo metiéndome con la muchacha y todo, que barbaridad. Déjame adelantar la comida que evidentemente ya la bodega se quedó para mañana.
Me dejó solo en el portal y yo me alegré porque la verdad aquello lo tenía que procesar.
Nunca nadie me había mirado así, tierna y desafiante a la vez, sugerente y como si yo no fuera nada del otro mundo al mismo tiempo.
Ella no podía ser novia de Roli. 
El destino no podía ser tan cabrón de jugarme esa mala pasada.
Pero algo dentro de mí me decía que todo iba a estar bien, porque en su mirada encontré algo más que una simple conexión y aunque no nos conocíamos y no habíamos cruzado ni una palabra, encontré el inicio de una historia que estaba destinada a ser escrita y que yo no quería perderme por nada del mundo.




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