Me despierto un poco confundida, pero al poco rato recuerdo que no estoy en mi cama ni en mi cuarto, me he quedado en la casa de Andrew, esto parece extraño la verdad ni yo misma me hubiera imaginado despertar en la habitación de mi doctor. Me siento sobre la cama y después escuchó un ruido en el baño, me asustó por un momento, pero seguro debe ser Mara. Entonces la puerta se abre y lo primero que veo es un abdomen con unos buenos cuadros, bien definidos, mi mirada se pierde ahí, quizá estoy mirando demasiado pero nunca está mal un taco de ojo, por algo Dios me dio la vista. Pero cuando subo la vista unos segundos después me doy cuenta de quien es el dueño de tremendo cuerpo, ambos nos miramos, yo más que nada confundida.
—¿Sorprendida?
Andrew me mira con una sonrisa en el rostro.
—Dios, ¿cuando entraste?
—Hace un rato ya. Pero te veías tan cómoda durmiendo que no quise despertarte.
—Lo siento, no debí quedarme en tu cuarto sin permiso.
—Ya eres muy confiada.
Lo veo tomar una toalla y secarse el pelo. Luego me mira de forma burlona.
—Sabes que no pasa nada, solo bromeo, esta es tu casa y eres bienvenida.
Me levantó para salirme de su habitación.
—Supongo que necesitas privacidad, así que estaré en la sala con Mara.
—Esta bien, pero Mara no está. Al menos no cuando llegué.
—Uy, bueno voy a intentar llamarla.
—Si quieres podemos salir a desayunar, yo invito.
—Bien.
Dije antes de salir de la habitación pero no dejé de ver el arte que era, tenía unos brazos grandes, el tipo de cuerpo que es esteticamente bueno y no es para nada exagerado. Me quedé en la sala, esperando, mientras tanto saqué mi celular del bolso de mi sueter y le llamé a Mara pero no hubo respuesta a ninguna de mis llamadas, quizá habían sido diez las veces que le había llamado, pero ninguna de mis llamadas había sido respondida, la puerta de la habitación de Andrew se abrió y el salió. Me miro con una sonrisa pero supongo que notó mi cara de preocupación.
—Debe estar bien, quizá necesita tiempo para ella misma.
—Supongo que sí.
—Recuerda que no puedes ponerte muy emocional más si esto te afecta, es mejor no pensar en ello. Conozco un buen restaurante cerca de aquí, venden desayunos muy deliciosos, vamos.
Me ayudo a levantarme del sillón donde estaba sentada y caminé atrás de él, yo solo lo seguí y llegamos a un lugar que olía bastante bien, el mesero del lugar se acercó a ofrecernos la carta, después de elegir una mesa.
—Puedes elegir lo que quieras.
Me dijo Andrew al darse cuenta que yo estaba viendo los precios más que la comida, la verdad es que no quería abusar más de él, finalmente pedí un platillo que parecía bastante delicioso.
—Dejame decirte algo con todo respeto. Estás bien bueno.
Andrew le estaba dando un trago a su agua que el mesero acababa de traer, mientras esperabamos la comida. Juro que casi escupe el agua, pero resistió, sus cachetes se inflaron y con trabajos pudo pasarse el agua. Tomó una servilleta y lo oí aclarar su garganta antes de hablar.
—Diablos Kaela, eres muy atrevida.
Solté una carcajada.
—Vamos, lo que quería decirte es que aún estando así ¿cómo puedes estar soltero?
—Dure una década enamorado de alguien que no tenia ojos para mi.
—Claro, tu mejor amiga.
Asintió y su mirada se tornó triste.
—Generalmente la gente dice que somos los hombres los que no tienen sentimientos, la realidad es que no todos somos iguales.
—¿Quieres hablar sobre eso?
Lo miré y el no me quitaba la mirada cuando asintió.
—Me enamoré hace una década de ella, Jennifer es su nombre. Mi corazón latía por ella, me acerqué a ella, nos conocimos cuando me atreví a hablarle en la cafetería de la universidad. Todo de ella me parecía lo más hermoso del mundo, su aroma era lo que más amaba, todo iba bien hasta que me di cuenta de que me veía como un amigo, ella comenzó a salir con un tipo que había conocido en otro lugar fuera de la universidad. Cinco años después nos graduamos y ella seguía con él, tuve que estar con ella como amigo era la única manera de estar a su lado y bueno después ella me dijo que su novio y ella iban más enserio, nunca creí eso hasta que ya sabes hace poco me dijo que se casaría, ahí fue cuando me di cuenta de que no iba a tener oportunidad.
Sus ojos se cristalizan y su mano está sobre la mesa, decido poner mi mano encima de la suya y darle un ligero apretón a modo de consuelo. Por supuesto, me imagino lo mucho que debió haber estado esperando el momento para enamorar a su mejor amiga, pero ese momento nunca existió ni va a existir.
—Siempre llegan nuevos amores, nuevos comienzos, tal vez no pudiste demostrar cuanto la amabas pero tiene como mejor amigo y eso debe ser bastante valioso.
—Tenía. Le pedí que nos alejaramos un tiempo hasta que llegué el día de la boda y la verdad es que el viaje me viene como anillo al dedo porque por fin despejarme antes de esa boda.
—Bueno tal vez con tiempo ya volverán a ser amigos.
El toma mi mano y devuelve el gesto. El mesero viene con nuestra comida, ambos comemos felices y nos sonreímos cada que podemos, es la comida más agradable de mi vida. No es un lugar caro, sin embargo se siente distinto. Andrew camina a mi lado, nos dirigimos hacia mi casa, he preferido que caminemos, al regresar a casa miro a mi mamá aún ahí.
—Lo lamento hija, no puedo irme. No tengo donde quedarme, mi esposo me dejó por una mujer más joven.
Así que era eso, la miro y niego con la cabeza. Andrew está afuera me ha dicho que estará ahí por si lo necesito o pasa algo como lo de ayer.
—Esta bien mamá, puedes quedarte aquí solo vengo por unas cosas. Pronto me iré de viaje.
—¿Con la vividora de tu amiga?
Lo dice con coraje.
—¿Disculpa?
La miro fijamente. Ella está con la mira perdida.
—Me costó alejarla hace diez años para que ahora vengas a decirme que vive contigo, es una mierda y lo sabes. Solo es una vividora. Por cierto, hace un rato vino y le dije que se largará de aquí, no la quiero en mi casa.