Despierto con los brazos encima de mí de mi mejor amiga que se ha quedado a dormir conmigo en la habitación de Andrew. Porque los señores caballeros decidieron quedarse en la sala jugando videojuegos "hasta el amanecer, como en los viejos tiempos" o al menos eso es lo que entendí que Andrew le dijo a Steven. Miro el reloj de mi celular son las ocho de la mañana. Bastante temprano así que vuelvo a dormir. Sin preocupaciones, sin estrés, así se siente mejor la vida. La pregunta es como la pasaremos estos días antes del viaje juntos, entonces la convivencia ya comenzó desde ahora. Estoy soñando de nuevo. Estamos en la playa. Mara, Andrew, Steven y yo. Pero de pronto sucede algo extraño, es algo que nadie entendería solo yo misma, una rubia, comienza a jalonearme del brazo para llevarme lejos de ellos.
—Esta no es la vida que nos merecemos, mamá está muy decepcionada de nosotras.
Por supuesto, mi peor enemigo es mi propio pasado. Yo misma, lo que fui. Veo en esa mujer mucha rabia, mucho orgullo, eso fui. Mi corazón latía demasiado, comencé a querer liberarme de ese agarre. De pronto, ya no era yo misma la que me detenía, si no unas cadenas. Trate de gritar pero todo estaba oscuro y vacío. No había nada ni nadie. Solo mis gritos y yo. Estoy pensando en lo cruel que fui en el pasado.
Entonces oigo un ruido a mi lado, abro los ojos de golpe y miro a Andrew mirandome cerca del mueble que está de mi lado de la cama. Steven está también aquí.
—Buenos días princesas.
Mara se revolotea a mi lado y abre los ojos.
—Hay algo que se llama privacidad caballeros.
Balbucea Mara.
—Ustedes están invadiendo la habitación de mi amigo. Así que tecnicamente podemos estar aquí.
Me siento sobre la cama y miro a todos lados.
—¿Qué mierda?
Logro decir y comienzo a reírme. Mara hace lo mismo que hice anteriormente, me mira y comienza a reirse también.
—No consigo entender que les sucedió ayer.
Steven mira Andrew frunciendo el ceño.
—Solo son ellas mismas. Esta bien y perdonen pero es que hemos venido a ver si estaban bien.
—¿Qué hora es?
Mara mira a Andrew.
—Son más de las doce.
—Uy si que es tarde pero tu cama es tan cómoda que podría dormir mil vidas aquí y descansar muy bien.
Mara estira sus brazos y suelta un gran bostezo.
—¿Cansada de tanto dormir, princesa?
Steven mira a Mara burlandose. Esta no se lo piensa ni dos veces y le lanza un almohadazo que le da justo en la cara. Oigo las carcajadas de Mara resonando por toda la habitación. Andrew está cubriendose la boca con su mano en forma de puño, sus cachetes se inflan, siendo esa señal de que quiere burlarse de su amigo,
—Eso te pasa por ser tan malo.
Mara sigue burlandose de Steven. Este solo se queda quieto.
—Y esto nos espera por algunos días más. Estamos condenados.
Steven se da un palmazo en la frente.
—No sé tú, pero yo estoy a salvo. ¿No es así Kaela?
La mirada de Andrew brilla tanto que da ternura.
—No puedo asegurar nada.
Me encojo de hombros. Ahora es Steven quien quiere reírse pero este no se aguanta y termina soltando unas carcajadas más profundas que las de Mara. La verdad es que esto era algo fuera de lo común que solía vivir antes, pero aquí estaba en una habitación y cama que no era mía. Con tres personas que jamás creía que estarían en este preciso momento de mi vida.
—¿Qué les parece si vamos a almozar fuera? Y tal vez debamos ir al super por algunas cosas necesarias para el viaje.
—Concuerdo, yo necesito una maleta más amplia. Esta misma noche iré a empacar mi ropa a casa y volveré mañana temprano. Para no estar a las prisas.
Steven mira a Andrew respondiendo su pregunta.
—¿Entonces chicas?
Andrew nos mira de nuevo al ver que no respondimos.
—Solo si nos invitas el almuerzo.
Responde mi mejor amiga juguetona. Andrew se queda pensativo y asiente:
—Hecho.
—Entonces esperen afuera, que las damas tienen que ponerse guapas.
—¿Más? Sí así ya son unas joyitas.
Steven nos mira a ambas. Pero ya está saliendo de la habitación, detrás de él sale Andrew quien cierra la puerta.
—Vamos reina a ponernos guapitas.
Me mira con una gran sonrisa en el rostro.
—Claro, capitana.
Ella pide darse la ducha primero y yo comienzo a ordenar la cama en lo que espero. No tarda ni diez minutos en abrir la puerta del baño y tras ella sale el vapor de la regadera.
—¿Acaso eres una papa?—. Su mirada parece una de total confusión—. Las papas, para quitarles la cáscara se ponen en agua hirviendo.
Comienza a reirse.
—¿Puedo elegir tu ropa? Te juro que eligiré la más preciosa de todas.
Asiento con la cabeza a modo de respuesta. Tomo mi toalla y comienzo a darme un buen baño. Al salir me encuentro con un vestido bastante bonito.
—Te verás como una diosa.
Decido ponerme el vestido y arreglar mi cabello no tardamos ni veinte minutos en salir a la sala donde por cierto Steven se está quejando con Andrew.
—Tengo hambre y esas mujeres no se apuran.
—Ya llegaron por quienes padecias hambre, pobrecito hombre.
Suelta Mara con un tono burlón. Se levanta del sillón poniendose de pie en menos de un segundo.
—Ya no aguantaba ni un segundo más.
Se frota el estómago encima de la camisa. Le ofrece su brazo a Mara y ella lo toma con confianza. Comienzan a caminar sin darle importancia a la existencia de Andrew y la mía. Andrew me mira se encoge de hombros y me ofrece su brazo. Asiento con la cabeza y comienzo a caminar a su lado. Cuando Mara se da cuenta que es cuando ya estamos caminando hacía una pequeña fonda, esboza una sonrisa enorme que nunca creí que podría ser capaz de caber en su pequeño rostro. Ya en el lugar termino sentada a lado de Andrew y Mara a lado de su amado Steven.
—Enserio que me muero de hambre podría comer todas las opciones posibles del menú.