Esa mañana desperté algo nerviosa y emocionada a la vez. Por fin había llegado el día tan esperado. Me desperté antes que todos, me puse mi ropa más cómoda. Eran las dos cuando terminé de hacerlo. Mara se levantó en ese momento porque su alarma comenzó a sonar. La mire.
—Finalmente la aventura comienza.
Le dije sin más.
—Buenos días, Kae.
—Buenos días, Mar.
Ella comenzó a vestirse, afuera se escuchó el ruido que tanto Steven como Andrew hacían, su conversación. Mara salió primero arrastrando su maleta.
—Debiste llamarnos. Podemos ayudarte.
Le reclamaba Steven. Oí que dieron unos pasos y Mara dejo de arrastrar su maleta. Andrew apareció en la puerta y sin decir nada tomó mi maleta. La llevo hasta la sala y yo caminé detrás de él.
—Y aquí estamos—Mara nos miró a todos—. Deberíamos hacer una foto.
Todos asentimos y Mara sacó el celular de su bolsillo. Miramos a la cámara sonriendo. Y ahi estaba inmortalizado el recuerdo de este día. Nos sentamos a conversar en lo que se daban las tres de la mañana que sería la hora en la que el tío de Steven vendría por nosotros. Faltaban unos veinte minutos para la hora, y el celular de Steven comenzó a sonar.
—Sí, tío. Ya estamos listos.
Él se levantó del sillón y caminaba de un lado a otro.
—Muy bien, entonces ya vamos a comenzar a bajar las cosas.
Luego nos miró con una sonrisa.
—Listo chicos, ya podemos empezar a bajar las cosas.
Andrew me pidió que le ayudará con una bolsa pequeña. Igualmente Steven a Mara le dio algo pequeño mientras ellos cargaban nuestras dos maletas sin reclamar. Recuerdo que en un viaje Jimmy se quejó.
—Siempre llevas más de lo necesario.
Ese recuerdo se esfumó cuando miré a Andrew sonriendo y cargando mi maleta como si nada cuando bajamos. Entonces Steven saludó a un hombre bajito que estaba recargado sobre un auto de color cereza. Instántaneamente sonrió y se abrazaron. Steven nos presentó a cada uno. Y el señor fue muy amable.
—Esperen aquí, vamos por las otras dos maletas que faltan.
Andrew nos miró a Mara y a mí. Antes de que se fuera le pedí que trajera mi portátil. Había descargado unas películas para poder verlas durante el trayecto.
Luego desaparecieron y entonces el señor nos miró curioso.
—¿Y cúal será su destino?
Mara se encogió de hombros.
—Ni idea, Kaela solo nos dejó saber la hora en la que salía el vuelo.
—Bora Bora.
Respondí. Mara abrió tanto la boca, no se la podía creer.
—Es un buen destino. Espero lo disfruten y hagan que Steven lo haga porque hace tiempo que él ya no salía de viaje.
Su tío alzo los pulgares en señal de aprobación.
—Haremos otro viaje a otro lugar también.
Mara volvió a sorprenderse. De pronto Andrew y Steven volvieron, el tío de Steven ayudo a ambos a acomodar las maletas en la cajuela. Cuando terminaron, nos metimos en el auto. Quede en medio de Mara y Andrew. El auto comenzó a andar, yo miraba por la ventana los edificios, un tiempo nos los vería y eso era maravilloso. Podría ir a la playa, sentir la arena con mis pies. Por fin iba a vivir. Dejé de lado toda la vida que había tenido hasta ahora, cada vez que estabamos más cerca del aeropuerto, sentía que por fin dejaba de estar encadenada. Disfrutaría esto.
Mientras cerraba los ojos. La vi a ella, su sonrisa era cálida. Aunque no decía nada, sabía que ella con su mirada me daba su aprobación y estaba orgullosa de mí. Espero volver a verla de nuevo y por fin conocer su nombre.
—Denisse—Por fin habló, las olas se oían de fondo—. Mi familia me llama así.
Aunque no lo dijo en concreto. Sabía que me daba a entender que era parte de su familia. Sonreí. Corrí a abrazarla, ella me rodeo con sus brazos.
—Eres libre, disfrutalo.
Y entonces desperté porque llamaban por mi nombre.
—Kaela, hemos llegado—Mara me miraba con una enorme sonrisa.
—Me he quedado dormida.
—Lo sé, vamos.
Todos comenzamos a bajarnos, Andrew y Steven bajaron las maletas. El aeropuerto estaba muy vivo, había demasiada gente. Era la primera vez que iba a viajar a un lugar fuera de mi país. El tío de Steven se despidió de todos con cariño. Cuando volvió a meterse en el auto bajo la ventanilla.
—Les deseo un buen viaje.
—Gracias—Dijimos todos al unísono.
Sonreí mientras admiraba este bello momento. Comenzamos a caminar. Se dieron las cuatro y nos quedamos en un pequeño establecimiento tomando un café. Todos estabamos bastante felices. Hicimos otra foto. Después nos quedamos en la sala de espera mientras Steven y Andrew iban a dejar las cuatro maletas.
—No me puedo creer aún nada de esto.
Mara me miro con un brillo en los ojos.
—Yo tampoco. Pero aquí estamos.
Y le sonreí. Solo faltaban alrededor de dos horas cuando miré mi reloj. Me daba el tiempo justo para poder ver una película de las que me habia descargado. Mara se acercó a mí.
—¿Quieres ver una pelí de Bob Esponja?
Ella me miro con una sonrisa y asintió.
—Te has descargado películas de Bob Esponja, ¿por mí?—Me miro tiernamente mientras hizo la pregunta.
Asentí. Luego no dije más y nos pusimos a ver la película. Nos quedamos viendola y no miento también Steven y Andrew buscaron la forma de también quedarse embobados con la película. Cuando finalizó quedaba menos de media hora para abordar el vuelo. Antes de irnos a abordar el avión, Mara y yo compramos algunas revistas, sopas de letras, y ella se compra un libro para colorear. Así es cuando vamos a presentar la documentación y no hay mucha gente. Nos indican a donde debemos de ir y ahí estamos. Mara se las ingenia para hacerme quedar de nuevo entre Andrew y ella. Diez horas de vuelo y unos cuarenta y cinco minutos.
Me quedó centrada leyendo una revista, la azafata viene a ofrecernos comida. Claro que pedimos, todos tenemos hambre. Dejó la revista a un lado y veo a Andrew mirarme con curiosidad. Ha pasado al menos una hora desde que despegamos.