Mis últimos días

Día 30

Cuando abro los ojos esta mañana, me doy cuenta de que estoy en mi habitación pero Mara no está a mi lado. Ni siquiera sé como he llegado hasta aquí. Me levanto con cuidado, cuando oigo las voces de mis tres acompañantes. Parece algo serio. Me quedo pegada a la puerta, esa mañana el lugar huele a cierta nostalgia o al menos a mí me recuerda a algo.

—Es Kaela— La voz de Andrew es la primera que menciona mi nombre—. No esta funcionando el tratamiento desde la última vez que nos vimos.

—Yo también lo he notado y desde antes—Asegura Steven.

Mara suspira. Parece que quiere llorar. La conozco ya debe estar llorando.

—No me digan eso. Tan bien que iba todo.

—Anoche me he dado cuenta de lo pálida que se ve cada vez más. Su cuerpo se está volviendo cada vez más débil—La voz de Andrew parece triste.

Un sollozo de mi amiga. Me alerta. Sé que no debería querer escuchar más pero lo hago.

—Sin duda alguna a todos nos va a poner mal su partida—Steven realmente parece triste.

—Somos lo único que ella tiene—Mara ya está llorando demasiado.

La peor parte no era para mí, si no para los que se estaban encariñando conmigo. Mire el suelo apenada. Entonces la lágrimas comienzan a rodar por mis mejillas. Sin consuelo.

—Por eso estaremos con ella hasta su último día— Andrew suena tan devastado

—¿No hay más posibilidades?

Pregunta Mara mientras sigue llorando. No oigo nada, solo como Mara llora aún más. Decido volver a la cama y fingir que no he escuchado nada. Cuando ha pasado un rato, oigo entrar a alguien al cuarto.

—Despierta, dormilona—Mara suena tan alegre—. Te he preparado tu comida favorita.

Finjo que apenas me levantó y la miro con una sonrisa. Sus ojos parecen un poco irritados. Supongo que después de todo no ha sido un sueño lo que he escuchado. Así que después estamos los cuatro juntos en el pequeño comedor. Huele a comida recién hecha. Steven y Andrew me sonríen sin ningún problema.

Ahora sabía que era seguro que moriría, pero había cambiado. Ya no iba a sufrir, me iba a encargar de darles una enseñanza a estos tres antes de irme de este mundo. Me metí un bocado a la boca, cuando Mara ya estaba sentada también. La tristeza en ellos era bastante obvia, el silencio era un agobio. Me apresuré a tragar lo que tenía en la boca.

—Mi padre solía decir, que uno no debía temerle a la muerte, si no al olvido—Les dije y todos me miraron abriendo los ojos—. El humano a veces suele olvidar muy fácil a quien alguna vez quiso o amo más que alguna otra cosa.

Silencio. Suspiros. Silencio.

—Supongo que lo hacen para no sufrir. Para evitar ese dolor—Seguí al no ver respuesta—. Yo me escondí durante mucho tiempo en el materialismo. Cuando mi padre se fue...

Contuve el llanto. Ellos solo miraban su plato perdidos y de vez en cuando me miraban con una absoluta tristeza. Pero nadie me interrumpía.

—Antes de que lo hiciera, me enseñó muchas cosas. Las olvidé con el tiempo, para evitar el dolor. Pero hoy puedo sentirlo aquí en mi pecho—En ese momento comencé a tartamudear para decir lo siguiente—.El dolor sigue aquí, nunca se fue. Solo lo evité.

Mara no pudo más y comenzó a llorar. Tan vulnerable. Steven ya tenía cristalizados los ojos, cosa que me hacía sentir un poco mal, debí haber dejado que me odiara un poco más. Andrew me miraba con la mirada perdida mientras apretaba los labios.

—No importa donde estemos parados mañana. Nos tenemos los unos a los otros y eso no va a cambiar después de mi muerte entienden?

Todos asintieron. En ese momento a Steven le rodaron algunas lágrimas por sus mejillas.

—En tu honor, eso nunca va a cambiar princesa Kala.

—Tranquilos, tampoco es como que no nos vamos a volver—Les aseguré.

Todos soltaron una risa entre el llanto. Tras esa escena emotiva. Mara y Steven decidieron ir a dar una vuelta. Andrew seguía pérdido entre sus pensamientos. Yo me dediqué a lavar los platos y luego decidí salir a la terraza. En lugar de deprimirme, me alegre demasiado aún tenía días que agradecer y poder ver. De pronto sentí como me abrazaron por detrás con las manos en mi cintura. Escuché que suspiró y luego comenzó a llorar. Andrew se había contenido hasta este punto.

—Tranquilo—Acaricié su mejilla.

—No puedo. No puedo dejarte ir, eres muy importante para mí.

—Todo tiene fecha de caducidad, mi querido Andrew.

Lo oí sorber sus mocos. Me gire para poder verlo de frente, le enjugé sus lágrimas.

—Eres un llorón. Aún queda algo de tiempo para pasar juntos.

Suspiro y soltó una carcajada.

—No cambies.

Negué con la cabeza.

—Nunca lo haría.

Después de eso, nos quedamos en la terraza conversando sobre sus novelas rómanticas. Sí, Andrew es muy romántico para ser verdad. Me cuenta sobre sus películas favoritas, y sobre quien es lo que sea eso de bias de BTS. Jungkook. Y me muestra una foto de un chico que usa piercings y tatuajes. No está mal.

—No tienes tan mal gusto.

—No es que me guste en sí—Suspira—. El es el Golden Maknae de la banda.

—No entiendo nada.

—Es un chico talentoso, tiene canciones muy buenas. Igual que los demás. Pero por alguna razón mi favorito es él.

Andrew parece una persona bastante tranquila. No tiene miedo a admitir que le gusta una banda que la mayoría de personas consideran solo para "niñas". Aunque veo que no es así, este chico cada vez me sorprende más. Creo que nunca dejará de hacerlo.

—¿Quién es la chica que te gusta?

Lo veo ponerse nervioso.

—¿Eh?

De su boca solo sale eso.

—Oí una conversación de Mara y Steven. Que eras muy lanzado y romántico.

Suspiro y esbozó una sonrisa divertido.

—Así que tu hobby ahora es escuchar conversaciones a escondidas.

No pude evitar soltar una risita. Asentí con la cabeza.

—Pero eso no importa. Dime quien es.

El se rasco la nuca apenado.

—Es que todavía no quiero decirlo. Estoy planeando algo especial para decirselo.



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En el texto hay: despedida, romance, amor

Editado: 12.12.2024

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