Esta mañana había decidido madrugar. Estaba sentada en una de las sillas que había en la terraza, apenas estaba amaneciendo. Bebía del té que me había preparado antes de salir. Todo parecía tan tranquilo en este lugar, ya hacía un día y un mes de que me sabía que moriría y tantas cosas habían cambiando. Ahora todo era de una manera distinta pero en el buen sentido. Steven fue el primero que me acompañó mientras el amanecer comenzaba.
—Buenos días, Kala.
—Buenos días, Stiv.
Él se fue a preparar un café mientras tanto Mara apareció y se sentó en una de las sillas que tenía a mi lado izquierdo. La vista era hermosa desde aquí.
—Buenos días, Kae.
—Buenos días, zanahoria—Le di un trago a mi té y luego de pasarmelo—.Este es el amanecer más precioso que he visto.
—Yo también.
Andrew no tardó en aparecer junto con Steven quien traía dos tazas en la mano. Mientras Andrew le daba un sorbo a la suya antes de caminar. Steven se sentó a lado de Mara y le dio una taza, Andrew se sentó en la única silla que había a mi lado derecho.
—Buenos días, pequeña koala.
Andrew me miraba desde su asiento y con su mano libre me frotó el cabello. No protesté.
—¿Qué hacías tan sola?—Steven me miró antes de llevarse su taza a la boca.
—Solo pensaba, en lo mucho que cambia la vida. Y que esta vista es preciosa.
Su cara reflejo un poco de tristeza. Pero al ver que yo tenía una sonrisa en el rostro, todos la cambiaron. La verdad es quería estar de todo estos últimos días que me quedaban menos triste. Había pasado miles de días atrás, triste.
—La vida es un constante cambio—Steven soltó eso, con una cara fingiendo mucha sabíduria mientras asentía apretando los labios. Mara a su lado soltó una risa, divertida.
—Dicho con esos ademanes. Parece que no es sabio—Mara trato de detener su risa mientras decía eso.
—Sí, la vida siempre cambia—Andrew ahora participaba en la conversación.
Entonces comenzamos a conversar sobre eso. Mara no podía evitar reírse cuando Steven decía algo que podría parecer la mejor enseñanza de la vida pero sus expresiones eran bastante inadecuadas y no concordaban con lo que estaba diciendo. Luego de un rato estamos callados solo admirando el paisaje.
—Deberíamos ir al restaurante de mariscos que queda cerca del mar—Sugiero.
—Delicioso—Mara me mira con aprobación.
—Me parece buena idea—Steven me mira y asiente con la cabeza.
—Bien—Responde finalmente Andrew.
Todos nos vamos para cambiarnos a la habitación porque sabemos que quizá después nos apetezca pasar la tarde en la playa. Y ahí estamos hablando sobre cosas triviales Mara y yo. Me cuenta que antes solía viajar mucho y que nunca había encontrado su lugar hasta que volvió a verme. Después de eso estamos en el restaurante en una mesa viendo la carta.
—Se me antoja un cóctel de camarones pero creo que no hay—Mara suena desilusionada.
Yo estoy que quiero toser, de esas veces en las que la sangre sale de mi boca. Me tapo la boca, comienzo a ponerme roja y todos están nerviosos. De pronto una mano se pone sobre mi brazo y siento algo de alivio. Dejo de querer toser. Pero cuando veo quien ha puesto la mano en mi brazo me asustó.
—Hola, Kaela.
Denisse. La chica de mis sueños, está aquí. Puedo imaginarme porque está aquí. La playa, claro. Es eso.
—Nouh, no es solo eso—Me dice como sí yo lo hubiera dicho en voz alta.
Andrew, Steven y Mara me miran curiosos y luego la miran a ella. Luego a mí, ella, a mí,ella. Explosión mental. Se gira para verlos.
—Pero si son Steven—Señala a Steven, luego mira a Andrew—.Andrew. Y por último la pelirroja, Mara.
Los tres abren la boca. Ella mira a su alrededor y le dice algo a un mesero. Él desaparece y vuelve unos segundos más tarde con una silla.
—Disculpa, ¿te conocemos?—Steven la mira asustado.
—Yo a ustedes sí, ustedes a mí no—Se aclara la garganta—.Pero Kaela sEsta mañana había decidido madrugar. Estaba sentada en una de las sillas que había en la terraza, apenas estaba amaneciendo. Bebía del té que me había preparado antes de salir. Todo parecía tan tranquilo en este lugar, ya hacía un día y un mes de que me sabía que moriría y tantas cosas habían cambiando. Ahora todo era de una manera distinta pero en el buen sentido. Steven fue el primero que me acompañó mientras el amanecer comenzaba.
—Buenos días, Kala.
—Buenos días, Stiv.
Él se fue a preparar un café mientras tanto Mara apareció y se sentó en una de las sillas que tenía a mi lado izquierdo. La vista era hermosa desde aquí.
—Buenos días, Kae.
—Buenos días, zanahoria—Le di un trago a mi té y luego de pasarmelo—.Este es el amanecer más precioso que he visto.
—Yo también.
Andrew no tardó en aparecer junto con Steven quien traía dos tazas en la mano. Mientras Andrew le daba un sorbo a la suya antes de caminar. Steven se sentó a lado de Mara y le dio una taza, Andrew se sentó en la única silla que había a mi lado derecho.
—Buenos días, pequeña koala.
Andrew me miraba desde su asiento y con su mano libre me frotó el cabello. No protesté.
—¿Qué hacías tan sola?—Steven me miró antes de llevarse su taza a la boca.
—Solo pensaba, en lo mucho que cambia la vida. Y que esta vista es preciosa.
Su cara reflejo un poco de tristeza. Pero al ver que yo tenía una sonrisa en el rostro, todos la cambiaron. La verdad es quería estar de todo estos últimos días que me quedaban menos triste. Había pasado miles de días atrás, triste.
—La vida es un constante cambio—Steven soltó eso, con una cara fingiendo mucha sabíduria mientras asentía apretando los labios. Mara a su lado soltó una risa, divertida.
—Dicho con esos ademanes. Parece que no es sabio—Mara trato de detener su risa mientras decía eso.
—Sí, la vida siempre cambia—Andrew ahora participaba en la conversación.
Entonces comenzamos a conversar sobre eso. Mara no podía evitar reírse cuando Steven decía algo que podría parecer la mejor enseñanza de la vida pero sus expresiones eran bastante inadecuadas y no concordaban con lo que estaba diciendo. Luego de un rato estamos callados solo admirando el paisaje.