Es de mañana cuando oigo a Mara recoger todas sus cosas. Me siento sobre la cama, ella me mira con una sonrisa.
—Buenos días, Kae—Me saluda primero.
—Buenos días, Mara.
—Esta mañana fui a la farmacia, compré esto para ti. Úsalos para divertirte.
Me lanza un paquete que miro aún adormilada. Es un paquete de condones con sabor a fresa. Pero que loca. Lanzo el paquete hacia ella y lo esquiva, este cae a su lado. Ni siquiera se molesta en mirarlo o levantarlo. Yo tampoco.
—Seguro también llevas unos para ti—Bromeé para molestarla.
Pero su expresión se volvió sombría. De nuevo cagándola.
—Lo siento, yo solo quería molestarte tal y como lo haces tú.
Una sonrisa se formó en sus labios. Suspiro con alivio.
—No es tu culpa. Está bien, pero te aseguro que no pasará nada entre Steven y yo. Al menos no aún. No estoy lista para eso.
De nuevo, sentía que estaba perdiendo un detalle, información. Porque algo no encajaba, si ella quería tanto a Steven porque dudaba tanto. No lo sabía. Solo me limité a asentir para no presionarla. Ella tomo su maleta y salió de la habitación. Me levanté de la cama y salí corriendo sin ponerme algo en los pies, sentí el piso frío al instante. Solté unos grititos mientras caminaba, Mara se giró para verme y reírse.
—¿Y por qué me has comprado "eso"?— Me refería al paquete de...si, eso. Antes de formular la pregunta mire a todos lados para asegurarme de que ninguno de los chicos estaba cerca.
—Te dije que tenías que divertirte de una u otra forma— Soltó ella sin vergüenza alguna y encogiéndose de hombros mientras yo me sentaba en el pequeño sofá de la habitación.
—Hay otras maneras de divertirse—Aseguré.
—Kae, ambas sabemos que tú te diviertes de esas maneras específicas ¿Hace cuánto que fue la última vez?
—Te recuerdo que fue hace unos días con un idiota.
Asintió. De cualquier manera que este tema me lo podía refutar en toda la cara, sin ninguna vergüenza porque era solo para molestarme. Claro. Bendita zanahoria.
—Pues repitelo. Pero elige un buen hombre está vez.
Se acercó a mi para ponerme una mano sobre el hombro en señal de ánimos. Le di un manotazo y ella comenzó a reírse. Sí, ese era su propósito solo burlarse de mí. Entonces Steven y Andrew aparecieron. Andrew parecía igual o el doble de irritado que yo. Mara ya había dejado de reírse.
—Buenos días chicas—Saludó el primero—.Tenemos que salir lo más pronto posible para evitar contratiempos, Mara.
—Claro, ya estoy lista.
—Muy bien, entonces en marcha.
Steven tomó la maleta de Mara. Estaríamos dos días separadas, no sería tanto. Pero después tendríamos un viaje de un día hacia Francia. Cuando Mara se lanzó a mis brazos, la apreté fuerte.
—Te quiero y te voy a extrañar. Aunque eres un poquito molesta—Mara soltó una risita al oirme decir eso.
—Yo también te quiero. Cuídate.
—Igua tú y diviertete.
—Igualmente—Me guiñó el ojo y comenzó a reírse.
Y ni al último segundo de separarnos puede dejar de bromear. Andrew irritado le enseña el dedo corazón a Steven quien también sale riendose con Mara. Benditos sean. Andrew salió con ellos, yo me quedé aquí esperando a que Andrew volviera. Pero no pude más y aún descalza decidí salir a la terraza a admirar el paisaje. Sí que es un lugar muy bonito. Entonces la miro a lo lejos, Denisse está sentada pero esta vez el agua la toca y la hunde. Salgo corriendo sin pensarlo hacia ese lugar. Pero no, nada. Cuando llegó no está. No hay nadie, realmente. Miro a todas direcciones asustada.
Comienzo a sofocarme, esto debe ser una pesadilla. Mi madre aparece de lejos, camina hacia mí.
—Como puedes confíar tan fácilmente en la gente. Yo pude haberte engañado, porque sabes que siempre hago de las mías.
La mire confusa. Mi cuerpo comenzó a tensarse. No podía responder por más que podía. Algo me empujaba hacia el mar.
—Vamos, hazlo. Ya te he dicho que una buena mujer tiene que tener todo lo necesario—La voz de mi madre se oía mis espaldas—. Yo mataría por dinero. Porque el dinero lo es todo. Si no lo tienes, no eres nadie.
No soy nadie. No soy nadie. No soy nadie. Se repetía en mi cabeza, mientras más me adentraba en el mar. Durante mucho tiempo había vivido con esa mentalidad. Sin darme cuenta me regrese, miré a mi madre.
—Soy alguien, madre.
—¿Ah, sí? ¿Quién se supone que eres?
—Soy Kaela, una abogada muy inteligente, mejor amiga de Mara, una chica moribunda pero que ha encontrado lo que más le hacía falta en la vida, soy una persona llena de amor y eso es lo que te falta; el dinero nunca podrá llenar ese hueco tan inmenso que hay en tu alma.
Cuando terminé sentí que el aire se me iba pero a la vez sentí un alivio. Cuando me giré de nuevo hacia el mar, Denisse estaba entre las olas. Mirándome. Por fin había vencido una parte de mis pesadillas. Ella sonreía y asentía con la cabeza orgullosa. Cuando abrí los ojos volví a estar en la terraza, sentada en una de las sillas con la brisa dandome en la cara. Quizá me había quedado dormida unos minutos pero pocos bastaron para despertar con demasiada energía como en este momento.
Andrew apareció después de unos segundos. Me dedicó una sonrisa.
—Parece que te gusta mucho este lugar.
Asentí con la cabeza.
—Sí, es precioso. Me gustaría quedarme aquí para siempre. Pero supongo que hay más lugares bellos por conocer.
—Por fin, esos dos se han ido.
—Ya se habían tardado—Bromeé
Él comenzó a reíse. Su rostro parecía más relajado que antes. De pronto su mirada se desvió a mis pies desnudos.
—¿Y tus sandalías?—Cuestionó.
—Salí muy rápido de la habitación y no me dio tiempo de ponerlas.
No dijo nada más y volvió adentro. Cuando regresó tenía mis sandalias en la mano y las puso en mis pies.
—Gracias—Susurré.
—No es nada, ¿y qué gustas que hagamos hoy?
Me quede pensando.
—Estoy bien con lo que tu decidas. No se acabará el mundo porque hoy tu elijas el plan.