Misericordia #1

#1:Juls

Mientras observo los edificios pasar frente a mi, miles de recuerdos invaden mi mente, recuerdos malos, buenos e inolvidables que marcaron el rumbo de mi vida. Me gustaría decir que después de mucho tiempo las heridas existentes sanaron, mas me estaría mintiendo nuevamente como diariamente lo hacia frente a las personas que me rodeaban. La verdad era que nunca podría sanar aquellas heridas que aun sangraban y ardían como el primer día,  aquellas que me recuerdan día con día de donde soy, a donde voy y de que estoy hecha.

Volver a Chicago después de seis largos meses, en los cuales me dedique a visitar a la familia de mi madre, aquella que aun a pesar de los años, no me gustaba hablar de ella. 

Observo pasar los enormes edificios, unos tras otro como si no tuvieran fin, observo a la gente pasar y me pregunto: ¿como sera su vida?. 

Las calles están a punto de obscurecer por culpa de la hora, siendo los locales los únicos que iluminan las calles al igual que los faros, quienes empiezan a encenderse uno a uno antes de que el obscuro cielo aparezca. Consiguiendo que la mayoría de personas tomen el camino hacia casa al igual que yo lo hago en estos momentos, tratando de actuar normal frente a mi familia, aquella que no he visto durante mucho tiempo y a la que sin duda he extrañado mas de lo necesario.

Pasan algunos minutos mas cuando salimos de la zona centro de la ciudad y entramos así en las afueras de Chicago, donde casas enormes se dispersan sobre las calles, enormes mansiones que se vuelven mas grande con el pasar de ellas hasta que  mis ojos se plantan en la ultima de ellas, aquella que es custodiada por mas de dos guardias de seguridad y una enorme reja que rodea el perímetro de la misma, al ser la mansión de la familia Woods, una de las familia mas importantes en todo Chicago y miles de países, aquella de la que era parte desde hace un par de años.

Al entrar por las grandes rejas nos recibe una hermosa fuente situada en el centro de la entrada  pasando un hermoso y bien cuidado jardín para así quedar frente a las grandes puertas de cristales que reciben a todo aquel que llegue a ellas. Debo de decir que a pesar de conocerlas desde varios años aun me sigue sorprendiendo el arte que esta plasmada en ella, pues en ella se puede observar un ángel con lagrimas en los ojos mirando hacia el cielo, como si suplicara su perdón o misericordia, la cual había creado mi hermana mayor, el primer día que yo había pisado este lugar.

—Señorita Woods, hemos llegado —Me informa Santiago, nuestro chófer, al ver que no me he movido ni un poco.

—Gracias Santiago —Agradezco con una sonrisa antes de abrir la puerta del auto —Y ya habíamos hablado del nombre —Le recuerdo antes de bajar por completo, pues a pesar de los años con la familia, nunca me había gustado las formalidades con las que me trataba el personal.

—Lo siento mucho señ... Juls, no volverá a pasar —Me afirma ayudándome con mis maletas, lo cual agradezco al saber las miles de cosas que se encuentran adentro.

—Perfecto —Asiento satisfecha en su dirección —Gracias por todo Santiago — Agradezco nuevamente cuando deja las maletas en la entrada de la mansion.

—Hasta luego Juls —Termina por despedirse, subiendo de nuevo al auto, desapareciendo de mi vista en cuestión de segundos.

Al estar frente a las grandes puertas, miles de recuerdos me invades, entre ellos una frase que siempre esta dentro de mi, una frase que nunca olvidaré, una frase que llevo tatuada en el alma.

"En su momento aprenderá a amar, a querer, podrás ser mucho mejor persona de lo que somos nosotros pero nunca olvides seguir corriendo, sigue corriendo tan lejos de este infierno, corre para que el diablo no te encuentre, porque si te encuentra no volverás a ser la misma"

Una frase dicha por la única persona que pude llegar a querer, aquella que se perdió entre el camino.

—Oh vamos Juls —Suelto en un susurro para mi misma antes de tomar el valor necesario para tomar el timbre de la gran mansión, el cual resuena por toda el lugar.

—Señorita Woods, adelante por favor —Abre la puerta Susana, la ama de llave de la casa para dejarme pasar, quitándome la maleta de inmediato, como si se me fuera a dislocar el brazo por solo cargarla.

—Por favor dime Juls —Pido con amabilidad a lo que ella responde con media sonrisa y un asentamiento de cabeza.

—Y cuéntame ¿Donde están todos? —Pregunto emocionada por poder saludar a todos en casa.

—El señor y la señora Woods han tenido una cena de negocios, Amy y Max han ido a unos premios en los Ángeles pero han dicho que volverían mañana a primera hora.

—Lo dudo —Susurro para mi misma, pues conozco completamente a mis hermanos —Y ¿Judith y Ethan? —Pregunto al no ver correr por ninguna parte a los mellizos de tan solo seis años.

—Los mellizos están en su habitación con el joven... Charlie —Suelta dudando en dejar salir el nombre de la única persona que me desagrada dentro de esta casa.

—¿Charlie? —Dejo salir con intriga sabiendo que hace mas de dos años vivía en Nueva York —¿Que hace el aquí?

—Aquí vivo —Una voz profunda contesta por Susana haciéndome voltear en aquella dirección, encontrándome con un par de ojos grises, los cuales se dedican a fulminarme con la mirada—Un beneficio que tu no deberías de tener.

—Pero que al final lo tengo —Suelto para contraatacar a mi hermano mayor, aquel con el que nunca había congeniado, aquel que se dedicaba a recordaba de donde venia cada vez que nos veíamos, las cuales no eran muchas por suerte —Susana puedes subir mi maleta a mi cuarto, por favor —Le pido amablemente a Susana, quien escucha con discreción nuestra pequeña discusión.

—En seguida lo hago señorita Woods —Contesta dándome así luz verde para correr hacia mi habitación, no por temor a Charle, sino para evitar cualquier enfrentamiento entre ambos.

—Ella no es una Woods —Suelta Charlie con arrogancia, emprendiendo camino hacia las puertas de cristales para salir de la enorme mansión —Ella solo es una arrimada mas —Termina por decir antes de salir por las puertas azotandolas en el proceso produciendo un fuerte estrago dentro de la mansión.




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