Misericordia #1

#6: Charlie.

¡Eres un maldito idiota, suéltala de una vez por todas!

Me grita mi subconsciente por octava vez en toda la noche pero simplemente parece como si mi cuerpo tuviera vida propia por que se opone a dejarla ir, no después de tenerla tan cerca, de poder oler su aroma a vainilla, el cual parece como droga para mis sentidos.

Seguimos bailando al compás de la música, no se en que momento he acercado tanto mi rostro al suyo pero todos mis sentidos parecen disfrutar cada minuto de su cercanía hasta que ella misma se encarga de poner distancia entre nosotros y de un momento a otro mi humor cambia de idiota encantado a enfadado, pues por alguna razón desconocida su alejamiento me ha enfadado ha grados que nunca había experimentado, aumentando aun mas al ver la reacción que mi cuerpo tiene hacia ella.

De un momento a otro ella parece entrar en pánico, pues se separa rápidamente de mi y sale corriendo en dirección contraria a mi. Mi cabeza me grita que me quede ahí justo donde estoy, que no la siga y que siga con mi vida normal odiándola por todo lo que ha causando en mi vida pero la parte irracional e idiota termina ganando y sin mas me encamino velozmente hasta la puerta en la que ella ha desaparecido.

¿Que diablo estas haciendo?

Me grita mi subconsciente con desesperación con cada uno de los pasos que doy hasta donde ella se encuentra caminando con rapidez, mis pies aumentan el paso y en seguida la tomo del brazo lo que causa que ella salte de susto ante tan simple roce.

—¿Que haces aquí? —Pregunta con la respiración alterada, lo que causa que miles de alertas se enciendan dentro de mi sistema.

Pues por primera vez en cinco años que llevo conociéndola sus rostro demuestra miedo, pánico  y tristeza, dejando atrás a la chica fuerte y valiente que he odiado todos estos años y es cuando las preguntas se acumulan dentro de mi cabeza.

—Es lo que yo debería de preguntar después de dejarme como un idiota en la pista de baile.

—Ahora no estoy para tus berrinches — Suelta de mala manera mirando hacia atrás —Tengo que irme —Termina por soltarse de mi agarre pero antes de que comience a caminar,  la detengo.

—¿A donde diablos vas?

—Tengo que irme ahora —Dice en voz baja como si alguien la fuera a escuchar —Tengo que ayudar a una amiga.

—Te acompaño.

—No necesito tu ayuda, suéltame por favor —Dice jalando un poco de su brazo para que la deje ir pero parece que mi cuerpo se opone a dejarla huir de aquello que tanto parece asustarla.

—No —Me limito a decir y de un minuto a otro soy acorralado contra la pared, por primera vez me siento indefenso ante la cercanía de Juls, quien respira con dificultad como si hubiera terminado de correr un maratón —¿Que haces? .

—Solo cállate —Me dice ella mientras cierra sus ojos tratando de controlar su respiración —Solo quédate así.

—¿Porque estas tan asustada? —Me atrevo a preguntar tomando uno de los pequeños mechones que caen sobre su rostro.

—No lo entenderías.

—Pues explícame, tal vez pueda ayudarte —Y por primera vez mis sentimientos son honestos, no busco burlarme de ella pero ella no parece creerlo ni un poco ya que una sonrisa cínica aparece sobre su rostro.

—Tu nunca me ayudarías, aunque estuviera apunto de morir —Voltea la mirada hacia la izquierda y su respiración vuelve a aumentar antes de regresar su mirada hacia mi.

—Tienes razón, yo no te ayudaría ni aunque estuvieras muriéndote... —Y es cuando sucede, me cuesta algunos segundo reaccionar ante los labios que se han posado sobre los míos y me cuesta aun mas responder a su beso, pero cuando comienzo a mover mis labios sobre los de ella se que no hay vuelta atrás y estoy seguro que tarde o temprano me arrepentiré de lo que estoy haciendo pero ese día no sera hoy, porque aunque quiera decir que sus labios sobre los míos son un completo desastre, se que estaría mintiéndome completamente, pues como el las típicas historias de amor, nuestro labios encajan perfectamente creando la mejor danza entre ellos.

La puerta del pasillo en el que nos encontramos es la que nos hace romper aquel roce incorrecto que ambos hemos tenido. Ambos sabemos que lo que acaba de pasar a sido incorrecto, pues somos como hermanos para todos los que en estos momentos se encuentran justo afuera.

—Lo siento, me tengo que ir —Suelta Juls antes de correr hasta la salida de emergencia.

Y por primer vez en toda la noche no hago nada por detenerla, simplemente me quedo sobre la pared tratando de controlar mi respiración y la culpabilidad que se empieza a amontonar dentro de mi.

"El discurso ya va a empezar, te necesito aquí, ahora"

Leo el mensaje de Papa y por primera vez desearía no haber venido a esta fiesta, por primera vez desearía haber ido a las carreras con mi mejor amigo que aquí con toda mi familia. Así que resignado me encaminó hasta la puerta que une el pequeño pasillo con el salón principal, donde todos parecen pasarla bien.

—Veo que eres rápido —Dice una voz a lado mio haciéndome voltear de inmediatamente.

—¿De que diablo hablas Hector? —Pregunto con poca paciencia al ver a uno de los socios de Ethan Hamilton, el cual conocí hace algún par de años, recargado con una sonrisa en su asqueroso rostro.

—La chica con la que estabas era muy sexy Charlie.

—Ten cuidado con lo que dices Hector —Lo advierto con molestia, impidiendo que alguna de sus estupideces salga —No estoy de humor como para soportarte.

—Ahora veo que ni con un polvo rápido se te quita lo molesto —Deja salir y en un abrir y cerrar de ojos lo tomo del cuello de su camisa.

—Y veo que a ti ni con un par de golpes se te quita lo estúpido —Dejo salir antes de empujarlo, alejandome hasta donde el resto de mi familia se encuentra.

"Que noche de mierda estoy teniendo"



 




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