Misericordia #1

#7: Juls.

No se cuanto tiempo he caminado, no se a donde me dirijo, lo único que se es que necesito llegar a un lugar, uno en donde pueda volverme a sentirme a salvo, uno donde no tenga miedo a ser yo misma, aquella que dejé atrás hace más de cinco años, aquella que gritar y rasguña mi interior buscando una salida hacia la superficie.

Hace mas de cinco años que no sentía tantas ganas de llorar, hace mucho que el pánico no se mezclaba con el miedo, hace mucho que había superado todos mis miedos o me había hecho creer que los había superado... hasta este momento, donde todo parece estar mal, donde corro, grito y tiemblo tratando de encontrar la salida que tanto necesito.

Mientras mas camino mas puedo reconocer el lugar, se que estoy en las afueras de la ciudad, se lo peligroso que suele ser este lugar para alguien que no conoce pero por primera vez puedo sentirme en casa. Ver mi antiguo vecindario trae recuerdos a mi mente, miles de recuerdos que pasan frente a mis ojos como si de una película de suspenso se tratara.

Acelero mis pasos cuando estoy a punto de llegar a mi antigua casa, aquella que deje atrás junto con aquellos malos recuerdos que me siguen atormentando todas las noche.

Aun cuando he caminado varias cuadras lejos de mi antiguo hogar, no desaceleró mis pasos, no hasta que llegó a la carretera, no se que hago, simplemente dejo que mis pies me guíen hasta donde se sientan mas seguro, así que después de caminar varios minutos, me adentro en el bosque como si estuviéramos a medio día, cuando en realidad es bastante tarde como para que nadie en su sano juicio entre.

Una enorme sonrisa se dibuja sobre mi rostro por primera vez desde que salí de la fiesta, donde no solo fui vista por el mejor amigo de Ethan, si no que también bese a mi hermanastro o al chico quien se había encargado de hacer de mis días con los Woods los peores. Ver las luces iluminar la pequeña cabaña que se encuentra en medio del bosque, me alegra como un niño dentro de una juguetería, y es que poder regresar al lugar donde conocí a personas maravillosas con las cuales crecí me hace sentirme a salvo.

Puedo ver a alguien sentado en los grandes escalones de la cabaña y por un minuto pienso que es uno de los matones de los que tanto he estado huyendo, hasta que veo aquel cabello rojizo que tan bien he memorizado y aquellos ojos mieles, quienes me demuestran tanto cariño tan solo verme. Ahí frente a mi se encuentra la única persona que en verdad me cuido, la única persona que siempre estuvo al pendiente de mi y a la única persona que le di la espalda cuando tuve la oportunidad de hacerlo.

—Sabía que volverías —Suelta Peter, mi mejor amigo, mi confidente y el chico que me rescato de las manos del diablo.

—Se que no debería de estar aquí... se que fui una egoísta —Balbuceó tratando de encontrar una razón para todas las decisiones estúpidas que había tomado.

—Lo hecho, hecho está —Responde poniéndose de pie —Ahora entra para que puedas cambiarte, quiero mostrarte algo —Me pide extendiendo una de sus manos en mi dirección, la cual dudo en tomar, pero que terminó tomándola.

Entrar a la cabaña de la mano de una de las mejores personas, logra causar una sensación de nostalgia combinada con un toque de familiaridad, que hace bastante tiempo no sentía.

—Ya sabes, puerta a la izquierda...

—Primera puerta —Termino por el al recordar la pequeña habitación en la que solía dormir hace un par de años atrás.

—Todo está en su lugar, puedes tardarte todo lo que gustes, yo estaré esperando en el porche —Me informa antes de soltar mi mano para salir por donde hemos entrado, dejándome sola frente al pasillo que me conducirá de regreso a mi antigua vida.

—Vamos Gaby, vamos tu puedes —Me animo a mi misma utilizando mi verdadero nombre, aquel al que había renunciado hace mas de cinco años, aquel que solo era conocido en las profundidades del infierno, donde yo había pasado la mayoría de mi vida.

>   >    >    >    >

Aunque pueda sonar un poco raro he echado de menos mi antigua vestimenta, llevar una playera  de tirantes blancas junto a una camisa de cuadros rojos, unos jeans desgastado y unos tenis blancos, me llenan de manera que nunca pensé que lo haría.

—Estoy lista —Digo cuando he salido de la cabaña para encontrarme con Peter, quien fuma tranquilamente, mientras observa con atención el bosque que nos rodea.

—Entonces es mejor que nos demos prisa, si no no podrás conocerlo antes de que todo comiences.

—¿De que hablas? —Pregunto antes de seguirlo a paso rápido, alcanzando de inmediato.

—Sube al auto —Ordena cuando hemos llegado a la parte trasera de la cabaña, donde un audi azul espera por nosotros.

Sin replicar antes su repentino cambio de humor decido subir al auto, el cual acelera con solo entrar al auto. Peter maneja con bastante prisa como si estuviéramos corriendo la mas importante de las carreras, aprieto la manos sobre mi regazo al sentir la necesidad de estar justo detrás de un volante nuevamente. Mantengo la mirada tranquila sobre la carretera, mientras veo pasar miles de árboles hasta que empiezo a escuchar música, risas y neumáticos derrapando.

—¿A dónde diablos vamos Peter?  —Pregunto con bastante nerviosismos al ver la iluminación de la carretera.

—Vamos al infierno... donde todo esto comenzó.

 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.