Ha pasado mas de tres semanas desde aquel horrible día, tres semanas donde he mantenido mi distancia de la familia Woods, tres semanas en las cuales me he mantenido ocupada en mi nuevo trabajo dentro de una de las tantas cafetería que se encuentran en el centro de la ciudad, veintiún días lejos de Charlie Woods.
—¿Estas bien? —Pregunta Julia, una de mis compañeras de trabajo al ver que he dejado de limpiar las ultimas mesas que me faltan para poder irme a casa.
—Si, solo estoy cansada —Suelto de forma tranquila forzando una pequeña sonrisa, la cual logra que regrese a su trabajo.
Somos las últimas en salir a la oscura y fría calle, ambas caminamos hasta la esquina más cercana donde Julia espera a su novio, quien se encarga de llevarla a casa todas las noches.
—¿Segura que no quieres que te llevemos? —Me pregunta por segunda vez Julia desde la ventana del copiloto.
—Sabes que me gusta caminar, además no vivo muy lejos —Miento sin piedad alguna antes de despedirla y verla desaparecer.
La mansión queda a más de media hora de aquí, sé que no debería de caminar sola por las calles, se que puedo correr algún peligro, puedo sentir el miedo en mi estómago, aquel miedo que nunca tuve y que ahora habita en mí las veinticuatro horas del dia.
"El miedo suele paralizarse ante cualquier amenaza"
Eso era lo primero que mi padre me había enseñado, a él no le gustaba que yo flaqueara ante cualquier amenaza, ni mucho menos le gustaba escucharme decir que tenía miedo. Nunca lo he tenido, no hasta que mi vida cambió, desde que llegó la seguridad y el cariño, la valentía desapareció por completo.
A pesar del miedo que invade mis sistemas me obligo a mi misma a seguir caminando en dirección a mi hogar, el cual hoy en día ya no se siente como un hogar, sino como el único lugar que me queda en esta vida. Se que debería de ser mucho más fuerte de lo que era antes, se que debería de sentirme mucho más capaz de lo que antes lo hacia pero para ser sincera hoy en dia me siento mucho más débil de lo que me he sentido en toda mi vida.
—Buenas noches Carlos —Sonrió al llegar a las grandes rejas, las cuales son custodiadas por dos guardias de seguridad, quienes me sonríen antes de abrir la reja para que yo pueda pasar, no sin antes extender hacia mi pequeño sobre sin remitente.
—Lo ha traído un pequeño niño hace algún par de horas —Me explica Carlos al ver que no tomo el sobre —Ha dicho que se le entregará a usted personalmente —Termina con un pequeño toque de nervios, al lo cual me dedico a sonreír antes de tomar el sobre entre mis mano.
—Muchas gracias —Es lo único que digo antes de reanudar mi camino hasta la mansión, la cual se encuentra en completa oscuridad al entrar en ella.
Dejo mis llaves justo en la mesa que se encuentra en el centro del vestíbulo antes de subir a mi habitación pero me detengo al ver la luz al final del pasillo, justo donde se que esta la biblioteca de papa, dejo mi pequeña mochila sobre el suelo antes de dirigirme hacia la biblioteca para averiguar quien es el que está despierto a esta hora. La puerta está entreabierta así que no me cuesta nada averiguar de quién se trata, Charlie se ha quedado dormido sobre el escritorio, se que debería de irme y dejarlo así para qué puede enfermarse, pues solo lleva una camisa de tirantes y la temperatura a bajado mucho, pero como siempre, no le hago caso a mis instinto y me adentro a la biblioteca para tomar la pequeña manta que he dejado aquí esta mañana y me acerco hasta donde se encuentra depositando así la pequeña manta sobre los hombros del chico que me odia.
Su rostro se ve tan relajado cuando está dormido que me gustaría acariciar cada una de sus facciones, nuestra relación nunca fue tan mala, el primer año que viví aquí el y yo nos llevamos muy bien en verdad parecíamos hermanos hasta que el día de año nuevo el decidió irse a estudiar a Nueva York usando como excusa mi presencia, ese día llore como nunca lo había hecho y jure nunca volverlo a hacer, mucho menos por alguien como Charlie, a quien había entregado mi cariño y lo había despedazado sin piedad.
Sonrió con nostalgia antes de salir de la biblioteca, regresando al vestíbulo, donde tomo mi mochila y continuar con el camino hasta mi habitación.
Enciendo la luz de mi cuarto para encaminarme hasta el baño donde tomó un delicioso baño antes de poder dormir, lo cual se a convertido en una verdadera dificultad estos días, con la esperanza de que hoy sea muy diferente.
Me detengo un momento al ver la carta sobre mi escritoria, la cual tomo en mis manos y la abro antes de comenzar a leer:
"Me gustaría haberte dicho esto en persona, me gustaría haber podido acercarme a tu nueva casa, se que no debería si quiera invitarte a mi cumpleaños, se lo peligroso que es para ti arriesgarte de esa manera, por eso entenderé si no vienes, eres y siempre seras mi mejor amiga
Si vienes nos vemos #116 a las ocho.
Atte: Azul"
Leo una y otra vez la carta.
Se que no debería de ir, se las consecuencias que eso traería a mi nueva vida, soy consciente del peligro que representa el estar ahí, se las altas probabilidades que alguien me pueda reconocer y por supuesto se las probabilidades de ser un nuevo objetivo para cualquier persona peligrosa que pueda encontrarse dentro de ese lugar.
Se que no debo ir pero ¿tal vez lo haga?