Mientras nos adentramos a la pequeña habitación, miles de pensamientos invaden mi mente, pensamientos que ignoró a pesar de saber las consecuencias que traerá esto.
—No podemos hacer esto —Me recuerdo cuando estamos a punto de quedarnos completamente desnudos, recibiendo una negativa de parte de él.
—Ya no podremos parar —Esparce un camino de besos desde mi ombligo hasta el principio de mi cuello, consiguiendo que me deje llevar por la pasión que invade mi cuerpo con solo tenerlo frente a mi.
No lo detengo, solo dejo que todo lo que tengamos que decir salga de esta forma, pues aunque nos odiemos, ambos sabemos que siempre ha existido esa atracción entre nosotros, la que intentamos esconder dentro de un odio que terminó por llevarnos a este momento.
Nos dejamos consumir entre la pasión, esa que parece haber estado hasta ahí desde hace mucho y que ansiaba poder expresarse de la manera correcta, llevándonos a lugar donde nunca nadie me había llevado.
—¿Puedo hacerte una pregunta? —Rompe el silencio.
—Ya la has hecho —Suelto tranquilamente sin dejar de ver el blanco techo que se expande sobre nosotros.
—¿Que es a lo que mas le tienes miedo? —Suelta sin ningún filtro, llamando mi atención por completo.
—No le tengo miedo a nada —Suelto de forma tajante, dándole la espalda sin intención de contestar.
—No voy a insistir —Suelta de manera tranquila antes de continuar —Pero las personas que más niegan tener temores son las que más tienen—Es lo último que dice antes de que la habitación sea un obscuro y silencioso lugar.
Los pequeños rayos de sol que se cuelan por la ventana son los que consiguen que despierte, estoy tan desorientada que no me doy cuenta con quien he pasado la noche, hasta que me encuentro a pocos centímetros del perfecto rostro de Charlie, quien incluso dormido parece un verdadero ángel.
Mientras lo observo me imagino miles de escenarios en los que me atrevo a contarle todos mis secretos,obteniendo millones de reacciones, excepto la que a mi me gustaría obtener. Cada vez que tomo valor para despertarlo y contarle todos mis secretos, una nueva reacción de parte de él aparece en mi cabeza.
Aunque niegue querer al castaño frente a mí, mi corazón bombea como loco cada vez que el estaba cerca de mi.
— "Somos nuestros propio demonio y hacemos de este mundo nuestro propio infierno" —Repaso la frase tatuada en griego en mi brazo izquierdo, aquella frase que solía decirme alguien importante, alguien que ya no esta — Mi hermana solía decirme eso cada vez que yo me metía en algún problema, ella lo entendió demasiado tarde, pues la muerte vino por ella mucho antes de lo planeado, dejándome desamparada en este infierno hasta que llegaste tu —Susurro en su oído antes de depositar un suave beso sobre su mejilla para así poder empezar mi día.
No tardó mucho en ducharme y cambiarme para poder salir en busca de la única familia que me quedaba, aquellas niñas que alegraban mis días, el único recuerdo que me quedaba de mi hermana y de aquel que fue mi alma gemela.
Antes de salir me cercioro de que siga dormido para así comenzar mi camino hasta Central Park, donde siempre me reúno con ellas, hago un par de compras antes de llegar por completo al lugar donde a pesar de ser temprano muchas gente ya ha comenzado a llegar. No me cuesta mucho encontrar al trío de niñas quienes ríen y juegan junto a Kid, un pequeño Alaska que hace pocos meses se ha unido a la familia.
—Jus, Jus — Gritan las más pequeñas al verme cerca de donde ella se encuentran y de inmediato las tengo encima de mi, con la ayuda de Kid, quien ladra alegremente sobre mi.
—Hola mis niñas —Sonrió cuando todos me dan un pequeño respiro, incorporándose sobre el césped, para poder ver mejor a las pequeñas niñas.
—Vamo a jugar —Me invitan inmediatamente, tomándome de las manos para poder guiarme en su dirección, lo que me hace ponerme de pie para empezar con un juego interminable hasta que soy sustituida por mi tía, quien se apiada de mí por un par de minutos en los cuales me dedico a observar a mis pequeñas sobrinas, las cuales son igual de hermosas que su madre.
Y es que las gemelas habían sacado el hermoso cabello rubio de mi hermana , piel blanca y unos enormes ojos verdes como los había tenido mi amigo Dylan, el hermano mayor del que ahora era mi mejor amigo, Peter. Mas sin en cambio la más pequeña había sacado el hermoso castaño de su padre y los ojos grises como mi hermana, la única herencia que alguna vez mi padre nos había dejado y es que los ojos grises eran bastante raros en nuestra familia, pues solo pocos teníamos aquellos ojos.
—¿Por qué diablos te has ido? —Suelta alguien detrás de mí, cayendo en cuenta de que se trata de nada más y nada menos que de Charlie, quien va completamente bien arreglado como siempre.
—Por que eso ha sido un error, uno que ambos sabemos que nunca debió de suceder —Respondo sin ni siquiera voltearlo a ver, tratando de esconder de nuevos todos mis sentimientos hacia el.
—No hagas eso, no otra vez —Suelta en voz baja rompiendo los pocos centímetros que nos separan —No después de lo que paso, solo dame la oportunidad de conocerte aun mas, solo eso pido.
—Okey conozcamonos un poco mejor —Sonrío en su dirección —No perdemos nada en intentarlo —Terminó por decir y por primera vez no tengo miedo a abrirme a alguien que no sea yo misma.