Misericordia #1

#24: Charlie.

—No sabia que conocías tan bien Nueva York —Suelto sin apartar ni un segundo la mirada de la hermosa vista que tengo frente a mis ojos desde este edificio viejo y descuidado al que me ha traído Juls — Nunca me había dado cuenta de este lugar.

—Soy una caja llena de sorpresas —Sonríe en mi dirección antes de desviar su mirada hasta el horizonte donde ambos vemos desaparecer el sol —Te sorprenderías al ver todas y cada unas de ellas.

—Ya lo creo —Sonrió sin siquiera poder evitarlo — No cabe duda que me he sorprendido mucho con todo lo que ha pasado este día.

—Ya basta, no falta que me lo agradezcas — Suelta actuando de una manera tan diferente a la que normalmente ella lo hace y es que nunca la había visto actuar de esa manera tan divertida y relajada, lo que sin duda me hace sonreír de vuelta.

—No, en serio —Trato de dejar las bromas de lado —Me he estado preguntando, ¿de dónde conoces a Matt? por lo que se es el hijo mayor del señor Jackson pronto heredará la empresa pero yo que sepa nunca lo hemos visto en ningún lugar, incluso puedo apostar que ni mi padre lo conoce ¿dónde fue que los conociste? —Suelto la pregunta sin importarme en lo absoluto que pueda llegar a incomodarla.

Y es eso mismo lo que pasa, pues la sonrisa, aquella que nunca había visto en su rostro, desaparece tan rápido como suelto la pregunta adquiriendo así el tono serio que siempre lleva con ella, aquel en donde suele refugiarse. Se que he perdido por completo la oportunidad, cuando regresa su mirada al horizonte, donde parece perderse en alguno de sus tantos recuerdos, así que de igual manera regreso mi mirada hasta la enorme ciudad en señal de rendición, pues se que no podré recuperar aquella confianza que había ganado hace un par de horas atrás.

Los minutos parecen pasar más lentos de lo que alguna vez pude imaginar y el silencio parece la peor tortura que alguna vez podríamos llegar a sucederme. Se que debí mantener mi distancia, se que por más relajada que ella parezca frente a mi, nunca dejará de escapar de aquellos secretos que tanto parecen atormentarla, aquellos que sin duda mueren por salir a la superficie pero que ella no deja salir por ninguna circunstancia, como si de aquello dependiera su vida.

—Conocí a Matt hace más de siete años —Rompe el silencio de manera repetida, desapareciendo todo pensamiento, dirigiendo de nuevo mi mirada hasta donde ella se encuentra, quien pertenece con la mirada de frente —Conocí a su hijo menor Dylan hace muchos años.

Espera, ella está hablando de ese Dylan, el Dylan de aquella carta que encontré hace algún tiempo en su habitación, ¿es el mismo Dylan?

—Podríamos decir que el y yo éramos hermanos —Sonríe con melancolía en dirección al horizonte, donde un par de estrellas empiezan a alumbran el obscuro cielo —Era la mejor persona que alguna vez pude llegar a conocer, el era como las estrellas que justo en este momento iluminan el cielo, era el único que me hacía ver desde otra perspectiva, cambiaba todo en ella, me convertía en una mejor persona y gracias a él justo hoy estoy aquí.

—¿Que paso con el? —Me atrevo a preguntar, pues es algo que me carcome la cabeza —Claro si se puede saber.

—Creyó que podía engañar al diablo —Susurra con melancolía —Pero terminó pagando con la vida de su amada antes de la suya —Termina por decir antes de limpiar una pequeña lágrima que se ha escapado de aquellos hermosos ojos —Así es como conozco a la familia del señor Jackson, nunca le había dicho esto a nadie, así que espero que puedas guardar el secreto —Voltea en mi dirección mientras me regala una sonrisa forzada, la cual trato de imitar.

Es aquí, cuando comprendo todo, aquí junto a ella las cosas comienzan a tener sentido, me es imposible no compararla con este edificio desgastado y viejo que con el tiempo dejó de perder importancia, un lugar que al verlo lo primero que haces  es alejarse de él por la forma tan descuidada en la que se encuentra, sin darle la oportunidad de regalarle lo mejor del mundo, si, aquella vista que nos alumbra a Juls y a mi en estos momentos, eso mismo era ella, aquella chica que había sido ignorada por muchos años y que justo ahora es el centro de atención.

—Tu secreto está a salvo conmigo —Suelto con honestidad, la misma que ella me ha demostrado —Y ahora más que nunca, no puedo dejar de compararte con un laberinto —Suelto sin detenerme ni un segundo a pensar en lo que digo, simplemente dejo que las cosas fluyan de manera natural.

—¿Lo tomo como un halago? —Indaga entre divertida y sería.

—Tómalo como tu creas necesario.

—Esta bien pero puedo preguntar, ¿Porque con un laberinto? —Suelta apartando por completo su mirada de la mía para poder observar de nuevo la vista —Por lo que yo se, los laberintos no son el lugar más bonito, son obscuros, silencioso, engañosos y la gente suele perderse en ellos.

—Lo son para las personas que suelen tener miedo, aquellas que huyen de lo desconocido —Acortó un poco la distancia que nos separa —Ellos no ven lo hermoso que ellos suelen ser, pues muy pocas personas tienen el poder de llevarlos a conocer tanto que terminan siendo parte de él, por eso tu me recuerdas a uno, porque aunque sueles parecen frías y distante, dentro de ti he encontrado maravillosas cosas que nunca había encontrado —Termino de decir antes de cortar la poca distancia que nos separa, fundiendonos así en un acalorado beso, el cual dice mas que mil palabras.

 




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