Misericordia #1

#33: Juls

—No puedes seguir haciendo esto —Me dice por quinta vez Azul antes de arrebatarme la pequeña cerveza que se encuentra entre mis dedos —Sabes que esto no ayudará en nada.

—Lo se pero al menos calmara un poco mi alma —Susurró antes de tomar de nuevo la botella entre mis manos y así poder encaminarme hasta el gran ventana del nuevo departamento de Azul, desde el cual puedo visualizar el edificio de papa desde la lejanía.

Mañana se cumplirá un mes, uno en el que he hecho miles de entregas de drogas con el propósito de ganarme la confianza de Ethan pero eso simplemente no parece pasar, pues he intentado sacar más de un millón de información cosa que hasta ahora no había funcionado, no como yo lo había planeado.

—¿Shawn no te ha dicho nada? —Pregunto en dirección a mi amiga, quien se mantiene sentada en uno de los sillones de la sala de estar, mientras acariciaba su pequeña y aun no visible panza.

—No he podido salir de este departamento, sabes muy bien que muchas personas me siguen al igual que a ti, no puedo hacer muchas cosas —Me recuerda mi amiga y de inmediato mi vista baja hasta donde un audi negro se encuentra estacionado frente a la entrada del edificio, donde se que se encuentra uno o dos hombres que trabajan para Ethan —Han duplicado su seguridad como si alguien estuviera en verdadero peligro.

—Nadie puede decir lo contrario, mucho menos yo —Le recuerdo a mi amiga, pues soy una de esas personas que desean terminar con este maldito infierno —Pero no es tan fácil matar al diablo sin eliminar a los demonios que hay a su alrededor —Termino de decir antes de terminar mi cerveza por completo para dejarla sobre la mesa de la pequeña sala.

—Y qué pasa, ¿Cuando tu eres uno de esos demonios? —Me pregunta mi amiga dándome una mirada llena de lástima, la cual llegó a comprender por completo.

—Lo que pasa, es que al final todos terminamos donde verdaderamente pertenecemos —Sonrió para tranquilizar a mi amiga antes de depositar un suave beso sobre su frente —Me tengo que ir, por favor cuídate.

—¿Tienes entrega? —Pregunta a lo que me dedico a asentir —Ten mucho cuidado, por favor.

—Siempre lo tengo —Terminó por decir antes de salir por la puerta del pequeño departamento, donde se que mi amiga estará a salvo.

Y es que Ethan a cumplido su promesa y se que la seguirá manteniendo si yo sigo haciendo mi parte del trato. Fue duro  volver a entrar a un lugar donde me mantienen en constante vigilancia, lo que me hizo aún más complicado el llegar a un trato con la policía como lo había hecho años atrás. Pero gracias a un par de conocidos pude contactarme con Shawn encargado del caso de Ethan y uno de los infiltrados en la organización, quien me abrió las puertas por la reputación que tenía.

Mantengo mi mirada sobre la carretera que se extiende frente a mi, sin despegar ni un poco de los autos que pasó al acelerar, hoy tengo un par de entregas pequeñas en las afueras de la ciudad, unas entregas no tan llamativas como las que normalmente hacen los mejore corredores de Ethan. 

No tardó mucho en acabar con cada uno de los repartos, llevó la cajuela llena de dinero que deseo entregar de inmediato a uno de los estúpidos trabajadores que siempre lo recogen en el almacén, pero me sorprendo al ver a Ethan apoyado en una de las mesas que se encuentran en el almacén, quien sonríe antes de verme bajar del auto.

—¿Que he hecho para merecer el privilegio de tu presencia? —Preguntó entregando las llaves a uno de los chicos, quien se limitan a hacer su trabajo revisando cada parte de mi auto para que pueda irme tranquila.

—Vengo a hacer negocios, hermosa —Me guiña un ojo antes de ponerse de pie y caminar hasta donde yo me encuentro.

—¿Que tipo de negocios? —Preguntó cruzándome de brazo en forma de protección.

—Unos que nos convienen a ambos.

—No creo que eso sea muy cierto.

—Lo es hermosa —Me garantiza antes de rozar su mano contra mi mejilla la cual alejo lo mas lejos posible de su contacto —Bueno, tu necesitas tener un buen puesto, ya sabes como el de antes y yo estoy dispuesto a dártelo.

—¿A cambio de? 

—De que regreses conmigo, ambos sabemos que somos imparables separados, imagínate unidos sin duda seriamos invencibles —Comenta con una sonrisa que me desequilibra por completo, mucho más la manera en la que me mira como si yo fuera un trofeo que no ha alcanzado tan rápido como todos los demás.

—Eso jamás volverá a suceder —Corto su ilusión de una vez por todas, pues todo lo que venga de él me parece resulta asqueroso.

—Ya veo —Me toca una de las mejillas en un intento de acercar su  rostro al mío al que logró liberarme de inmediato, pues su cercanía me repugna —Aun sigues estando un poco desafiante, creo que a llegado el momento de darte una pequeña lección —Susurra en mi dirección antes de alejarse de mí para encaminarse hasta Camilo, su mano derecha, el cual se encuentra unos pasos atrás del almacén.

Uno de los chicos extienden las manos de mi auto frente a mi las cuales tomó de inmediato, esperando a que me den de una puta vez la luz verde para que me pueda largar de este maldito lugar. Pues se que he cometido una estupidez al desafiar a Ethan, se que hará algo para hacérmelo pagar pero justo ahora es lo que menos me importa, pues todos mis seres queridos se encuentra lejos de su alcance.

—¡Eso es todo! —Grita Ethan dándome la luz que tanto necesitaba —Ha sido un placer hacer negocios contigo preciosa —Sonríe antes de subir al auto que ha traído con él.

No espero mas y me subo a mi auto con dirección a mi edificio, buscando la paz que sin duda necesito. No me cuesta tanto llegar a mi edificio y en cuando entro a mi departamento me doy una buena ducha y caigo rendida en los brazos de morfeo, esperando así poder escapar un par de horas de esta mierda que rodea mi vida últimamente.

Son las cinco de la mañana cuando el ruido de mi celular hace que me levantarme de mi cómoda cama para poder contestar.




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