Misericordia #1

#41: Juls

No se en que momento he dejado el lugar donde el cuerpo inerte de Shawn se encuentra, ni mucho menos se el lugar a donde mis pies se dirigen. Mientras mas camino mas recuerdos invaden mi cabeza y pasan frente a mi como si de una película se tratara, torturándome aun mas de lo que ya lo estoy.

Mi corazón duele tanto que me cuesta respirar, más cuando veo la sangre seca que está sobre mi rostro, mis manos y parte de mi ropa, recordando lo que hace poco acaba de suceder..

"Lucha por aquellos por los que ama, sin importar todos aquellos que se interpongan" 

Se repiten la frase que mamá solía decirme, una frase que ocupe durante muchos años pero que justo ahora no llegaba a aceptarla, pues se le había olvidado decirme, ¿que era lo que tenia que hacer cuando las personas que amaba eran muchas?, ¿tenía que luchar por todas ellas o escoger una de este tantas?

Después de lo que parece ser un eternidad caminando, mis pies se detienen, dándome la paz que tanto necesito.

Me cuesta mucho descifrar el lugar en el que me encuentro pero cuando lo hago miles de lágrimas caen sobre mi rostro, pues yo misma me he traído al lugar que ha marcado mi vida para siempre, aquel que me destruyo y lo seguirá haciendo hasta mi muerte.

"Aunque las personas se arrepientan, nunca podrán tener esa paz que tanto anhela su corazón"

La voz de papá se repite en mi cabeza tantas veces que lo único que hago es gritar, gritar esperando a que desaparezca, a que se vaya de una vez por toda pero lo único que consigo es torturarme aún más de lo que ya me encuentro, consiguiendo que mi alma se desgarre una y otra vez.

Estar frente a la que alguna vez fue mi casa o a la que alguna vez pude llamar "casa", todo parece estar a punto de derrumbarse dentro de ella y aunque me gustaría desaserme de ella de una vez por toda, lazos inquebrantables siguen uniéndome a ella de una manera que ni yo misma entiendo.

Saber que aquí justo en este lugar crecí, me recuerda que al igual que la casa, mi alma está apunto de derrumbarse junto a todos aquellos que lo hicieron por mí, todos los que terminaron por pagar una parte de la mierda que yo había creado, personas amadas que nunca jamás iban a regresar.

Me quedo ahí hasta que el sol empieza a iluminar el cielo, solo hasta ese momento soy capaz de ponerme en pie. Solo hasta que la gente empieza a transitar soy capaz de recobrar el poco control de mis sentidos.

Llegar a la cabaña es mucho más difícil de lo que me imaginaba, más cuando he llamado la atención de más de una persona al caminar con la ropa manchada que llevo puesta, así que al entrar a la cabaña lo primero que hago es quitarme cada una de las prendas que hay sobre mi cuerpo.

Me tardó más de lo que quisiera admitir bajo la regadera, restregando una y otra vez la sangre que aun puedo sentir sobre mi piel, las lágrimas nublan mi vista y me cuesta aún más respirar de lo que ya lo es bajo el charco de agua que cae sobre mi cabeza.

Encuentro un par de prendas mías de hace un par de años, las cuales siguen quedándome y las que sin duda llevan recuerdos sobre ellas. No tardó mucho en acurrucarme en una de las esquinas del mi antiguo cuarto, los recuerdos invaden mi mente, creando mi propia tortura.

Camino hasta uno de mis antiguos lugares, un lugar resguardado de todos, donde solía guardar un poco de hierba, la cual encuentro en un dos por tres, y la cual no dudo en fumarla como hace algunos años.

"Aunque el monstruo se esconda bajo una alas blancas, siempre será un monstruo"

Mi mente me tortura y no me importa en absoluto las consecuencias que esto vaya a atraer en un futuro, lo único que necesito es desconectarme de esta maldita realidad. 

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—Presentate en "el infierno" en una hora —Sentencia la voz de Ethan tan sólo contestó mi teléfono.

—Si —Suelto entre carcajadas pues es lo único que puedo y logro hacer después de consumir no se cuantas drogas.

No espera ni un minuto más y cuelga, consiguiendo que otra ola de carcajadas me invadan y con unas inmensas ganas de gritarle, cosa imposible de hacer ahora, así que me limitó a disfrutar de todas las carcajadas que mi cuerpo pueda producir.

Media hora después me encuentro en uno de los autos de Peter, quien no a aparecido en la cabaña durante mi estadía, lo cual agradezco después de mi episodio de risa que ha causado toda la droga que he consumido, la cual ha ido desapareciendo poco a poco.

No tardó mucho en llegar al bar de mala muerte donde no sólo se vende la mejor droga, sino donde se realizan las mejores peleas clandestinas de todo el estado. Y a pesar de que mi interior una voz me dice que me aleje de aquí, lo único que hago es entrar para conseguir un par de tragos.

—Pelearas dentro de quince minutos, así que prepárate —Sentencia Ethan, quien aparece cuando estoy disfrutando de mi segunda cerveza.

—No lo necesito —Me limito a decir antes de terminar con todo el líquido de un solo trago.

Cuando lo veo desaparecer, mi mente empieza a imaginar las miles de maneras en las que me puede ir dentro de ese cuadrilátero pero aún así mi parte más valiente se atreve a apostar que le irá de maravilla aun en el estado en el que estoy.

Así que me dirigió hasta los viejos vestidores donde me pongo algo más cómoda para pelear, pues las peleas acaban hasta que el primero cayeron y sin duda hoy no sería yo.

 




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