Misericordia #1

#45: Juls

—Lo mejor es que nos vayamos —Susurra Peter después de haberme visto derramar más lágrimas de las que alguna vez haya derramado—Todo estará bien —Me anima antes de posar sus brazos alrededor de mis hombros para ayudarme a caminar, pues ambos sabemos que me es muy difícil hacerlo y más en estos momentos.

Drogada y deprimida no es una excelente combinación.

En el estado en el que estoy complica mucho más la caminata que mi amigo y yo emprendemos, pues de un momento a otro mis sentidos dejan de funcionar de forma correcta hasta el punto en el que  Peter tiene que cargar en brazos. Mientras mas pasa el tiempo, las drogas van desapareciendo de mi sistema dejando con ella millones de sensaciones abrumadoras.

Al llegar a lo que parece ser la cabaña estoy temblando de pies a cabezas entre los brazos de Peter, quien no tarda mucho en llevarme hasta el baño, donde me ayuda a quitarme todas las prendas y meterme bajo el chorro de agua fría, la cual me hace estremecer hasta que mi cuerpo se acostumbra a ella.

—Estoy bien —Pronunció en su dirección al ver la preocupación reflejarse en su rostro.

—No pareces estarlo —Pronuncia antes de tomar asiento sobre la tapa del retrete —Hace mucho que no te veía tan drogada, no hasta este punto —Tiene la mirada perdida como si estuviera recordando cosas que hemos deseado olvidar.

—Lo sé —Susurro al recordar la infinidad de veces al día que él y yo nos drogabamos.

Las risas, las fiestas, los acostones y todo lo que nos rodeaba era diferente a lo que ahora lo es. Y es que ninguno de los dos somos lo mismo, nada en nosotros disfruta esta mierda como hace un par de años en plena juventud solíamos hacerlo.

—¿Como esta Hank? —Preguntó por su novio y es que Peter había descubierto su sexualidad un año después de haber entrado al narcotráfico, donde conoció a Hank, un chico apuesto hasta los huesos que cayó rendido a los encantos de mi amigo, el cual se convirtió en su esposo dos años después.

—Esta en Canadá con su familia, ya sabes como se pone cada vez que se entera que he hecho cosas para Ethan.

—No entiende que lo haces por el, ¿no es así? —Lanzo la pregunta, pues ambos somos capaces de entender el sentimiento.

—Y nunca lo comprenderá muy pocos sabemos el por que, ¿no es así? —Sonríe antes de ponerse de pie ayudándome a salir de la ducha, la cual me ha ayudado bastante — Así que es momento de descansar a sido mucha mierda por hoy —Me ayuda a caminar desnuda hasta mi antigua habitación donde me ayuda a cambiarme antes de recostarme sobre la enorme cama —Antes de irme tengo que decir que ese tal Charlie esta para comerse los dedos, no le digas a Hank —Suelta entre risas antes de salir corriendo de mi habitación.

—No te imaginas cuanto —Susurro en la obscuridad de mi habitación antes de sonreír por primera vez en días. 

"Las personas que mas han sido traicionada, engañadas y lastimadas son las únicas que darán la vida por aquellos que se han ganado el amor que alguna vez les fue arrebatado."

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Han pasado dos días desde todos los acontecimientos anteriores, como lo había predicho Charlie no ha vuelto a buscarme, ni mucho menos yo no he sabido mucho de el, pues Ethan me ha mantenido tan ocupada como es posible, cada segundo de mi vida lo ha exprimido al máximo, consiguiendo un par de socios mas dentro de su maldita sociedad.

—¿Puedo sentarme? —Pregunta alguien haciendo que levante mi rostro hasta ubicar a la persona.

—¿Que haces aquí Michael? —Pregunto en su dirección antes de verlo tomar asiento en la silla frente a mi.

—Solo he venido a presentarme a mi informante —Suelta antes de que el mismo mesero que me ha atendido a mi se acerque para tomar su pedido.

—No, claro que no —Niego en repetidas veces, pues es imposible que le hayan asignado el caso que llevaba Shawn —Martinez juro que nunca te pondría en algo así —Recuerdo la promesa que me hizo cuando hice el trato con ellos.

—Si, pero soy su última opción —Me informa con media sonrisa —El tiempo se está agotando necesitamos atrapar a Ethan lo antes posible o si no el FBI volverá a cerrar el caso, ¿lo sabes, no?

—Claro que lo se —Tocó mis manos con nerviosismo, pues que cierren el caso es lo último que quiero —Pero yo puedo hacerlo sola, yo acabaré con él, no te involucres —Desvió la mirada hacia la calle y es cuando lo veo salir con un traje azul de tres piezas y su cabello perfectamente peinado como todo un verdadero empresario.

—¿A qué diablos estás jugando? —Lanza la pregunta sin importarle que no lo esté viendo —Sabes que no ganaras tu sola, necesitas ayuda.

—Papa decía que las cosas se arreglaban sola que solo los cobardes necesitaban la ayuda de los demás, aquellos que no podían reconocer que tenían miedo ni mucho menos que eran cobardes —Repito las palabras de mi padre, observando a la rubia con la que a empezado a salir desde hace dos días —Así que la respuesta es no, no necesito, ni requiero tu ayuda —Sentencio antes de dejar un par de billetes sobre la mesa y ponerme de pie.

—Es momento que recuerdes, ¿no crees? —Suelta aquella palabra tan significativa para mi, la cual solo he compartido con una persona —Después de la pelea  Charlie me llevo al barranco que está en la salida de la ciudad, lo único que me dijo es que había ido a recordar y que después de todo había encontrado el significado de aquella pregunta que tantos años le había costado responder —Me cuenta y de inmediato y mi vista voltea hasta donde antes se encontraba Charlie, pero lo único que veo es su auto salir del aparcamiento —Tú no eres tu padre, el era el único que tenía miedo, miedo de todo lo que lo rodeaba, miedo de ti y de la persona maravillosa que eres. Así que dime hermanita —Ocupa aquel sobrenombre que nunca le costó decir como si él hubiera aceptando que yo era parte de su familia incluso mucho antes de conocernos —¿Dejas que tu hermanote mate a unos cuantos desgraciados junto a ti?




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