Misericordia #1

#50: Charlie.

—Algún día tu también encontrarás a alguien tan especial como tu abuela lo es para mi —Recuerdo la primera vez que le pregunté a mi abuelo que era el amor.

El solo me sonrió y me dijo aquella frase que me viene a la mente, mientras la veo descansar en aquella cama en la que tantas veces la vi dormir y en la que justo ahora me doy cuenta cuan especial es ella para mi.

—Al fin la he encontrado abuelo —Susurró al vació para que el pueda escucharme en donde sea que se encuentre.

Han pasado dos horas desde que estoy en su habitación, dos horas en donde hemos hablado y donde hemos hecho promesas con solo mirarnos. Dos horas más cerca de que todo esto acabe, de que al fin podamos crear nuestra propia historia como dos personas completamente normales como debió de ser desde la primera vez que la vi cruzar las puertas de la mansión, con aquella mirada tan llena de miedo que justo ahora no puedo ver pero se que ella está aterrada con todo lo que está pasando, se que con cada minuto que pasa para ella, el miedo y la ansiedad crecen junto a ellos y me gustaría poder ayudarle a luchar esta guerra pero el abuelo siempre me enseño que los únicos responsables de terminar con nuestras propias guerras somo nosotros.

Mientras más la miro mas puedo recordar el primer momento que pasamos juntos, la manera en la que me hacía sentir, la forma en la que me ayudaba a ser mejor persona, aquellos momentos que guardo con tanto cariño.

—Perdón por interrumpir —Suelta Victoria antes de entrar en la habitación, deteniéndose a pocos pasos de la cama, donde Juls aún se encuentra dormida —Tenemos que estar abajo en quince minutos —Me informa sin despegar ni un segundo la mirada de ella.

—Ahí estaremos —Le informo antes de ponerme de pie, dispuesto a despertarla.

—Siempre quise que ustedes terminarán juntos —Suelta consiguiendo detener mis movimientos para posar mi mirada sobre ella, quien mantiene una expresión de cariño en ella —Ella no es como otras chicas, ¿lo sabes? —Me lanza la pregunta más obvia a lo que asiento—Debes de ser fuerte para ella —Suelta con nostalgia antes de caminar hasta donde me encuentro posando una de sus manos sobre mis hombros —Es lo único que puedes hacer por ella —Termina por decir acariciando una de mis mejillas como cuando era pequeño —Ella es la única que puede acabar con sus fantasmas, no quieras convertirte en uno mas —Me susurra antes de alejarse de mi, lo suficiente para ver la expresión de tristeza en su mirada, cosa que me desconcierta mucho pero que se que nunca me va a decir a que diablos se refieres, así que me dedico a observarla un poco mas antes de verla salir de la habitación.

—¿Que hora es? —Pregunta Juls sentándose sobre la cama, sacándome de la incógnita con la que mi hermana me ha dejado.

—Son las doce —Informo en su dirección —Tenemos que estar abajo en unos minutos.

—Perfecto —Me sonríe de una manera extraña.

—¿Que pasa? —Pregunto, pues puedo ver que algo le esta haciendo eco dentro de su cabeza.

—Nada —Cierra un poco sus ojos antes de que vuelva a alzar aquella muralla alrededor de ella que tanto odio.

—Esta bien —Suelto con molestia —Es mejor que te deje sola, nos vemos abajo —Termino por decirle, sin siquiera darle una mirada, pues su manera tan regular de guardar sus penas para ella misma me sigue molestando mucho más de lo que me gustaría admitir.

Me quedo un poco más en mi cuarto, observando un poco la hermosa noche que hoy hay sobre nosotros, recordando las miles de veces que el abuelo y yo observábamos las estrellas, aprendiendo cosas interesantes de ellas entre risas y buenos momentos junto a mi abuelo que siempre llevaré en mi corazón.

—La hora a llegado, deséame suerte —Pido en un susurro en dirección al cielo esperando que mi abuelo me pueda escuchar.

Cuando llegó a la entrada de la mansión ya todos se encuentran dentro de las camionetas que se encargará de llevarnos hasta al aeropuerto donde trataremos de encontrar la paz que tanto merecemos. Soy el último en subir a la camioneta sentándome en el único asiento disponible, el cual se encuentra a lado de la única persona que logra acelerar mi corazón de una forma alarmante e indescriptible.

El transcurso empieza bien la mayoría de la familia se encuentra dormida, algunos están en su celulares y otros luchan con las mil y una sensaciones que alguien logra conseguir en el. Estoy tan enojado y empeñado en no mirarla que me duele la fricción que mi cuello hace para observar la ventada de la lado derecho, soy tan orgulloso que me niego siquiera a mirar en su dirección.

Pero parece que el orgullo ya no es ningún impedimento para ella, pues a pesar de mantener distancia entre nosotros, ella es la primera en a cortarla solo para terminar uniendo nuestras manos, la cual me regalan caricias que lograr hacerme suspirar dándome cuenta de que no había ni siquiera respirado estando ella a mi lado.

—Hemos llegado —Susurra su voz en mi oído consiguiendo despertarme de mi pequeño sueño, el cual me ha relajado mucho.

—Vamos —Le digo antes de jalar de su mano para salir por completo de la camioneta dándome cuenta de que somos lo últimos en salir, así que no tardó en tomar mi maleta, la cual un agente extiende en mi dirección para caminar en dirección a las grandes puertas, sin soltar ni un momento la mano de Juls a quien no parece importarle ni un poco.

Suelto su mano solo  poder checar mi maleta y poder realizar todo el papeleo concerniente al vuelo.

—¿Dónde está tu boleto? —Pregunto terminando mi papeleo.

—No tengo —Entró en cuenta de que no lleva nada entre sus manos, ni su mochila, ni su maleta, ni mucho menos su pasaporte.

—¿Como que no lo tienes? ¿Lo perdiste? —Lanzo la pregunta, pues no logro comprender por completo a que diablos se refiere.

—No tengo por que no voy  a ir —Me informa y de inmediato mi corazón empieza a bombear de una manera impresionante.




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