POV RHEA
Como era de costumbre, me encontraba una noche más bailando sobre el altoparlante ubicado en el centro de la discoteca que solía frecuentar junto a Juno y Chloe, mis mejores amigas. Si tuviera que describir a Juno, diría que tiene todos los atributos a su favor. Una larga melena ondulada en color trigo, ojos en color grisáceos verdosos, nariz refinada, labios ligeramente carnosos y complexión delgada. En cuanto a su personalidad, está muy lejos de ser extrovertida, pero aun así sabía como divertirse.
Todo lo contrario a mí en su totalidad. Mi cabello es de un color ocre, con un degrade ambarino desde la mitad hacia su finalización, acompañado de unos cuantos cabellos cayendo por mi rostro. Mis ojos son de un color café, nariz respingada y labios pequeños. Mi estatura no pasaba el metro sesenta y en cuanto a mi personalidad, no dicho por mí, era demasiado extrovertida, extremista, según Juno y Chloe.
En cuanto a Chloe, era de estatura alta en complexión endorfoma, con una melena alborotada en color azabache que llegaba hasta su barbilla, su tez de una tonalidad clara y con ojos almendrados en color topacio. Al igual que yo, Chloe no conocía la palabra introversión, pero a diferencia de mí, sabía donde estaban los límites.
Primera cosa que deben saber sobre mí, siempre me gusta ser el centro de atención y esta noche no iba a ser la excepción.Por eso cuando la oleada de niños que me rodeaban para verme bailar comenzó a expandirse para desviar su atención hacia otro lado, no podía simplemente quedarme observando.
Solté una sonrisa molesta cuando la atención se había dirigido a la persona que más detestaba en el mundo, Gea. Para orientarlos un poco acerca de su apariencia, conocen a los trols, ¿verdad? Es broma, no ofendería de esa forma a los trols.
Me bajé del altoparlante y caminé hasta ella.
Segunda cosa que deben saber sobre mí, no soy muy tolerante, sobre todo cuando se trata de ella, pero tenía una gran ventaja y eso era que conocía un secreto sobre ella, beneficios de asistir a la misma academia y no dudaba en recordárselo cada vez que podía.
Pasé entre los niños que ahora se encontraban a su alrededor y me acerqué lo suficiente para que el sonido no opacara mis palabras.
—¿No te han dicho que los burdeles quedan en la próxima calle? —hice un gesto pensativo—O deben ser los alucinógenos que hace que olvides las cosas.
Tercer cosa que deben saber sobre mí. No dejes que descubras tus secretos, porque no dudaré en usarlos en tu contra.
Aquí está la cuestión con Gea.
Como cualquier noche cotidiana, me encontraba en esta misma discoteca y para la mala suerte de Gea, quien pensaba que, por alguna razón, no había asistido ese día a la discoteca, la encontré en el tocador metiéndose porquerías en su cuerpo.
—Estabas jodida y ahora lo estás aún más.
Es lo único que atiné a decirle antes de salir triunfante.
— ¿Te has quedado sin argumentos ,Rhea? Digo, porque haces más que hablar sobre ello— Gea se acercó hacia mí— ¿Por qué no te haces un favor y regresas con tus fieles seguidoras?— dijo en referencia a Juno y Chloe.
—Supongo que no sabes lo que son amigas, deberías intentar tenerlas. En el mejor de los casos podrían ayudarte con tu problemilla.
—No creo que quieras que esto termine como siempre— esbozó con molestia.
Cuarta cosa que deben saber sobre mí. La estación policial había pasado a ser mi segundo hogar.
Cada vez que me enfrentaba a Gea, terminaba en una batalla campal. Alguien del personal llamaba a la estación policial, era llevada hasta allí, salía en cuestión de horas por ser menor y porque, pequeño detalle, mi tío era sargento en la estación que solían llevarme. Suele darme una buena charla moralista acerca del porqué no debo recurrir a la violencia física y luego de dormirme en medio de sus palabras, me envía de regreso a casa.
—Será un placer, a no ser que te hayas cansado de perder ante mí— respondí divertida mientras formaba una sonrisa sobradora.
—¿Perder ante ti? Tienes suerte de tener a tus perros falderos que vienen a tu rescate.
Las peleas se habían tornado aburridas y uniformes.
Se acercó a mí y comenzó a golpearme para luego tomarla de su cabello y lanzarla al suelo. Empecé a limpiar el piso de la discoteca con ella, mientras que Juno y Chloe no hacían más que observar divertidas y reír, ya estaban acostumbradas a ello.
Las peleas se habían tornado aburridas y uniformes, por eso cuando observé a un lado, cerca de la barra de tragos, se encontraba un vaso y no dudé en tomarlo.
No tardo en venir Sam, la seguridad de la discoteca que ya me conocía más que a nadie y sabía lo problemática que podía ser.
—¿Habrá algún día que no peleen?— indagó como era de costumbre, irritado.
— Cierra tu boca y sácala de mi vista— pedí aún con mi mano agarrando su cabello.
—Ya sabes que pasará lo de siempre, iras a la estación— observó mi mano que seguía sosteniendo su cabello— Ya suéltala, no te permitiremos entrar más aquí, no podemos seguir tolerando tus desastres— esbozó con furia.
—Ella fue la que comenzó y esta no es la única discoteca imbécil, hay muchas otras...—respondí burlona.
—Vamos a ver cuánto duras sin que te echen— esta vez él fue quien se burló.
Cambio de planes para el vaso que continuaba sosteniendo con la otra mano. Lo quebré con fuerza sobre su cabeza, lo cual provocó que cayera hacia el suelo, inconsciente, y a pesar de que esa no era mi intención, él se lo merecía.
Al rato llegaron los agentes y junto con ellos, el sargento Bell.
"Oh no, mi tío, una buena regañada me esperaba"