Miss Rebel

C A P I T U L O 10

En el camino a la escuela, Elián me contaba historias sobre Rawson, sobre lo hermosa que era y también sobre Phoe.

Quiero conocer a la que me quiere robar a mi hermano.
Pero en fin, me divertía sus historias y antes de notarlo habíamos arribado a la escuela.

—Bien, aquí es— dijo mirando hacia la escuela.

—¿Esto es?— indagué señalando la escuela con desprecio.

—Si— respondió alzando los hombros.

—Es peor de lo que imaginaba.

—Ya te acostumbrarás.

—Ni creas que voy a estar mucho tiempo.

—En lo posible trata de hacerlo. Yo me despido, nos veremos en la noche, al terminar tus clases te pasaré a buscar.

—De acuerdo, gracias.

Era horrible, no podía creer que estuviera en este lugar.
Me acerqué hasta la puerta y toque timbre.

—Bienvenida, soy Carin y tú debes ser Rhea Bell, un gusto— saludo extendiendo su mano, pero yo no lo tome.

—Solo quiero terminar con este maldito día aquí de una vez— repliqué con mala cara.

—De acuerdo, iremos de a poco. Te llevaré con la Sra. Anne— comento sonriente.

La seguí hasta un comedor donde se encontraba una mujer y cuatro niñas más.

—Señora Anne, ya llego la señorita Bell.

—Gracias Carin, puedes retirarte— aquella mujer giro su mirada hacia mí— Llegas a tiempo, pasa por favor y acomódate al lado de una de las niñas.

Yo solo miraba mal a todas, eran unas niñas tontas.

—¿Por qué no comienzas presentándote tú y luego cuentas por qué estás aquí?— pidió a una de las niñas.

—Mi nombre es Pil, tengo dieciocho años y mi madre me mando aquí porque suelo ser muy torpe con los quehaceres de la casa. Una vez intente hacer un pastel y al intentar encender la hornalla, casi se incendia toda la casa— comento una rubia de ojos color esmeralda con una sonrisa torpe.

Solté un suspiro de molestia.

—Bienvenida Pil— dirigió su mirada hacia otra de las niñas—Continúa tú.

—Mi nombre es Rebecca y tengo veinte años. La verdad no hice nada para estar aquí, únicamente quise venir para ser toda una dama y ser perfecta, aunque ya lo soy— dijo orgullosa, una niña de complexión alta y esbelta, de cabello castaño oscuro.

—Bienvenida Rebecca— acto seguido me observo— Sigue tú— pidió.

—Ay no, yo paso, esto de las presentaciones es aburrido y me da mucha flojera— respondí desinteresada.

—Todas lo están haciendo, hazlo, por favor—pidió nuevamente con serenidad.

—Como sea—me quejé— Soy Rhea Bell y tengo dieciocho años, me gusta coleccionar revistas de hombres sin ropa, paso más tiempo en la estación policial que en mi propia casa y ahorita mismo, tengo ganas de irme de esta escuela de niñas tontas— fingí una sonrisa amable.

La Sra. Anne ignoro mi presentación y siguió con otra.

—Me llamo Binie, Tengo diecisiete años y estoy aquí solo porque mi madre quería librarse de mí— respondió sin importancia una niña de ojos color café y cabello en color azabache.

—Pues aquí no será así, sé bienvenida—se dirigió hacia la última niña—Por último, tú.

—Me llamo Michelle, tengo dieciocho años y estoy aquí porque mi madre cree que necesito ser más "señorita" y aprender a hacer los que las criadas hacen, como asear y todo eso.

—Bueno, niñas les doy la bienvenida a todas y espero que puedan a prender. Nuestro objetivo es que puedan cambiar ciertos hábitos y actitudes.

Clavo la mirada en mí, cuando dijo lo último.

—Vamos a comenzar con la primera actividad en un rato, vamos a pasar a la sala de tejido, acompáñenme.

Llegamos hasta una sala donde estaba llena de telas, hilos y agujas.

—Cada una tiene a su lado una tela, una aguja e hilos. Quiero que representen algo que ustedes quieran en la tela. Primero van a hacer el diseño en lápiz sobre la tela y una vez terminado el diseño, comienzan a darle la forma con el hilo. La técnica es muy sencilla. Primero colocan el hilo en la aguja, luego hacen un pequeño nudo al final del hilo y después comienzan a cocer de adentro hacia afuera continuamente. Colocan la aguja con el hilo en la tela y van de arriba hacia abajo, siempre pasando antes por la tela. Yo regresaré en un momento.

Todas se pusieron a cocer mientras yo pensaba en que podía hacer, hasta que una maravillosa idea se me ocurrió.
Puse mi mano sobre la tela, cerré el puño y levante el dedo del medio.
Luego la marque, después comencé a cocerla. Había quedado hermosa, seguramente la profesora a cargo quede encantada.
Al rato la Sra. Anne llego.

—Bueno, niñas muéstrenme sus diseños. Pil, comienza tú.

—Yo hice una casa— dijo mostrándole su diseño.

—Muy bonito, Rebecca, ¿Tú qué hiciste?.

—Yo hice unas flores porque me gustan.

Literalmente, desde que vi su rostro comenzó a caerme mal.

—Excelente, Michelle sigue tú.

—Yo hice un corazón porque supongo que eso hacen las "niñas".

—Claro, es realmente muy bonito. Binie, es tu turno.

—Yo hice una calavera—dijo seca y sin agregar nada más.

Ella es de las mías.

—Bien— respondió manteniendo la serenidad—Y por último, Rhea.

—Bieb, antes de mostrarlo quiero decir que lo hice pensando en Rebecca y también decirle que solo me basto un segundo para darme cuenta de que es una idiota— dije lo último rápido y mostré mi diseño.

—Señorita Bell, ¿Qué significa esto?— indago con molestia.

—Diseñe mi mano en una posición artística— dije fingiendo una sonrisa.

—Necesito hablar contigo a solas, por favor pasa a mi oficina— pidió.

—Como digas.

Fuimos hasta la oficina de la Sra. Anne y mis instintos malévolos me decían que una regañada venía en camino.

—Primer día y ¿ya eres así?

—¿Es que acaso no le contaron como soy yo?— indague entre risas.

—Si, pero solamente creí que era una exageración por parte de tu tutor.

—Se va a tener que acostumbrar porque así soy, aunque a veces suelo ser peor.




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